PRÓLOGO

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Unas grandes nubes de un color negro oscuro sobrevolaban las solitarias calles de Fountain Hills. El pequeño pueblo de Arizona hacía tiempo que no veía nada parecido.

Las gotas caían grandes, visibles a simple vista, mojando la ropa oscura del chico que observaba el ramo de flores de entre sus manos.

Sus ojos parecían tristes, pero no lloraban, y su espalda se mantenía firme y recta, como si de una tabla se tratase.

Su cabello era castaño claro y estaba perfectamente peinado hacia arriba, con los mechones chorreando agua de lluvia por su frente y rostro.

Su mirada era firme, y no se despegó en todo momento de la tumba a sus pies.

Se movió y dejó caer el ramo justo en frente, mientras me acercaba con pasos lentos y nerviosos, incapaz de no temblar bajo aquel frío, y sobre todo, soportando el peso de su mirada entonces fijada sobre la mía.

La tormenta sobre nosotros solo lo hacía todo más aterrador, mientras la luz intermitente de los truenos se reflejaba en sus castaños ojos.

Se agachó con determinación, esta vez ignorando mi posición, y aunque luché por no vacilar mientras me acercaba, mis pies se movían con torpeza descalzos sobre el barro.

No me atreví a decir nada, sin embargo no hizo falta.

Sus ojos entristecidos, me atrevería a decir heridos, me guiaron hasta el trozo de piedra de nuestro frente.

''Aquí yace Malia Steel.

Descansa en paz, pequeña.''

Mis ojos se abrieron con puro horror, y no pude evitar abrir ligeramente la boca cuando noté cómo mi corazón se partía en mil pedazos.

Me dejé caer de rodillas, sin importarme que estas, desnudas, se rozasen contra el barro y las rocas del suelo, y mis ojos se nublaron por las lágrimas.

Me llevé una mano al pecho mientras el chico de mi lado me observaba sin pestañear, con las manos sobre sus rodillas también inclinadas.

Entonces, supe la razón del ardor en mi pecho.

Mi mejor amiga estaba muerta.

HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora