t r e i n t a y t r e s

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Especial de San Valentín re atrasado aquí.
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Un par de tensos días habían pasado entre Yoon Gi y el menor. Diez minutos juntos bastaban para que un aura extraño se formara. Al menos así se sentía el mayor, ya que el minino estaba más concentrado en mirar sus pies o lamber la punta de su peluda colita.

— ¿Podrías dejar de pelechar mi sofá?, es negro por si no lo notaste, tus pelos se ven en todo el lugar.

El rubio poco caso le hizo, pues se quedó mirando una lámpara que estaba a lado del sofá antes mencionado.

— Hey..., Chim, te estoy hablando..., ¡mira, un plato de carne! — gritó al ver que estaba siendo ignorado.

El menor volteó de inmediato a todos lados buscando el plato con la vista, sus pupilas estaban delgadas como aguja, al no ver el platillo miró con enojo a su mayor.

— Bien, hazme caso cuando te hablo, o a la próxima dormirás en el patio.

— Mrraw... — lloriqueó con un puchero en su carita.

Eran las cuatro y media de la tarde, Yoon estaba acostado con la vista en el techo blanco de su habitación; tenía sueño, hambre, aburrimiento, de todo. Era catorce de febrero y como buen solitario, se quedó en casa a valer mierda. Como siempre.

Unos maullidos agudos se escuchaban subir, supo de inmediato que el rubio estaba en las escaleras.

— Mrrrw... — ahora estaba en la puerta de la recámara, tenía una mirada triste y baja.

— ¿Qué tienes ahora?, lloras por todo — al decir eso se sentó con las piernas cruzadas.

— Mrraaaw... — volvió a quejarse mientras se acostaba hecho bolita frente a él.

— ¿Qué quieres?

— Mrrrw... — restregó su cabecita contra la cama, queriendo darle a entender que quería mimos.

— No entiendo...

El minino agarró la delgada mano de Yoon Gi y la colocó sobre su felina orejita.

— Mraw...

— Ooh..., ew...

Se miraron unos largos segundos y el azabache decidió darle los cariños que Chim le pedía.
A los pocos minutos ya se escuchaba el ronroneo del menor, quien tenía sus ojitos cerrados, disfrutando del momento. Se restregaba poco a poco más contra la mano del pálido, su cola golpeaba la cama con firmeza, estaba algo molesto porque quería más cariños, no solo toquesitos en su oreja.

Tomó la otra mano de su mayor y la colocó en su oído derecho, para sentir las caricias en ambas.

— Uhg..., no te acostumbres, no haré esto cada que quieras...

Sonrió amplio el rubio, se sentía tan bien recibir amor de esa manera. Soltó un jadeo de satisfacción involuntariamente, y de inmediato abrió los ojos y miró a Yoon.

Sólo se miraron sin saber cómo reaccionar, ambos estaban sorprendidos.

— Ya...vete a tu cuarto...

Chim!; 윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora