Capitulo 12

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- Se puede saber que es lo que tienes tu en la cabeza!!?

Espete conteniendo por muy poco la molestia que sentía, ni bien la puerta fue abierta. Una Daniela con ojos llorosos, el pelo suelto y envuelta una bata fina, estaba parada frente a mi. Si, sabía que no eran horas de aparecer en su casa, sabía que no tenía porque diablos venir aquí de esta manera. Pero en mi maldita defensa solo puedo decir que no soporte escuchar todo lo que me dijo cuatro horas antes.
Que volviera a donde pertenecía!? Ella que diantres sabía de mi maldita vida!!? Que derecho le había dado para que me reclamara que me fuera de New York y no me molestara en seguir donde no quería realmente estar!!? No sabía absolutamente nada de mi con un demonio!! No tenía derecho de decirme que no tenía que seguir aquí por ella.
Cuando se fue dejándome entre confundido y molesto, opte por dejarle ir. No tenía porque retenerla, porque justificar lo que decía o hacía. Ella no me conocia en lo más mínimo.
El problema radico en que horas después, sin lograr apartar la molestia, con un par de copas en mi sistema, una luz se abrió en mi maldito interior, mostrándome algo que no había visto. Si ella me reclamaba lo que había escuchado, si le molestaba a tal extremo como para salir de esa forma de la casa de mi cuñado, sin escuchar razones de nada y diciéndome todo lo que dijo, es que había algo que yo no había visto, algo que tenía que aclarar porque no me hiria de New York dejando una estela de duda en mi cabeza.

- Porque has venido?

Preguntó sin terminar de dejarme pasar. Sonreí con burla  y me adentre en el pequeño apartamento de Daniela.

- Que estás haciendo Daniela? Que pretendes? No puedo solucionar el problema si no hablas con claridad conmigo.

Dije hablando con un dejo de calma que en realidad no sentía.

- No tengo ningún problema...

Respondió algo incomoda, mirando en cualquier maldita dirección en vez de mi.
Me hacerque un par de pasos parandome frente a ella y sonreí con más burla.

- No tienes ningún problema? Y tu piensas que soy tan tonto Daniela? Que no puedo leerte lo suficiente como para no descubrir lo que tanto te molesta?
- Y según tu que problema tendría?

Me acerque solo un poco más, quedando a solo un par de pasos de ella, obligandole a elevar el rostro con un par de dedos y deleitandome de verlos tan brillantes y verdes, pero a la vez sintiéndome mal por saber que había llorado y que hacía ahora un esfuerzo porque no rompiera la maldita barrera que ella intentaba mantener, una estúpida barrera que no había notado hasta esta noche. Pero que no pensaba permitir que siguiera.

- Nadie llora sin una buena razón Daniela...

Susurre limpiando la humedad de sus párpados...

-Yo... Yo no...
-Te enfadas porque escuchaste lo que decía de quedarme aquí, el que dijera que no había nada aquí que me interesara...

Cuando humedecio sus labios rojos instintivamente mis ojos se posaron en ellos. Una necesidad primitiva se apoderó de todos mis sentidos, tenía que probarlos, descubrir que sabor tendrían...
No pude contenerme, tenía que comprobar lo que todos mis sentidos me decían...
No tarde un solo segundo en tenerla como realmente quería, mis manos atraparon su nuca y mi boca se adueñó de la la suya, mis labios probaron los suyos deleitandose de lo perfectamente inocentes que se sentían. Dulces, suaves...
Todo mi cuerpo se incendio de deseo, de necesidad pura por sentirla. En cuanto mis dedos sintieron como se estremecía, cuando mi cuello sintió sus fríos dedos tocandome, cuando su sus labios me probaron con una mezcla de alivio, deleite e inocencia supe que no podría parar de probarla, de adueñarme de lo que tanto me había contenido por tener...
Un completo idiota por no notar las estúpidas señales, sus sonrojo, sus palabras llenas de un secreto que no se atrevía a revelar...
No importaba la causa, no importaba el motivo por el cual no había dejado que viera que le atraía, lo único importante es que ahora lo sabía. Y no era ella únicamente la que sentía atracción por mi, yo la sentía por ella, de una forma tan ridículamente intensa que cada noche tenía que nadar por horas para mantener mi cuerpo bajo control. Pero no más, no tenía que contenerme más...
Gruñi en cuanto sus dedos tiraron de mi pelo, esa necesidad de seguir y parar al mismo tiempo. La pegue todo lo que pude a mi cuerpo profundizando aun más ese beso que aniquilaba todos mis sentidos, me deleite en la piel expuesta de su cuello, sintiendo su pulso acelerado, sus dedos enterrandose ahora en mis antebrazos...

- Me encanta tu perfume...

Susurre inhalando profundo sobre su piel...
Mis manos sujetaron sus caderas haciendo que sus piernas se anclaran a mi cintura, volviendo a su boca para beber de ella, todo se había difuminado a mi alrededor, nada más importaba, nada era más imperioso que beber de ella todo lo que pudiese darme...
No se en que momento la situación se salio de toda proporción, lo único en lo que podía pensar era en que me tenia por completo consumido, lleno de un deseo que no podía ni quería detener. Avance por ese pequeño comedor sin prestar atención a nada más que su boca sobre la mía, que su sabor mezclándose con el mio. Tropecé, no tengo idea ni con que, haciéndonos caer de forma bruzca contra el suelo. Bueno fue que tuviese los reflejos suficientes para lograr girar mi cuerpo y que en la caída ella resultará sobre mi, evitando que se lastimara de alguna forma. El problema? Su pelvis pegada a mi hereccion despertando aún más este deseo de perderme en su piel...
Nuestras bocas se separaron por inercia, pero estábamos a milímetros, nuestras respiraciones aceleradas por lo intenso que se se había tornado todo, mis manos sujetando sus caderas, sus manos pequeñas y delicadas sobre mi pecho, sus ojos verdes y brillantes anclados en los míos, sus labios rojos e hinchados y su aliento fresco mezclándose con el mio...
Nada, absolutamente nada podría llegar a parecerme tan sensual y atractivo como la imagen de ella así, sobre mi, con su cabello negro y brillante cayendo a nuestro alrededor.
Daniela sin darse cuenta había logrado en solo un maldito segundo que perdiera todo mi maldito control...

- Dime que no te lastimastes...

Pedí sin dejar de observar sus ojos, tardo algún par de segundos en reaccionar y cuando lo hizo un perfecto rubor cubrió aún más sus mejillas, un rubor que me encanto saberme el causante.
Negó al mismo tiempo que intentó levantarse.
Ah no!! Eso sí que no lo pensaba permitir. Antes de que ella lograra apartarse un poco, antes de que pudiera reaccionar siquiera en un rápido y seguro movimiento gire de nuevo nuestros cuerpos ya devorando una vez más su boca, sin dejarle tiempo de nada. Adentrando mi lengua una vez más en esa boca que me sabía a sereno, a rocío y libertad...
Mis manos se recrearon en toda la piel que tenia a mi alcance, mi boca de gustaba la suya cual si fuese el mejor alimento que pudiera conseguir, logrando que sus manos se recreará en mi espalda por sobre la ropa, en un maldito intento de acercarnos aun más. Me deleite con el gemido que escapó de sus labios en cuanto mi lengua se puso a pasear en descenso, primero probando su mandíbula, luego rozando la deliciosa y perfecta piel de su cuello, sus uñas se enterraron en mis brazos y su cuerpo ardía, podía sentir que deseaba mucho más de lo que hasta ahora estábamos haciendo, lo que me llevó a explotarla con más decisión, paseando mis manos por sus senos cubiertos, lo que causó que mordiera ansiosa su labio. Lo deseaba, todo su cuerpo me lo decía, todas las reacciones instintivas de su cuerpo me decían que quería entregarse, quería que la tuviera. Y la tendría...
No tarde en apartar mi abrigo y la maldita camiseta de algodón de mi cuerpo, sin dejar de tocarla, de besarla, de sentir como cada caricia la encendía mucho más. Volví a su boca hambriento por probar todo de ella mientras desataba el maldito lazo de su bata y liberaba su cuerpo de ella.
Todo empeoró en solo una fracción de segundo. Porque verla con ese pequeñito camisón de gaza casi trasparente en algunas partes, ver esa pequeña braga negra en su intimidad terminó de lograr que perdiera mi compostura. Esto necesitaba hacerlo de forma cómoda, tranquila, porque quería y pensaba disfrutarla por completo.

En las llamas de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora