Capítulo 19: Amistades peligrosas

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Dylan salió del club un poco agobiado. Se paró frente a la puerta y respiró hondo un par de veces. Bailar en su casa era divertido por que ni siquiera sabía exactamente lo que hacía. Pero ahora que había descubierto que era capaz de hacer todo aquello, que Brook le hubiera visto le hizo sentirse horrible.

Comenzó a andar para alejarse un poco del club, y tomarse un café. Había una cafetería cerca de allí con muy buen café, así que después de un buen baso de café se sintió un poco más tranquilo. Necesitaba un rato para pensar en todo, por lo que llamó a Nani y le pidió si podía acercarse a por Simon a la escuela.

El café le entró mejor de lo que pensaba. Un café grande con leche y un poco de canela. Llevaba bebiendo café casi toda su vida, y había llegado al punto en el que el café incluso le relajaba.

Dio un paseo por aquella zona antes de que le llegara la hora de ir a trabajar. Tenía que admitir que se orientaba mejor que en Kansas, hasta que de repente pasó por delante de un edificio enorme con la fachada de ladrillo morado, ventanales enormes, luces de neón que ahora estaban apagadas y en lo alto un cartel que rezaba Gold Park. Le sonaba el nombre vagamente, pero recordó lo que era cuando Alex Parker, el hijo de Steven Parker, salió de allí.

Alex le reconoció enseguida, así que sonrió y después se acercó a Dylan como si fueran mejores amigos.

–¿Qué pequeño es el mundo, eh?– Dijo cuando se acercó a él.

–¿Pequeña una ciudad con una media de 8,623 millones de habitantes?– Le miró extrañado.

–Es una forma de hablar.– Volvió a sonreír. A Dylan su sonrisa le resultaba incomoda, parecía un psicópata.– El otro día no nos presentaron como es debido. Alex Parker.– Dijo alargando la mano hacia él.

–Dylan Mcall.– Estrechó su mano.

–Vaya, tienes unas manos muy fuertes. ¿De qué has trabajado?

–Básicamente de camarero, pero vivía en una especie de granja en Kansas.

–¿Eras granjero?

–No realmente. Vivíamos cerca del campo. Pero si estás pensando en que me levantaba a las cinco de la mañana a ordeñar bacas, esta equivocado.

–Ya veo.– Se rió.– Me caes bien, Dylan. Y he oído maravillas de ti.

–¿En que sentido?– Se asustó.

–Al parecer eres un muy buen camarero. A pesar de que no conocieses a mi padre, terrible error. Pero la culpa es de Louane, por no educar bien a sus empleados.

–No metas a Louane en esto.

–Da igual. Además, los rumores también dices que debes de mover el culo divinamente mientras trabajas.

Al instante, Dylan sintió como se ponía rojo como un tomate, así que se dio media vuelta y salió pitando de allí.

–¡Pero no te avergüences!– Le gritó Alex.– Si Dios te ha dado un talento, aprovéchalo.

Y entonces, Dylan de dio cuenta de que Alex había dado con la clave. No podía ser coincidencia que todo el mundo le dijera lo mismo, así que pensó que si nadie sabía que trabajaba en un club de burlesque, nadie tenía por que saber que bailaba burlesque.

Cuando volvió al club, fue directo al despacho de Louane, donde la encontró apoyada en su escritorio entre Brook y Bryce viendo algo en un móvil.

–¿Qué veis?– Preguntó haciendo presencia en la sala.

–A ti.– Dijo Brook.

Dylan corrió y le quitó el móvil de las manos a Louane para verse bailando a sí mismo como hace un rato lo había hecho.

–¿Me has grabado?– Dijo girándose hacia Brook.

–Sabía que nunca accederías a bailar y no podía desaprovechar la oportunidad.

–Dylan.– Dijo Louane realmente asombrada.– Creí que no sabías bailar.

–Yo también lo creía.– Intentó sonreír.

–¿Y eso te ha salido de la nada?

–Si te digo que me dejé llevar, ¿te parecería una locura?

–¡Ay cari! No puedes dejar que un elemento como este chico se pase la vida sirviendo copas.– Dijo Bryce con una sonrisa de oreja a oreja.

–En realidad venía a hablar de eso.– Todos le miraron y a Dylan le surgió la sonrisa más sincera de su vida.– Quiero bailar.

–¡Creí que no lo dirías nunca!– Bryce le abrazó.– Tenemos mucho que hacer. Hay que enseñarte coreografías y tienes que hacerte pruebas de vestuario. No se como vamos a ponerte un tanga y tampoco vas a rellenar un corsé, ¡pero algo se me ocurrirá!

–La jefa aún no ha dicho que sí, Bryce.– Le recordó Brook.

–¿Estas de broma? Es lo que necesitamos para salvar el club.– Miró a Louane.– Di que si.

–La última palabra la tiene Dylan.

–Yo creo que lo he dejado bastante claro, pero mi hermano no se puede enterar.

–Entonces bienvenido a la plantilla de bailarinas del 7 diamonds, Dylan.– Declaró Louane.

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