Pasaron por lo menos otras dos semanas desde que Tina se fue del club, y nada de lo que había dicho se había cumplido. Nadie la echaba exclusivamente de menos, ni entre las chicas ni entre el público. Gracias a Dylan nadie echaba de menos la presencia de una chica menos.
También había llegado el día en que Louane debía pagar todas sus deudas y, para alegría de todos, pudo hacerlo. Todo el equipo del club durmió tranquilo aquella noche, sin miedo a perder el empleo al día siguiente.
Pero aquel día, Dylan le pidió a Louane si podía darle el día 17 de mayo libre. Ella el preguntó si podía saber el motivo y su respuesta fue que ese día él cumpliría 21 años, y ya que no pasaba mucho tiempo con su hermano, aquel día quería estar con él. Louane le sonrió y le dijo que no había ningún problema.
Su cumpleaños caía jueves. Dylan pudo dormir con tranquilidad al saber que no tendría que ir a trabajar. Al despertarse sonrió. Veintiún años, apenas se lo creía. Escuchó la puerta de su cuarto abrirse poco a poco, sabía que era su hermano, así que pensó en hacerse el sorprendido, pero lo último que se esperaba es que Brook apareciera allí con un montón de bollos a modo de tarta con una de velas mientras ella y Simon cantaban felicitándole.
–Pero bueno, ven aquí.– Dijo subiendo a su hermano a la cama y le abrazó.
–Feliz cumpleaños.
–Gracias, Sy.– Dijo y después miró a Brook.
–Vamos, Kansas. Sopla las velas.
Simon se sentó junto a Dylan mientras Brook se sentaba en el borde de la cama y acercaba los bollos a Dylan. Él sonrió, pidió un deseo y sopló las velas. Después se levantaron, Simon se subió a la espalda de Dylan y fueron hasta el comedor para servir el desayuno.
–¿De donde has sacado estos donuts? No había visto nada parecido en mi vida.– Dijo Dylan cogiendo uno.
–Eso es por que no son donuts. Son cronuts. Una especie de mezcla entre el donut y el cruasán. No preguntes, solo disfrútalo.– Le explicó Brook y Dylan le pegó un bocado a uno.
–¡Dios esto está alucinante!
–Te lo dije. Es una de las cosas más alucinantes del Soho.
–Espera, espera. ¿Has ido hasta el Soho solo a por cronuts?– Le preguntó Dylan son una sonrisa pensando en lo mucho que debía significar para Brook si había ido hasta allí solo para eso.
–Bueno, es tu cumpleaños. Pero no te creas demasiado importante, Kansas. A mí también me gustan los cronuts.
–Dylan.
La voz de Simon provenía del pasillo, donde el niño estaba de pie sujetando un paquete mal envuelto con papel de regalo. Dylan no sabía que decir, se levantó y se arrodilló frente a su hermano, que le daba el paquete con una sonrisa de oreja a oreja. Dylan abrió el paquete y descubrió una camiseta pintada por el mismo Simon donde había hecho dibujos significativos de Los Vengadores y en el centro había escrito "I'm a hero".
–¿Te gusta? La he hecho en clase de manualidades.
–¿Gustarme? Simon, es el mejor regalo del mundo.– Dijo Dylan evitando llorar y le abrazó.– Gracias, de verdad.
–Te quiero, Dylan.
–Y yo a ti, Super Sy.
Dylan no esperó para ponerse la camiseta. Le encantaba, era todo lo que un hermano mayor podría desear: que su hermano pequeño lo viera como un héroe.
Los tres se fueron a comer fuera de casa. Aquella era toda la compañía que Dylan necesitaba en su cumpleaños, su hermano y su mejor amiga. Por la tarde, Brook tenía que ir a trabajar, pero se sabía los bailes del derecho y del revés, así que se permitió el lujo de ir un poco más tarde y tomar un helado con los chicos. Mientras estaban en la cola para los helados, el teléfono de Dylan sonó, así que se apartó un poco para contestar.
–¿Diga?
–Feliz cumpleaños, hijo.
–Papá.– Dijo con una sonrisa.– Me alegro de oírte.
–Y yo me alegro de saber que hoy sonríes.
–¿Como sabes que he...?
–Tu tono cambia cuando sonríes.– Ambos se rieron.– ¿Qué tal tu cumpleaños?
–Genial. Simón me ha regalado una camiseta que ha hecho él. Hemos desayunado cronuts con una amiga y después nos hemos ido a comer fuera.
–Suena bien.
–Si...– Dylan agachó la cabeza hacia su chapa.– Ojalá estuvieras aquí.
–Yo también te echo de menos, Dylan. Espero poder ir a visitaros pronto.
–Eso sería... estupendo.
–¿Qué tal el trabajo y las clases de Sy?
–Genial. El trabajo es genial y Sy lo está aprobando todo.
–Bien. Estoy orgulloso de vosotros.– Al otro lado de la línea se escuchó otra voz.– Si, claro.
–¿Papá?
–Hola, Dylan.
–Mamá...
Su padre le había pasado el teléfono a su madre, y Dylan la notaba diferente. Incluso por teléfono podía sentir que algo le pasaba a su madre.
–¿Cómo estas, cielo?
–Bien, yo bien. ¿Y tu?
–He tenido días mejores.– Hizo una pausa.– Feliz cumpleaños.– Sintió que sonreía.– Me he acordado.
–Ya lo veo. Gracias.
–Dylan...
–¿Si?
–Llevo una semana sin beber.– Dylan respiró profundamente. No era lo que esperaba escuchar después de todo lo que su madre le había dicho y hecho.– Me están ayudando a dejarlo y a ser una buena madre.
–Me gustaría pensar que llagas un poco tarde a eso. Pero supongo que sigues siendo nuestra madre.
–¿Entonces me perdonas?
–No. Te conozco, mamá. Y no puedo perdonarte porque se que vas a volver a caer. Intentamos esto hace cuatro años, ¿recuerdas?
–Vagamente.
–Aguantaste una semana, te pusiste agresiva y te escápate a algún bar del centro.
–Me esforzaré más. Quiero volver a ser una buena madre para vosotros.– Dylan suspiró.
–¿Como vas a ser una buena madre si ni siquiera eras capaz de recordar que tenías dos hijos? Dile a papá que le quiero.– Dijo Dylan antes de colgar.
No quería llorar el día de su cumpleaños, y mucho menos con la camiseta de Simon, así que respiró hondo, se frotó los ojos, se calmó y volvió con su hermano y Brook con una sonrisa.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...