"No se quien eres ahora, pero tu no eres mi Draco Malfoy"

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No, no era una pesadilla. No lo era.

Eso era la realidad, la cruda realidad.
¿Qué pasaba con Draco Malfoy? La indiferencia y oscuridad parecía cubrirlo por completo. Hundiendo en la miseria a Hermione.

Dio tremendo pisotón al suelo en un arranque de ira contenida. ¡Se había marchado sin ayudarla! Lo único que había hecho fue herirla con palabras tan grotescas e impuras.

Esta vez, no se quedaría con los brazos cruzados ni se iría al maldito dormitorio de Gryffindor a esperar que el día siguiente tuviera suerte y Malfoy se encontrara con ánimos para hablar con ella de forma civilizada.

Estaba enojada, sentía la sangre correr por sus venas provocándole una especie de adrenalina peligrosa y corrosiva. La tristeza desapareció en un parpadeo invisible. Gracias al cielo, llevo consigo el mapa del merodeador. En medio de las penumbras del castillo, sacó su varita y dicho mapa.

-Lumus.-Murmuró, la luz alumbró toda el área. Permanecía alerta por cualquier cosa.-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

No sabía con exactitud el porqué, pero amaba decir eso. Aquella frase poseía un misterio atrayente y podía significar mil cosas.

De inmediato, como un sirviente tan complaciente, el mapa mostró todos y cada uno de los lugares del castillo, a su vez, cada una de las personas que habitaban en el. Sus ojos se pusieron en acción, chocolatosos, que en algún momento Draco amo con veracidad y vehemencia.

¿Acaso la seguía amando, al menos solo un poco?

Ahora, todos esos días en los que compartieron momentos inolvidables que marcarían a ambos de por vida, donde gozaban de la compañía, amor y mimos del uno al otro, charlas tan triviales y vitales se veían tan lejanos, a mil años luz de aquella noche.

Buscó a Malfoy por todas partes, no pudo encontrarlo, no estaba por ningún lado, ni siquiera en su sala común. Frunció el ceño. ¿Dónde estaba? ¿Pudo haber salido? No, era poco probable. Levantó su rostro, trabajando en conseguir una explicación concisa.

-¡Hey, tu!-Se exaltó al oír aquel llamado alarmante, la habían descubierto.

-Nox-Enseguida, su varita se apagó.

Guardo el mapa en su bolso justo a tiempo antes de que la luz cegadora le diera de lleno en el rostro.

-¿Tu? ¿Qué haces aquí?-Su tono hostil era parte de ella, Parkinson la miraba con extrema molestia.-No me salgas con que te toca patrullar hoy, no traes puesto el uniforme.

Rodó los ojos sin poderlo evitar, no estaba de humor para tolerar a Parkinson. Aún así, tenía que idearse una buena mentira.

-Fui al baño de los prefectos, apenas volvía.

-¿Acaso estabas con esa comadreja? Ah no, me olvidaba, parece que ya tiene a Lavender, ¿cierto? No te necesita mas-Se burló.

No quería perder los estribos, pero con Pansy Parkinson era casi imposible lograrlo. Encaró a la chica con ojos fulminantes.

-Dímelo de una vez por todas. ¿Qué tienes en contra de mi?

La azabache pareció sorprenderse un poco ante la repentina pregunta de su enemiga. Se alejó mínimamente y bajó la varita.

-Que eres insoportable.-No tardó en responder, sin embargo, no se oía segura de sí misma.

-Bien, no me voltees ni a ver. Problema resuelto.-Hermione, fastidiada y dispuesta a seguir su camino dio vuelta para irse de una vez por todas. La respuesta de Pansy no fue para nada útil, pero, ¿qué podía esperar de ella?

CHOCOLATE CANELA Y MENTA | DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora