Capitulo 11

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                   Diez días  después

- Vamos Daniela!! Puedes hacerlo mejor!!!

Exigí. Daniela luchaba por alcanzar la manopla que estaba en mi mano izquierda, su respiración era ajitada, los mechones sueltos de su pelo se adherian a su frente húmeda. Todo su cuerpo estaba empapado por el esfuerzo.
Siguió luchando por alcanzar la meta, pese a que estaba evidentemente cansada.

- Tal vez necesitas aprender a tejer...

La provoque, ella me miro a los ojos molesta y en cuanto vio mi burla se enajeno mucho más. Era fácil realmente provocarle, hacerle enfadar. Sus golpes cada día eran más fuertes, más determinantes.

- Ya!! Ya... Es suficiente...

Dije ya realmente cansado, Daniela se detuvo de manera inmediata, su respiración rápida hacia su pecho subir y bajar, el brillo de su piel por la transpiración me hacia sentir un completo idiota.
Si un idiota, así me sentía. Porque lo único que pretendía cuando empecé a enseñarle defensa era que se sintiera a salvo, que podía defenderse de quien quisiera hacerle daño de nuevo.  Y sin embargo no podía dejar de verla con unos ojos que no debía, no podía verla de esa estúpida manera...
Cerré mis manos en puños en cuanto ella se agacho a levantar su Jersey, tome un par de botellas de agua fría y le tendi una mientras ya tomaba un buen trago para enfocarme en algo que no fuera el cuerpo húmedo de Daniela.

- Necesito ir a casa por una ducha...

Dijo antes de beber un poco de su agua. 

Por instinto mire mi reloj, sin darnos cuenta habíamos estado aquí metidos más de lo que acostumbrabamos.
Ya era algo tarde como para dejarle ir sola.
Daniela había regresado a su trabajo en un hospital, había conseguido un pequeño apartamento y se había mudado. Estaba aunque no mucho algo mejor que donde antes vivía, y era más cerca de su trabajo. Quise ayudarle y pagarle algo mejor, en un vecindario más seguro pero Daniela no quiso que hiciera eso. Ella estaba acostumbrada a solucionar su vida sola, lo de la tienda solo fue un traspiés que si yo no hubiese intervenido lo habría solucionado seguramente, porque según supe por ella misma, tiene dinero ahorrado para algo en especial, pero si le hace falta recurre a él. Y lo de la agresion que vivió, fue realmente lo que hizo tambalear su vida. La lleno de un miedo que no había sentido antes, pero lo estaba superando muy rápido. Desde la primer clase supe que tenía instinto, y ahora con el paso de los días sus reflejos estaban muy bien...
Tres días después de lo ocurrido en su casa Daniela decidió que no podía quedarse aquí. Aunque agradecía sinceramente la ayuda que yo intentaba brindarle, no quería según ella abusar de mi amabilidad...
Si ella supiera...
Si supiera que desde aquella maldita noche yo tenia deseos de estrangular con mis propias manos al cobarde ese.
Si, sabía muy bien quien era, y aunque aún no le habían encontrado darían con el.
Daniela me contó lo ocurrido con ese patán desde que lo conocio y yo no pude más que sentir una infinita furia.
Solo le había dicho que no. El idiota se obseciono con la chica que le había rechazado desde el primer momento.
Ella nunca dio un motivo para que el pensara que podría hacerla cambiar de idea y concederle una salida a tomar café siquiera.
Negué con la cabeza mientras observaba a Daniela guardar su móvil y el Jersey en la pequeña mochila que traía con ella cuando llegó en la tarde.
Habíamos acordado que mientras yo permaneciera en New York podía darle algunas clases por las tardes, eso la haría sentir más segura.
Pensé rápidamente, porque ya no toleraba más. Me estaba conteniendo demasiado y ya no sabía por cuanto tiempo más podría mantenerme alejado de la manera en que necesitaba hacerlo.

- Porque no te quedas a cenar y luego yo te llevo a casa?

Dije como si realmente me diera lo mismo. Daniela me miro primero confundida y luego un cómico sonrojamiento se apoderó de su rostro.

- Tengo que tomar una ducha

Levante uno de mis hombros despreocupado, como si lo que decía no tuviera ninguna importancia. Porque en realidad no la tenía.

- Esta la ropa que dejaste cuando te marchaste, y tengo agua caliente.

Bromee con ella. Eso le hizo sonreír un poquito y blanqueo los ojos pasando a mi lado muy tranquila.

- Te empeñas en de alguna manera siempre acompañarme para que no esté sola por la calle...

Subió las escaleras en dirección a la alcoba. Lo sabía!! Ella sabía que no era casualidad que me encontrara casi a diario cerca de su casa. No podía negar lo evidente, por lo mismo solo había una cosa que podía decir al respecto.

- No tiene nada de malo cuidar de una amiga Daniela!!
- Seguro que no!!

Me replicó. Luego de eso le perdí de vista. Negué frustrado ya caminando a la cocina a ocuparme de la cena. Pensando en porque estaba tan atrapado por esa chiquilla...
No era algo normal en mi, tenía que pensar con claridad que me hacía actuar de esta ridícula manera con ella.
Lo cierto era que no lograba sentirme tranquilo si la sabia en la calle en esa dichosa bisicleta, sola. Ya el imbecil aquel había pasado todo límite de lo aceptable, la había agredido, se había metido en su casa y la había lastimado. Que no haría si le tomará en una calle desprevenida. Si, le estaba enseñando a defender e y ella aprendía muy rápido, pero también sabía que al tipo le vasta a sólo darle un buen golpe para que ella perdiera el conocimiento y el hacer con ella lo que quisiera sin nada que lo evitara.
No podía permitir que eso pasara, no dejaría que pasara, y lo cierto era que no estaría tranquilo hasta que la policía detuviera a ese delincuente.
Mi móvil en ese momento aviso de un mensaje entrante. Abrí la línea para responder la llamada y la voz de mi cuñado se escucho al otro lado.

" - Nahuel, como te encuentras?
- Bien Iván, como están ustedes?
- Todo sigue igual...
- Tenemos que mantener la fe Iván, ya falta muy poco para que mis asuntos aquí culminen y pueda regresar a donde pertenezco.
- Tanto detestas New York?
- No hay nada aquí que pueda interesarme Iván, no es donde pertenezco. Creeme que preferiría estar en alta mar antes que aquí. 

Estaba concentrado en la charla que mantenía por teléfono que no me di cuenta de que Daniela había salido hasta que escuche la puerta principal abrirse y cerrarse después.

En las llamas de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora