Dylan y Simon se habían acostumbrado más rápido de lo que imaginaban a la rutina en Nueva York. Ahora se levantaban a la vez y mientras Dylan se preparaba, Simon dejaba las cosas del colegio listas, y cuando le tocaba a Simon prepararse, Dylan preparaba el desayuno. Una vez que el pequeño estaba listo, ayudaba a su hermano a llevar el desayuno a la mesa y desayunaba juntos.
Normalmente tenían entre quince y veinte minutos para desayunar antes de salir de casa y como ninguno era de comer mucho, tenían tiempo de sobra.
Cuando Simon estaba terminando de ponerse la mochila, Dylan abrió la puerta para irse, pero se encontró de frente con Brook y una mujer que podía ser perfectamente su abuela, aunque no parecía demasiado mayor.
–Hola.– Dijo Brook.– Estaba apunto de tocar el timbre.
–Pues buenos días. ¿Quién es?– Preguntó señalando con la cabeza a la mujer.
–Oh, ella Nani Olsen. Vive en el segundo. He pensado que quizás podía venir a cuidar de Simon por las noches cuando trabajas. Ya sabes, para que no se quede solo.
–Vaya, te lo agradezco mucho, pero es que no sé si puedo permitirme una niñera.
–Te llamas Dylan, ¿verdad?– Dijo Nani con una sonrisa muy dulce.
–Si.
–Pues verás, Dylan. Trabajé cuidando niños desde que tenía tu edad, y ahora que estoy jubilada los echo de menos.– Miró a Simon y el niño sonrió.– No voy a cobrarte nada. Me aburro demasiado en casa y cuando Brook me habló de tu situación quise ayudar.
–¿Mi situación?– Dijo llevando la mirada hacia Brook.
–Tus horas de trabajo, tu salario, el tiempo que llevas aquí... déjame ser una buena amiga y vecina y echarte un cable.
–La amiga y vecina Brook.– Dijo asintiendo y sonriendo.
–¡Como Spider-Man!– Dijo Simon y todos se rieron.
–En cualquier caso, gracias Nani. La verdad es que me vendría muy bien su ayuda. Y si en algún momento ve que estoy abusando de usted y necesita dinero solo dígalo y...
–¡Por dios! No me hables de usted, chico. No soy tan mayor.– Dylan se rió.
–Está bien, pero ahora tenemos que irnos, la avisaré esta noche.
–Cuando quieras.
Dylan y Simon salieron directos al colegio después de aquello. Simón no había puesto ninguna pega en cuando a lo de que Nani se quedase con él, parecía una mujer agradable, incluso a Dylan le hubiera gustado tenerla de niñera cuando era niño.
Al volver a casa, Dylan habló con Nani acerca de como iban a organizarse y de cómo era Simon. No pareció haber ningún problema y cuando llegó la hora de ir a buscar a Simon al colegio todo estaba arreglado.
–Si tenéis algún problema llamadme y estaré aquí enseguida.– Le dijo Dylan a Nani mientras se preparaba para irse a trabajar.
–Está todo controlado, Dylan. Y ahora vete o llegaras tarde.
–¡Simon me voy!– Dijo asomándose al salón, donde Simon estaba jugando.
–Vale. Pásalo bien.
–Me voy a trabajar, enano.
–Puedes pasalo bien trabajando.– Dylan se rió.
–Nos vemos luego.
Dylan salió de casa hecho un manojo de nervios. Le imponía más aquel trabajo que cualquier otro de camarero, pero aún así a las ocho menos cuarto, completamente puntual, estaba en el club.
–Oh, tu otra vez.– Dijo el hombre de la entrada al verle.
–Si, es que ahora...
–Trabajas aquí. Lo sé. Te están esperando.
–Gracias, eh...
–Kevin Hale.
–Gracias kevin.– Dijo entrando.
Todas las mesas estaban recogidas con las sillas sobre ellas, y las chicas ensallaban sus números en el escenario dirigidas por Bryce.
–¡Eh!– Le llamó Noah desde la barra y él se acercó.– Que puntual. La mitad de la plantilla aún no ha llegado.
–¿Y ellas?– Señaló con la cabeza a las chicas, entre las cuales estaba Brook.
–Llevan aquí casi toda la tarde ensayando.
–Noah, ¿este es el nuevo?– Dijo un chico el doble de fuerte que Noah, moreno y media cabeza más alto.
–Si. Dylan, este es Aaron, el barman jefe. Aaron, este es Dylan.
–Bienvenido, Dylan.
–Gracias.
–Vamos, ven conmigo. Voy a enseñarte un poco todo esto.
–¿No puedo enseñárselo yo?– Preguntó Noah.
–No. Tu prepara la barra.– Noah rodeó los ojos y se marchó hacia la barra mientras Dylan se iba con Aaron.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...