"No pienso ducharme si estas tú aquí, pervertido."

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Granger pronto cayó en la cuenta de que solamente traía la bata de baño cubriendo su cuerpo, paró en secó y cerró los ojos lamentando lo estúpida que fue. Y es que la llegada de Draco, el horrible ardor que sentía en su lengua, su brazo inmovilizado y la charla con el susodicho la había dejado algo atareada.

¿Debería regresar por su ropa? ¿O ir rápido a su sala común y correr el riesgo de que la vieran así?

Hermione se lo pensó un poco, Draco le había mencionado que se daría un baño, no quería entrar y encontrarlo en una escena comprometedora, pero ella tampoco quería andar así por el castillo.

—Vaya, vaya—La voz fastidiosa de Peeves se hizo presente por el pasillo, Hermione se puso alerta—¿No te han dicho que se sale de la ducha con ropa y no bata?

La chica puso su única mano disponible por el momento sobre la bata, como reflejo. Trato de localizar a Peeves, el cual no se aparecía pero su risa se podía percibir cerca. Peeves sólo significaba problemas y Hermione ya tenía muchos por el momento, con una decisión tomada dio media vuelta y comenzó a dirigirse nuevamente al baño de los prefectos.

Un paso, la risa de Peeves se escuchaba mucho, dos pasos, su risa se calmó un poco, tres pasos, sus carcajadas eran casi imposibles de oír.

Hermione suspiro, al menos el fantasma no le había gastado una broma de las suyas.

Cuarto pasó, sólo sintió como el agua fría caía de sopetón en su cuerpo, mojandola por completo y la risa de Peeves volvía a hacerse presente. Hermione se quedó estática, odiaba a ese fantasma.

—¡Le diré de esto a Filch, Peeves!—Le soltó, enojada y arrepintiendose al instante pues sintió aún más ardor en su lengua.

—¿Al viejo cascarrabias? Dile, más diversión para mí—Respondió risueño y se alejó flotando.

Hermione sin pensarlo fue al bañó de los prefectos, dijo la contraseña y la puerta se abrió, antes de que está cerrará, la castaña entró y con su mano libre la azotó, haciendo que Draco volteara y la observará desde la gran bañera.

Hermione se jalo el cabello con fuerza y desesperadamente trato de mover su brazo inmovilizado, en vano. Las gotas descendían por todo su cuerpo creando un pequeño charco bajo sus pies, sintió como las lágrimas salían de sus ojos, eran lágrimas de ira y desesperación, pero no quería llorar. ¡Siempre lo hacia! Comenzó a soltar gruñidos mientras continuaba en una especie de trance salvaje.

—Hermione—Escuchaba la voz de Draco, pero era muy distante, ella siguió con sus actos—¡Hermione!

Ella no respondió, estaba harta, sólo quería dormir y no despertar en una temporada. Lástima que Hermione no sabía que los problemas apenas comenzaban.

Sintió unas manos mojadas en la suya, como la detenia y la entrelazaba, Hermione reaccionó al fin y vio a Draco enfrente suyo, estaba jodidamente irresistible, su cabello estaba despeinado y mojado, provocando que las gotas cayeran por algunos mechones de su cabello, y no era el único lugar donde había gotas, también en su pálida piel. Hermione se quedó embobada y se obligó a no mirar más abajo de sus ojos grises.

—Hey, ¿estas bien? ¿porque estas toda empapada?

La voz de Malfoy era suave y extrañamente calmante, era como una píldora adormecedora, algo pacífico. Hermione se falló a si misma y vio como Draco traía sólo una toalla amarrada a la altura de la cintura, rápidamente ella regreso su vista a la de el rubio.

Peeves—Respondio.

—¿Él te hizo esto?

La chica sólo asintió y miro su mano y la de Draco, estaban unidas. Ella se soltó y se alejó un poco de él. Malfoy la miro, pero Granger no podía deducir los sentimientos que se escondían en esa mirada.

CHOCOLATE CANELA Y MENTA | DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora