Dylan consiguió salir ileso de la pista de hielo. Pero por el bien de su futuro laboral sobre los tacones, decidió que no volvería a patinar si no era estrictamente necesario.
Durante las siguientes dos semanas, Dylan no paraba de mirar a Brook como aquella tarde en la pista de hielo, no podía quitarse de la cabeza aquella imagen de Brook patinando como si fuera tan delicada como una muñeca de porcelana. Aunque sabía que de delicada Brook no tenía nada.
Cuando pasaron aquellas dos semanas, Jessie volvió al club, y esta vez sin muletas. Todas sabían lo que significaba aquello: si Jessie volvía, Tina se iba a servir mesas a la barra. Pero lo que ella tenía claro era que no iba a irse del escenario así como así. No, tenía un plan, un plan que se le quedaría a todo el mundo grabado en la retina.
–¡Bryce!– Le llamó Louane aquella noche y él se acercó a ella entre bambalinas mientras las chicas iban de un lado a otro.– ¿Has pedido tú un biquini de perlas?
–¿Biquini de perlas? ¿Yo? No, cariño. Parece un poco incómodo. Además, sabes que las perlas no me sientan bien.
–Pues alguien lo ha pedido, y lo han cargado a la cuenta del club.– Dijo enseñándole la factura.
–¡La virgen! ¿Cómo puede costar tanto un biquini de perlas?
–Eso quiero saber. ¿Y por qué demonios estas lleno de plumas?– Dijo quitándole un par de plumas del hombro.
–Creí que querías unos abanicos gigantes de plumas blancas.
–¿Yo? Pero bueno, ¿que está pasando aquí?
–¡Louane! ¡Bryce!– Les llamó Yoyo para que se asomaran al escenario.– Tenéis que ver esto.
Tras el escenario, nadie se podía creer como Tina había sido capaz de salir al escenario de aquella manera. Louane estaba furiosa, Bryce estaba alucinando y las chicas y Dylan no daban crédito.
Tina volvió al vestuario tapándose con los abanicos hasta que consiguió hacerse con una bata de seda.
–¡Tina!– Le gritó Louane y ella la miró muy serena.
–Dime jefa.
–¿Pero que te crees que estás haciendo? ¡En mi club no se hacen este tipo de números! ¿Estabas desnuda?
–Estaba muy desnuda.– Dijo Derek entrando.
–¿Y tu que haces aquí?– Le reprochó Tina.
–Me has manchado la chaqueta de champán.
–Bueno, al menos así tendrá algo de valor.– Derek estuvo a punto de contestar pero terminó resoplando para no meterse en líos y se fue a buscar una chaqueta.
–Tina, responde a la pregunta.– Dijo Louane cruzandose de brazos.
–Perdona, pero técnicamente no he enseñado nada.
–No has enseñado nada pero el público lo ha visto todo. ¿En que estabas pensando?
–¿Qué en qué pensaba? Pues a partir de mañana, yo ya no voy a estar ahí arriba. Vas a tener al puto granjero. ¡Y entonces todo el público volverá a pedir a aquella rubia sexy que puso a todos tan cachondos!
–Pues esa rubia estará sirviendo mesas hasta su jubilación.
–Ni hablar. ¡Porque lo dejo!
–¿Enserio? Oh, pues vete. ¡No encontrarás ningún sitio mejor que este!– Le dijo Louane mientras ella se iba a ponerse algo de ropa e irse directa a casa.
–Yo... yo no tengo que desnudarme en el escenario, ¿verdad?– Dijo Dylan preocupado.
–Oh, no. Claro que no, cielo.– Dijo Bryce poniéndole las manos sobre los hombros.
–A Tina se le ha ido la olla...– Dijo Louane en un suspiro.
–No te preocupes, jefa.– Le dijo Brook.– En cuanto a la gente se le baje el calentón, nadie se dará cuenta de que se ha ido.
–Espero que tengas razón, cariño.– Dijo acariciando la mejilla de Brook.– No podemos permitirnos volver a tener deudas.
Tina no se despidió de nadie del club. Durante años habían sido su familia, y ahora ella había decidido irse. Recogió sus cosas, apagó las luces de su espejo y salió del 7 diamonds.
Era completamente de noche cuando ella salió con la bolsa de sus cosas a hombros. Esperó por si pasaba un taxi, pero por allí casi no había movimiento así que decidió andar.
Caminó durante un rato en tacones, así que empezaban a dolerle un poco los pies cuando por la carretera pasó un Porsche plata que se paró junto a ella.–Oye.– Le dijo Alex Parker desde dentro.– ¿Necesitas que te lleve?
–Se caminar. Gracias.
–¿Tu eres Tina, verdad? Eres mi bailarina favorita del 7 diamonds.
–No sabía que tuvieras favorita.
–¡Por supuesto! ¿O acaso te creías que iba al club por el whiskey barato?
–Entonces tienes buen gusto.– Tina sonrió.– Pero entonces siento comunicarte que dejaras de ir.
–¿Por qué?
–Lo he dejado. Louane quería ponerme a servir mesas.
–No te creo.
–Mcall se ha vuelto el centro del club. Y no lo aguanto.– Dijo con rabia.
–¿Y vas al paro? Lo siento pero no puedo permitir eso. ¿Por qué no te unes al Gold Park?
–¿Por qué debería?
–Te daré trabajo en un sitio mucho mejor que aquel club cochambroso. Cobrarás más, bailará tanto como quieras y muchas cosas más.– Sonrió.
–¿Qué clase de cosas más?
–Si quieres descubrirlo, sube.– Tina guardó silencio.– ¡Oh, vamos! No me digas que no quieres que esta haya sido tu última noche sobre el escenario.
Tina sonrió. Ahora iba a necesitar un trabajo y pensó: ¿por qué no hacerlo en un sitio mejor? ahora no eran la competencia para ella.
Así que Tina levantó la cabeza, abrió la puerta del coche y se sentó en el asiento del copiloto junto a Alex y después él la llevó al club de su padre.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...