d i e z

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— Chim — murmuró y sus ojitos comenzaron a cristalizarse. Estaba a punto de llorar.

— ¿Q-qué...?

Yoon Gi se estaba poniendo nervioso, si el niño se ponía a llorar no sabría que hacer.

El primer sollozo salió de la boquita del menor.

— Oh..., no, no, no — susurraba Yoon sin tener la más mínima idea de qué mierda hacer.

Las primeras lágrimas comenzaron a salir de sus bellos ojitos azules.

— C-chiiiim~ — canturreó con la voz entrecortada. Se sentía como un mal niño.

— N-no, niño..., mierda.

Pensaba y pensaba, no sabía qué hacer.

— Vamos, niño, por favooor.

El minino comenzó a llorar más aún.

— No puede ser.

Jalaba sus cabellos desesperado. Una idea llegó a su cabeza. Corrió a la cocina y rebuscó en lo más profundo de cada alacena. Y ahí estaba. Un paquete con pequeños muffins que si antes hubiese buscado bien, no estaría en esa situación. Tomó el paquete y regresó deprisa a la sala.

— Toma, deja de llorar — dijo de golpe llamando la atención del pequeño.

Miró el envoltorio rojo.

Min abrió el paquete y el olor a dulce y pan llegó a las fosas nasales del menor.

Estiró sus brazos mientras sorbía la nariz.

— C-Chim... — tartamudeó intentando pedírselas.

Al tenerlo en sus manitas, comenzó a comer. Masticaba desesperado. Como si nunca en su vida hubiese probado uno (que en realidad jamás lo había hecho). Mascaba ruidosamente y sin cerrar la boca.

Uno de los panecillos tenía relleno de chocolate, lo cuál lo volvió loco y echó todo a su boca, sin poder siquiera mascarlo obviamente.

— ¡Te vas a ahogar! — gritó con desespero y sacó el muffin con algo de saliva de su boca — come tranquilo, nadie te lo va a quitar.

— Chim...

Quería comer lo más rápido posible, pero ni él sabía el por qué.

Sentía que el pálido le quitaría su comida o algo así. Que lo dejaría sin comer.

Volvió a agarrar el panecillo y comenzó a masticar un poco más lento, pero igual de ruidoso.

Al terminarse los cuatro panes, seguía con mucha hambre.

— Brrrrrw — hacía ruiditos con su boquita.

— Aún tienes hambre, ¿cierto?

El minino asintió.

— Creo que tengo alguna fruta..., ¿te gustan los duraznos?

Chim!; 윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora