Capítulo 25: Una copa para dos

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Bryce y Louane se pasaron casi una semana trabajando el doble que de costumbre para crear un nuevo espectáculo a la altura del nuevo nivel del club.

Desde que se corrió la voz que en el 7 diamonds había empezado a bailar un chico, cada noche la cola llegaba hasta la esquina de la calle, y eso que apenas habían metido variaciones en los números.

El día que empezaban con los nuevos ensayos, Bryce llegaba tarde. Todas las chicas y Dylan estaban allí a la hora que deberían estar y como su "maestro de ceremonias" particular no aparecía, decidieron ir calentando por su cuenta.

–Oye.– Le dijo Yoyo a Dylan para sacarle de su trance. Desde que habían empezado a calentar, no había dejado de mirar a Brook.– Si tanto te gusta deberías pensar en pedirle una cita, ¿no crees?

–¿Por qué lo dices?

–Dios santo. Los chicos a veces sois demasiado cortos. Desde que hemos empezado no dejas de mirarla.

–¿Se nota mucho?

–Si. Pero tienes suerte de que a Brook le guste estirar con cascos. Así no se entera de nada.

–Que bien.– Suspiró aliviado.

–Tu piensate lo de la cita. Creo que los dos estáis faltos de amor.– Dijo antes de guiarle un ojo y volver a estirar.

Dylan contempló la posibilidad de tener una cita con Brook. Llevarla a cenar, decirle lo guapa que estaba, pasear de vuelta a casa e intentar cogerle la mano. La parte negativa de todo aquello era que era demasiado vergonzoso como para pedirle salir a una chica.

Mientras Dylan le daba vueltas al tema, Bryce llegó por fin al local, pero no venía solo. Había entrado discutiendo con Janet y siguieron hasta llegar al pie del escenario.

–Buenas tardes, chicos.– Dijo Brook con una sonrisa.

–Lo serán para ti.– Dijo Janet enfadada sentándose en una silla.

–Ay hija, de verdad...

–¿Pero que os ha pasado?

–¿Qué qué nos ha pasado? Una comida familiar es lo que ha pasado.

–¿Y que?

–A ver, se supone que íbamos a hacer una comida familiar normal y corriente, pero los padres de Janet, es decir, mi hermano y su mujer, han empezado a hacer preguntas sobre el trabajo.

–Creí que tu hermano ya sabía que trabajabas aquí.

–Si, pero no sabía que YO trabajo aquí.– Dijo Janet.– Le ha dicho que podía acercarme al trabajo, "porque así podría ayudarle en lo que venía el resto de camareros y le daba mi opinión acerca del espectáculo".

–Janet, cariño, ha sido sin querer.

–¿Sabes que a mi padre no le hace ni pizca de gracia que trabaje en el mismo sitio que tu?

–¿Por qué?– Quiso saber Dylan.

–¡Porque se cree que atiendo las mesas en bragas!

–Que exagerado ha sido siempre tu padre. No sé que se piensa sobre este club, el maricón...

–¿Podrías no insultar a mi padre/tu hermano?

–¡Si lo decía con cariño! Parece que no me conoces.

–¿Se puede saber que pasa?– Dijo Derek entrando.– Se os escucha desede la calle.

–¿Qué hace aquí?– Le susurró Janet a Bryce acercándose un poco a él.

–Él también tiene que ensayar sus canciones nuevas.

–No me habías dicho nada.– Dijo con una sonrisa.

–Y ahora estás sonriendo así que de nada, cari.

–Oye, Janet.– Le llamó Derek.– ¿Me echas una mano? Necesito un oído que no sea el mío para opinar.

–Si, claro.– Se volvió hacia Bryce.

–¿Me perdonas?– Dijo él poniendo morritos.

–Eres el mejor tío del mundo.– Le dio un beso en la mejilla.

–Lo sé. ¡Y ahora todo el mundo a ensayar!

Para Janet, poder pasar tiempo con Derek fuera del horario laboral era una maravilla. Sabía que él vivía en un ático en el Upper East Side y que iba en coche a trabajar todos los días, pero fuera del trabajo apenas se veían.

Él se sentó frente a su piano y Janet acercó una silla para sentarse junto a él. Derek tocaba el piano casi mejor que en los CDs que escuchaba en casa, y le encantaba ver su cara de concentración cuando tocaba.

–Bueno, ¿como lo ves? Bien, ¿no?– Le preguntó al terminar, pero Janet no estaba atendiendo, así que tuvo que centrarse para volver en si.

–Eh, si, si. Ha estado genial.

–¿Acaso estabas escuchando?– Dijo riéndose.

–Pues claro.

–No me daba esa impresión.

–¿Insinúas que no te presto atención?

–No, si de atención no me quejo.– Dijo riéndose y Janet se puso colorada.– Oye, voy a ir a por una Coca-Cola. ¿Quieres?

–Si, vale.

Derek se levantó dejando a Janet sola frente al piano. Se había puesto nerviosisima sentándose junto a Derek relativamente solos en el piano. Respiró hondo un par de veces para calmarse un poco antes de que volviera Derek y cuando lo hizo, acercó una mesa que había junto a ellos y puso en ella un baso de Coca-Cola con dos bajitas.

–¿Y la mía?– Dijo Janet extrañada.

–Creí que no te importaría si compartimos.– Sonrió.

–Y no me importa, pero pensaba que compartir una bebida así era de...

–¿De novios? Si, yo también he oído eso.

–Ya...

–¿Sabes que más podíamos compartir?– Janet arqueó las cejas.– Una cena. Invito yo.

–¿En plan cita?

–Llámalo como quieras.– Derek se río.– ¿Qué dices? ¿Cenamos?

–Vale.– Janet sonrió.

–Para mí que acaban juntos.– Le dijo Brook a Dylan, que llevaban viendo toda la maniobra romántica desde el principio.

–¿Lo dudabas?

–Bueno chicos, se acabó la telenovela.– Dijo Bryce subiendo al escenario.– Es hora de bailar.

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