Capitulo 7

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Escuche el grito de Daniela al mismo tiempo que el patán caía al piso.
No pensaba quedarme a esperar hasta que se pusiera de pie.

- Mantente alejado de ella.

Advertí, tome por el antebrazo a Daniela, sin ejercer ninguna presión y nos encamine a la salida esquivando a nuestro paso el cuerpo tumbado en el piso. No hable, estaba fuera de todo tipo de mi control, por lo mismo no me creía capaz de decir nada lógico.
Que diantres había en mi maldita cabeza para hacer algo semejante!?
No sabía que me había nublado así el juicio, pero no me arrepentia en lo absoluto.
En cuanto alcance la camioneta no tuve que decirle nada a Daniela para que subiera, ella lo hizo en cuanto abrí la puerta para ella. Subí de manera mecánica y sos saque de aquel sitio sin emitir una sola palabra.  Pero no podía simplemente conducir por la ciudad sin ningún destino.
Suspire intentando aflojar la tensión de mi cuerpo.

- Te llevo a casa?

Pregunte sin apartar la mirada de la carretera ante mi.

- Puede dejarme aquí mismo, no estoy muy lejos.

Respondió sin mirarme. La había asustado evidentemente, apreté las manos en el volante en un intento de no molestarme con ella. No tenía ninguna culpa de lo que yo había hecho...

- No me molesta llevarte a casa Daniela, lo prefiero de echo.

Dije intentando hacerle entender, no la dejaría en la calle, no sabiendo que ese estúpido tipo era el causante de que ella estuviera en la mañana en una comisaría. Me moría de ganas de preguntarle que le había echo, pero no podía hacerlo, no tenía el derecho.
Me dio la dirección sin decir mucho más, y aunque no me gustaba tenía que respetarlo, ella no tenía deseos de hablar.
Mi móvil interrumpió el silencio dentro del vehículo, deje que la llamada saltara al auricular que tenía en mi oído y precione mecánicamente el botón para abrir la línea sin detener el trayecto.

" - Iván, te escucho. Como están Nico e Isabella?
- Hola cuñado, todo sigue igual, Nico bien, y Bella sin ningún cambio...

Como siempre su voz denotaba la angustia y desolación que sentía por mi hermana y eso me dolía a mi también, Isabella tenía que despertar.

- Mejorara Iván, supongo que llamas para saber sobre la reunión con el detective Figueroa...
- Precisamente, quedaste de llamar en cuanto culminara, pero como no lo has echo...
- Tranquilo, solo tuve un par de cosas por hacer y aun no llego a la casa. Te parece si te llamo en la noche, podemos hablar con calma y aprovechas que Nico no esté presente.

Sugerí, no quería decirle que yo tampoco estaba en libertad de hablar con plenitud.
Escuché una suave risa al otro lado de la línea y luego la voz de mi cuñado me dijo algo que no sabía.

- Supongo que no quieras hablar con la chica esa a tu lado...
- Como...
- La camioneta que conduces tiene una cámara frontal, y todos mis coches tienen conexión  con mi móvil, se perfectamente cual has elejido. Tranquilo, no te espiaba, solo que esa camioneta en particular abre una ventana en mi laptop mostrándome su interior...

Genial... Simplemente genial.

- Gracias por el dato.
- No te preocupes, quedará inactiva en tres minutos.
- No es lo que piensas Iván. Solo...
- No tienes nada que explicar, ten en cuenta que dispones de una enorme propiedad si lo necesitas. Y deberías de saber no tienes que rendirme cuentas. Hablamos en la noche cuñado. "

Con eso corto la llamada, dejándome un extraño sabor de boca. No había echo nada malo y me sentía como si me hubieran descubierto en falta.
Cuando llegue a la dirección que me había indicado Daniela estacione ya notando que el barrio era bastante humilde y para nada seguro. Bajo sin esperar que le abriera y sacó de un pequeño bolso que tenía unas llaves. Me miro algo nerviosa y solo dijo...

- Muchas gracias por traerme señor Diaz, y lamento el inconveniente de la cafetería.
- No te preocupes. En todo caso, soy yo quien lo lamenta más Daniela.

Asintió y giro sobre sus pies, cruzo la calle y se metió dentro del edificio sin volver a mirar. Espere algunos minutos ahí, parado junto a la camioneta y pensando en lo ocurrido. Pero no podía hacer más.
Algo frustrado a decir verdad emprendí el regreso a la casa de Iván.
Una vez ahí, me concentre en lo que me  había traído a New York. No tenía tiempo que perder.
Me concentre en rastrear oda la vida y obra de la mujer esa  y de paso también averiguar todo lo que había echo la madre de mi hermana.
Para cuando quise darme cuenta había caído la noche y yo no había ingerido nada más que lo desayunado en la mañana. Por lo mismo me levante directo a prepararme algo para cenar. Ya había puesto al corriente a Iván de todo lo que había averiguado y le conté lo que había pasado con esa chica. No se si me creía realmente, pero no tenía ninguna intención de que pensara que perdía mi tiempo con una mujer cuando mi hermana estaba en una cama sin salir de un coma.
Sabía que el no pensaría así, pero de todas maneras, prefería que no hiciera ninguna especulación incorrecta.

En las llamas de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora