Capítulo 37: Con la verdad por delante

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Dylan volvió a casa muy asqueado. No entendía como Tina se había prestado a trabajar en un lugar así. Cuando Louane dijo que necesitaba el trabajo no pensaba que estuviera tan desesperada. Él no lo estaba ni de lejos. Con su sueldo llegaba perfectamente a fin de mes.

Decidió no pensar en nada que tuviera que ver con el Gold Park. Disfrutó de un domingo tranquilo con su hermano sin pensar en nada del trabajo, ya se enfrentaría a ello el lunes.

Así que cuando llegó el día, Dylan le dijo a Bryce y a Louane que quería hablar con ellos en privado.

–¿De qué quieres hablar?– Le preguntó Louane mientras se sentaba en su escritorio y Bryce cerraba la puerta.

–He... he estado con Tina.

–¿Y está bien? ¿Como se ha tomado el despido?

–Si, bueno... esta trabajando en el Gold Park.

–¿Cómo?– Louane se quedó blanca.

–Ay mi niña, ¿pero como se ha metido ahí?– Dijo Bryce poniéndose junto a Louane.

–Olvida eso. ¿Qué demonios hacías tú ahí?

–Alex me invitó a una copa. Sólo eso.– Louane suspiró.– ¡No me juzgues! Necesitaba un respiro.

–No te juzgo, Dylan. Es que... ¿También te han ofrecido trabajo?

–¿Como lo sabes?

–Será hijo de puta.

–¡Bryce!

–Perdóname, querida, pero cada vez que tenemos una buena bailarina que descarta, viene y se la lleva. ¡Eso es así! Acuérdate de Camille.

–¿Quien es Camille?

–Era una chica que trabajaba aquí cuando abrimos el club. Era realmente buena, pero como no, Steven le ofreció un contrato que yo no podía superar.

–Se fue con él...– Adivinó Dylan.

–No volvimos a saber de ella.

–Mantengo lo que dije el otro día, Louane. No pienso irme.

–Eso ya lo sé, cielo. ¿Pero Tina...? Conociendo a Steven seguro que la está prostituyendo.

–¿Sabes eso también?

–Conozco muy bien a Steven.

–Tina no aguantará mucho allí. En cuanto se dé cuenta de lo que es eso realmente, se irá.

Louane suspiró de nuevo y miró a Bryce.

–Dime una mentira.

–Dylan se equivoca. Tina no va a volver nunca.

–Gracias.– Bryce le sonrió y le acarició la mejilla.

–Gracias por contarlo.– Le dijo Bryce con una sonrisa sincera.

–No hay de que.– Dylan asintió un par de veces.– Será mejor que me marche. Tengo que prepararme.

Dylan salió del despacho de Louane mucho más tranquilo. Se había quitado un peso de encima al hablar con ellos e informarles de lo que estaba pasando, pero sus problemas no acababan ahí, aunque para resolver lo siguiente, tendría que esperar a su descanso, y como mucho tendría cinco minutos.

Noah estaba en el centro de la azotea fumando. Todo estaba en silencio mientras observaba la ciudad de noche. Arrastraba ojeras de no haber dormido apenas en aquellos días, así que de no haber sido por él, se habría quedado dormido allí mismo.

–Hola, tío.– Dijo Dylan y Noah se dio la vuelta sorprendido.

–¿Qué haces aquí?

–Quiero hablar.

–Pues yo no.– Se dio media vuelta respirando con dificultad y Dylan se acercó a él.

–Es curioso, debería haber sido yo quien no hubiera querido hablar.

–Dylan, por favor. ¿Qué quieres? ¿Hacerme sentir peor? Porque te advierto que es complicado.

–No quiero que te sientas mal.

–Intenté violarte en el descansillo de mi edificio.– Noah le miró a la cara por primera vez en tres días.– ¿Como quieres que no me sienta mal?

–Porque me han contado que cuando bebes... se te va la cabeza y no piensas. Y al igual que Aaron, Derek, Ed y todos aquellos que no sé, te perdono.

–No es lo mismo.– Dio una calada para evitar llorar.– Con el resto no era consciente de lo que hacía. Contigo fue diferente.

–Estabas borracho.

–¡Y una parte de mi quería hacerlo!– Gritó.– No sabes la putada que es... ser gay y enamorarte de un hetero.

Dylan se quedó callado. Nunca nadie se le había confesado, y mucho menos así. La cara de Noah, por el contrario, era un cuadro: tenía los ojos vidriosos como quisiera llorar, la garganta le temblaba como si quisiera gritar y su pulso hacia que pareciera que quisiera darle una paliza.

–Siento no poder ayudarte.

–¿Ayudarme? ¡Si hubiera sido posible nada de esto hubiera pasado!

–Noah, no sé si realmente podría ayudarte. No sé si esto es culpa mía, tuya o del gracioso que controla la vida. No sé que hacer con mi desastre de vida. ¡No sé que hacer ahora!– Fue elevando el tono en cada frase.– Pero lo que sí sé es que no quiero perder a mi mejor amigo.

–Dylan, no se si voy a poder ser solo tu amigo.

–Entonces eres tu quien me va a romper el corazón.

Noah agachó la cabeza y Dylan se acercó para ponerle una mano en el hombro. Sin mirarle, pudo sentir como comenzaba a llorar y lo primero que hizo fue abrazarle.

Noah se sintió un poco desprevenido, pero tenía la sensación de que Dylan también necesitaba aquel abrazo y no de alguien a quien quisiera, sino de alguien en quien confiara.

–Siento todo lo que ha pasado.– Logró decir Noah al rato.

–No sientas nada.– Se separaron.– Oye haz el favor de no llorar más, ¿vale? Las chicas van a pensar que eres muy dramático si te ven llegar con todo el maquillaje corrido.– Noah se rió.

–Eres idiota.– Noah se terminó de limpiar las lágrimas y respiró hondo.– Un idiota adorable.

Después de eso, Noah volvió al club para seguí trabajando. Dylan esperó un minuto más procesandolo todo, pensando en que tenía suerte de conocer a alguien como Noah. Y que puede que el chico le hubiera dado la confianza para decir algo más.

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