Capítulo 16: Noche de Pole Dance

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Para cuando el resto del equipo de camareros llegó, Dylan llevaba allí un buen rato viendo el ensayo con una sonrisa de medio lado.

En realidad, la banda llegó un poco antes ya que tenían que ensayar con las chicas, así que Dylan disfrutó de unos cuantos pasas más en exclusiva de Brook en la barra.

Cuando el equipo de camareros llegó, Dylan no se dio ni cuenta, hasta que Noah se acercó a él y se sentó a su lado.

–¿Cuanto llevas aquí?– Preguntó Noah apoyándose en la mesa.

–Toda la tarde.– Dijo con una sonrisa y después miró a Noah.– ¿Hay que empezar ya a trabajar?

–Tenemos dos minutos hasta que Aaron venga a llevarnos a rastras.

–¿Siempre lo tienes todo pensado?

–No. Con la gente que me gusta prefiero dejarme llevar... Pensar mucho te hace infeliz.

–¿Habla la voz de la experiencia?

–Te sorprendería la de cosas que me han pasado en la vida.

–No me asustes, Noah.– Se rieron.

–Si un día me invitas a cenar, te contaré cosas.

–¿Te vale con una hamburguesa y un refresco?

–Por algo se empieza, ¿no?– Noah sonrió dulcemente. Le recordaba a cuando las chicas de Kansas sonreían a sus respectivas parejas.

–Eh, vosotros dos.– Les llamó Aaron.– Tenéis trabajo, ¿recordáis?

–Dos minutos.– Dijo Noah señalando su reloj.

–Exactos.

Aquella noche se colgó el cartel de Noche de Pole Dance en la entrada del club y se notaba bastante, ya que había subido la clientela. Cada vez que el publico aplaudía Dylan se preguntaba que clase de problemas tendría Louane para no pagar las facturas.

Después de varios números de Pole Dance y algo de música en directo, los artistas hicieron un descanso para tomar algo. Como habían acordado, Janet le llevó algo de beber a Derek y a la banda (sobre todo a Derek) mientras que Dylan se lo llevó a las chicas. Entró en el vestuario femenino con una bandeja llena de copas y fue con ellas hasta donde pudo apoyarla entre brochas manchadas de maquillaje y botes de purpurina.

–¡Bebidas, chicas!– Anunció Dylan y todas se acercaron.

–Dylan, eres un ángel.– Dijo Coco cogiendo un baso de vino blanco.

–Sólo hago mi trabajo.

–Un buen trabajo.– Dijo Louane acercándose a él.

–Gracias, Louane.

–¿Cuál es la de Tina?– Dijo señalando a los dos últimos chupitos de la bandeja.

–Ambas.

–Oh, dios...– Suspiró Louane y cuando Tina se acercó a por los vasos, ella los cogió y los alejó de ella.

–Eso es mío.

–Pues a tu salud.– Dijo Louane bebiéndose los dos chupitos de un trago.

–Toma.– Dijo Dylan.

–Ala, ya está.– Dijo Louane dejando los vasos vacíos en la bandeja mientras Tina hacia una mueca.– Yo me mareo y tú te cambias. Sales de nuevo en cinco minutos.

–¿Ahora eres mi madre?– Se quejó Tina marchándose.

–A ver si adivino: Tina es la oveja negra del club.

–Correcto, guapo.– Dijo Bryce acercándose con un brazalete.– Te lo he arreglado.

–Mi héroe.

–¡Louane!– Dijo una de las bailarinas acercándose en ropa interior y con gafas de pasta.– He perdido una lentilla en el escenario.

–Vale pues si te caes al patio de butacas estira cacha y saca pecho.

–¡No olvides que eres una diosa!– Añadió Bryce.

–Gracias Bryce.– Dijo con una sonrisa y siguió preparándose.

–¿Todo siempre es así de rápido aquí detrás?– Preguntó Dylan al ver que las chicas no tenían ni un minuto para respirar.

–Así mantiene el tipo.

–Si bailases tan bien como te quedan los tacones...

–Lo siento, Louane.– Le interrumpió Dylan mirándola.– Yo no sé bailar.

–Hay muchos tipos de bailes.

–Lo sé pero...

–¡Grupo dos al escenario!– Grito Bryce.

–Deberías volver al trabajo.– Le aconsejó Louane.– Pero intenta bailar un día de estos, ¿vale? Aunque sea en casa.

Dylan apartó un poco la mirada y después decidió que a lo mejor ya era hora de volver a trabajar.

Durante el resto de la noche, Dylan no dejó de pensar en aquello de bailar. Nunca había sido una de sus grandes pasiones en Kansas, pero tampoco es que tuviera muchas oportunidades, aunque luego miraba a las chicas del club y se moría de ganas de subir con ellas, a pesar de que él no sería capaz de ponerse un corsé y tocarse más de la cuenta.

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