Capítulo 29: La expulsada

37 2 0
                                    

Dylan y Brook caminaron en silencio hasta su edificio. Ambos estaban cansados tras aquella jornada laboral. A Dylan empezaban a dolerle las pies por culpa de los zapatos de baile incluso con sus deportivas más cómodas, no entendía como Brook se había acostumbrado a algo así.

Cuando llegaron a su piso, ambos se dieron las buenas noches, pero antes de que ninguno pudiera entrar a su respectivo hogar, Dylan se dio la vuelta para decir una última cosa.

–Gracias.– Dijo y Brook le miró extrañada.

–¿Gracias por qué?

–Gracias por... ayudarme conseguir este ascenso. A demostrarle a Louane que sé bailar. Simon y yo lo necesitábamos de verdad.

–Bueno, para eso están las amigas y vecinas, ¿no?– Brook se rió y terminó de abrir la puerta.– Hasta mañana.

–Hasta mañana.

Dylan se sintió mucho más tranquilo al darle las gracias a Brook, como si se hubiera quitado un gran peso de los hombros y ahora fuera un poquito más libre.

Entró a casa en silencio y con una sonrisa imposible de disimular en la cara. Además, en cuanto se tumbó en la cama, se dio cuenta de que Bryce tenía razón: si subias un poco la mirada, la vista era mejor.

La noche pareció durar tres segundos para Dylan. Cuando quiso darse cuenta, era de día y tenía que levantarse. Los sábados no tenía prisa por llevar a Simon al colegio, pero si por pasar un rato de su vida con él.

Según Simon, había hecho los deberes el mismo viernes para darle una sorpresa a su hermano y poder estar un rato juntos. Aquello alegró un poco a Dylan, al menos hasta la hora de irse.

–Mañana todo el día juntos. Lo prometo.– Dijo Dylan cogiendo sus cosas.– ¿Te parece si vamos a Central Park?

–Si, mola.– Sonrió.

–Además, mis compañeros de trabajo me han hablado de un sitio allí cerca que hacen unos helados alucinantes.– Simon se rió.– Me voy a trabajar.

–Algún día podrías llevarme a ver tu trabajo.– Dijo Simon y Dylan se quedó helado.– Estuve en tus otros trabajos en Kansas muchas veces, y hablas muy bien de tus compañeros.

–Sy, esto no es Kansas. Que mi trabajo esté bien... no significa que puedas visitarlo.

–¿No hay nada ilegal en ese trabajo, no?

–¿Qué? No. Solo son cosas de mayores, aburridas, ya sabes.

–Aún así me gustaría ir.

–Lo siento, Sy. Pero no puedes.

–Pero...

–Lo siento, llego tarde. Nos vemos esta noche.

Dylan odiaba tener que mentirle a su hermano, pero no podía dejar que le viera en tacones y maquillado.

Estuvo pensando en aquello durante todo el ensayo y parte del descanso hasta que Brook le devolvió al mundo real.

–¿En que piensas? Estas como ido.

–Mi hermano quería venir a conocer el club.

–¿Tienes un hermano?– Dijo Giorgia emocionada.

–Si, de diez años.

–Se llama Simon.– Añadió Brook y todas suspiraron.

–¡Ay por dios! Me muero de amor.

–¿Y por qué no quieres traerle?

–Porque yo soy todo lo que tiene ahora mismo, Coco. Y no creo que me admire de la misma manera si me ve como una Drag Queen.

–A lo mejor le gusta.

–No creo que pensase lo mismo del Capitán América si luchara con un corsé.

–Algún día tendrás que contárselo, Kansas.– Le dijo Brook.

–Puede, pero todavía no.

Dylan agachó un poco la cabeza. No quería seguir hablando de su hermano ni de cuando iba a contarle nada acerca de su vida laboral. Y puede que las chicas hubieran seguido preguntando, pero entonces las puertas del club se abrieron y todas miraron hacia la misma dirección.

–¡Mirad quien ha vuelto!– Anunció Bryce y todas vieron a Jessie acercarse con unas muletas.

Las chicas aplaudieron la vuelta de Jessie mientras se acercaba como podía hasta ellos con la ayuda de Bryce y las muletas.

–¿Como estas, cielo?– Le preguntó Yoyo.

–Mejor. Es un simple esguince, pero no podré bailar por el menos en dos semanas.

–¿Y luego?

–Luego pienso volver a pisar el enserio como una reina.– Las chicas se rieron y aplaudieron.

–¡Di que si, nena!

–Gracias, chicas. Y a ti también Dylan.

–¿Yo? ¿Qué he hecho ahora?

–Ya me he enterado que en vez de quedarte mi puesto te has adueñado de todo el escenario.

–He hecho lo que he podido.

–No seas modesto, he visto los vídeos. Eres alucinante.

–Pues no te fíes tanto, porque en cuanto vuelvas, alguien va a tener que irse.– Dijo Tina y todas la miraron.

–¿Qué quieres decir?

–Las coreografías están hechas para un número determinado de personas y con una más, no me salen las cuentas.

–Tina tiene razón.– Dijo Louane apareciendo en el escenario.– En cuanto Jessie esté mejor, alguien tendrá que irse.

–Pero Louane, ¿cómo nos vas a hacer eso? ¿Dejarnos en la calle?

–No te preocupes, Silene. No voy a echar a nadie.

–¿Y que vas a hacer con la que sobre?– Preguntó Tina.– ¿Vas a dejar a alguna en el banquillo?

–No hables como si fuera alguna de tus compañeras, Tina.– La miró.– Tu eres la que sobra.

–¿Qué?– Protestó levantándose.– ¿Hablas en serio, Louane? Dime que es una puñetera broma.

–Lo siento, Tina. Pero he estado observando y creo que esta es la mejor decisión.

–¡Ja! Por que tu lo digas. ¿Y que vas a hacer conmigo? ¿Eh?

–Pues la verdad es que a Aaron no le vendría mal una camarera.– Tina se echó a reír.

–¿Yo? ¿Sirviendo mesas? Louane, estas borracha.

–Para nada. ¿Y tú? Sobre esta hora ya sueles empezar a beber.

–¡No pienso ponerme a recoger vasos!

–Pues elige: o camarera o a la calle. Y no te pongas digna que sé que necesitas el trabajo.

Tina se enfureció mucho más de lo que ya estaba, cogió su mochila y antes de irse a los vestuarios, se acercó a Dylan.

–Todo esto es por tu culpa, granjero. Que te quede claro.– Le dijo enfadada antes de irse.

Show me your burlesque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora