c u a r e n t a

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La hora en el celular de Yoon Gi marcaba las 11:31am. Él se encontraba plácidamente dormido hasta que alguien tocó la puerta de la casa con desesperación.

Gruñó y trató de ignorar el sonido, pensó que ese alguien se iría, pero no, golpeó incluso más fuerte.

Se enderezó en la cama con la vista al techo, el menor lo abrazaba con fuerza, sintiendo como su cola felina estaba enredada en su pierna. Se sentó con lentitud, y con calma movió al minino para que no despertase, reemplazándose con una almohada, el rubio se removió un poco pero no despertó.

Bajó las escaleras escuchando que volvían a tocar, estaban colmando su paciencia.

Abrió la puerta con una mueca molesta, encontrándose a una persona que no deseaba ver.

— ¡Hola, Hyung! — saludó con una enorme y hermosa sonrisa, entrando a la casa como si fuese suya.

— Claro, pasa... — dijo con molestia y cerró la puerta.

— ¿Está de mal humor, hyungie?

— Estaba durmiendo...

— ¡¿A MEDIO DÍA?!, ¡debería salir a correr o algo, hyuuung!, está todo pálido y flacucho.

— Tú dormías hasta las tres de la tarde cuando íbamos al instituto, ¿con qué derecho reclamas?

— Pues..., aish, da igual, ¿cómo ha estado?, ¿no me extrañaba?

— Para nada.

El menor de sentó en el sofá individual de la sala con su acompañante sobre sus piernas, el cual Yoon Gi no había notado.

— ¿y él? — preguntó mientras tomaba asiento en otro sofá más grande.

— ¿No sabes quién es?

— Uhm..., no.

— ¡Pero si ya lo habías visto!..., hace como cinco años...

— ¿En serio...?

— Sí, pero cambió mucho, ahora es un poco más alto.

— ... — el mayor de todos intentaba analizar el rostro del más pequeño, le resultaba muy poco conocido.

— ¡Ya sé! — gritó y jaló el gorro que cubría al menor, haciendo que sus orejas saltasen.

Yoon abrió los ojos en demasía, no esperaba eso.

— Oooh, ya..., JeongGuk.

— Sí, sí, se puso más lindo, ¿verdad? — lo alagaba mientras dejaba pequeños besos en su rostro.

— No, está igual que antes, y sigue siendo bastante ilegal.

— Shh, Hyung, no importa, nos amamos — abrazó y apegó más al pequeño.

Bufó y en entró en pánico al escuchar cierta vocesita en el piso de arriba.

— ¿Tiene visitas, Hyung?, creí que yo era el único que venía.

— No, no hay nadie... — rogaba internamente para que el rubio volviese a dormir y no bajara.

— ¡Chiiiim~!

— Mierda... — murmuró y volteó hacia las escaleras.

El pequeño minino bajaba dando brinquitos y buscando a su preciado mayor.

— Oh — soltó con sorpresa al ver dos rostros nuevos.

— ¡qUÉ BONITO, HYUNG!

El menor dio un saltito por el grito repentino.

Chim!; 윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora