–No pensaras en serio hacerle caso, ¿verdad?
Dylan había pensado en lo que Tina le había dicho aquella tarde. Ahora estaba sentado frente a su espejo intentando que no le temblara el pulso para hacerse la raya del ojo, cosa bastante improbable, mientras Brook le miraba de pie tras él mientras terminaba de ponerse su peluca rosa.
–Aunque me reviente decirlo, Tina tiene razón.– Dijo dejando caer el lápiz de ojos.– Todo es culpa mía.
–¿Te refieres a que ahora el club se llena cada noche, conseguimos más dinero y estamos más cerca de saldar la deuda? Si es así, eres completamente culpable de salvar a un montón de gente de quedarse en la calle.
–¿Conoces la situación actual del club?– Dylan se giró hacia ella.
–Soy buena en matemáticas. A veces, Bryce me pide consejo.– Brook se agachó un poco y se acercó a él.– Tenemos hasta el próximo viernes para pagar las deudas, y probablemente el martes podamos pagarla.
–¿Hablas en serio?
–Todo gracias a ti. Es tu culpa.– Sonrió y se levantó, preparada para irse.– Y ahora, me espera un trapecio, suerte con tu maquillaje.
Uno de los espectáculos nuevos que Bryce y Louane habían creado, involucraba varios números circenses como el trapecio al que Brook se había ofrecido voluntaria para subirse. Debido a su capacidad para bailar Pole Dance no se le dio demasiado mal aprender a manejarse en las alturas.
Dylan no participaba en aquellos números, por lo que aquellas noches, tenían un poco más de tiempo libre. Después de un par de pases suyos, tuvo un descanso en el que pudo salir a tomar una copa.
–¿Como se os está dando la noche?– Preguntó a Noah y a Aaron cuando llegó.
–Se te echa de menos.– Le dijo Noah.– Estamos desbordados.
–Bueno, en dos semanas tendremos a Tina.
–Si, jupi. ¡Janet! Tengo tu comanda para la mesa 5.– Le llamó Noah y ella llegó y corriendo.
–Gracias, guapo.
–Hola, Janet. ¿Qué tal tu cita anoche?
–Sólo faltaron los fuegos artificiales.– Dijo cogiendo las copas antes de irse.
–Que suerte tienen algunas...– Suspiró Noah.
–No te hagas el penas.– Le dijo Aaron dándole un golpe en el hombro antes de volver al trabajo, pero a los pocos minutos, Steven Parker entró en el local en busca de una mesa vacía y Noah se les quedó mirando muy serio.
–¿Qué hacen aquí?
–Y yo que sé. Dejarse el dinero en el club, total, a ellos les sobra.– Dijo Aaron pasando un poco del tema, pero Noah parecía enfadado de verdad.
–Noah, ¿Estas bien?– Le preguntó Dylan.
–Si. Perfectamente.– Dijo intentando aparentar normalidad, pero en cuanto puso un vaso en la barra para preparar una copa, lo dejó caer y se rompió.
–Si, claro.– Aaron se acercó a él, le agarró del brazo y le obligó a mirarle.– Noah, calmante. Sal fuera, fúmate un cigarro o la caja entera, lo que quieras. Pero cálmate un poco.
–Lo siento, Aaron, pero sabes que me revienta que venga.
–Ya, ya lo sé. Venga, tomate un descanso.– Le dijo empujándole un poco y obligándole a que saliera del local, aunque Dylan no entendía por que.
–¿Qué demonios le pasa a Noah con ese tío?
–Noah es... muy sensible. Y odia a ese tío por todo lo que le ha hecho a Louane.
–Vaya. Recuerdame que nunca me gane el rencor de Noah.
–Si, claro. No hay problema. Y ahora haznos un favor a todo el mundo y sube a mover el culo al escenario.
Dylan sonrió un poco y después volvió a su puesto para prepararse y volver al escenario. Una vez arriba y tras haber empezado a bailar, no podía quitarse de la cabeza la expresión de Noah al ver a Steven Parker. Pensó en lo que les habría hecho pasar a todo el mundo y en que si él no hacía algo, Louane perdería el club.
Aún así, el público no dejó de aplaudir al final. La gente pedía copas todo el rato y siempre estaba hasta la bandera. Todo el mundo deseaba que Brook tuviera razón y pudieran pagar el mismo martes, pero siempre quedaba ese punto negro de "¿y si no podemos?"
Al salir del trabajo, Brook le pidió a Dylan que no le esperara. Al parecer iba a quedarse un rato Louane y Bryce a revisar las cuenta y llegaría tarde a casa.
Al salir, Dylan vio un Porsche plateado aparcado frente al club, y junto a él estaban Steven y Alex Parker, al parecer esperando a que saliera, porque en cuando le vieron, fueron directos hacia él.
–Dylan, mi más sincera enhorabuena.– Dijo Steve.– Realmente haces honor a los titulares del periódico.
–¿Qué titulares?
–The New York times ha escrito un artículo acerca del club y de ti.– Le explicó Alex enseñándole la página en su móvil.– Te ponen por las nubes.
–Ya, pues gracias.
–No sé como Louane te tenía camuflado entre los camareros.– Dijo poniéndole una mano en el hombro, cosa que le incomodó bastante.– Te mereces algo mejor.
–¿Algo mejor?
–En el Gold Park serias toda una estrella, y te trataríamos mucho mejor que aquí.
–¿Qué le hace pensar que aquí me tratan mal?– Alex se rió.
–Supongo que las cartas de embargo no te permiten tener un buen sueldo.
–Eso es mentira.
–Tu considera la oferta, Dylan.– Dijo Steve dándole una tarjeta.– Sabes dónde estamos.
–Vale, gracias, pero no voy a necesitarlo.– Le devolvió la tarjeta antes de irse.
–Sé que entrarás en razón, chico.– Le gritó mientras se subían al coche.– Y cuando eso ocurra, vendrás a buscarnos.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...