Parte 46

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narrador

- ¡norte tenemos que buscarla! – dijo Jack furioso, ya que norte se negaba a ir por gisel todavía.

- Jack. No podemos – dijo tratando de explicarle por décima vez al joven – conejo está herido. Más de la mitad de los yetis están inconscientes y los pocos que aún están trabajando están débiles. –

Jack no quería escuchar. no quería esperar para salvar a gisel. Quería estar con ella, abrazarla y explicarle todo. Decirle que ella es su familia, la única que le queda.

El chico se fue volando hasta su habitación. Cerró la puerta y se dejo caer en la cama de gisel.

Estaba triste y enojado con el mismo por no darse cuenta él sólo de que gisel era su hermana.

Metió su mano en su bolsillo. Cuando la sacó tenía un trozo de hoja, el cual estaba doblado. Con ayuda de su otra mano lo desdobló hasta poder ver la imagen de uno coloridos copos de nieve.

 Con ayuda de su otra mano lo desdobló hasta poder ver la imagen de uno coloridos copos de nieve

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Verlo le sacó una sonrisa, ya que recordó lo divertida que podía ser gisel de vez en cuando.

- todo este tiempo estuviste conmigo – se dijo para si mismo.

Él se acurrucó en la cama de gisel mientras abrazaba su almohada, con este acto pudo apreciar el aroma que gisel emanaba. Era uno dulce, apenas se podía percibir.

Él cerró sus ojos con fuerza mientras deseaba que gisel estuviera bien, eso era todo lo que quería. Deseaba regresarla a su casa, deseaba nunca haberla traído para arriesgar su vida.

Deseaba nunca haberla conocido con tal de que estuviera segura.

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En lo más profundo de una montaña, en una de las grietas se encontraba una cueva. Era grande, oscura, perfecta, por lo menos para el rey de las sombras.

En una de las divisiones se encontraba una celda, en la cual no había nada más que una chica castaña.

Gisel estaba sentada en el suelo. Su espalda estaba recostada de la pared mientras se abraza de sus piernas. Otra vez la habían atrapado, otra vez se aprovecharían de su miedo, otra vez se sentía sin esperanza alguna.

- ¿por qué esa cara? – dijo pitch, el cual se encontraba del otro lado de los barrotes, los cuales estaban hechos de pesadillas y malos recuerdos. si gisel los tocaba caería en una pesadilla que sería muy difícil despertar y aún más en su estado. - ¿no te agrada mi compañía? –

Gisel no le contestó. No quería hablar y meno de cosas que pitch ya sabía. Para que gastar energía.

El rey de las pesadillas traspasó los barrotes sin problema alguno. Se arrodilló y miró cara a cara a gisel. Ella pudo apreciar sus ojos dorados. No entendía como un ser tan perverso podía tener ese tipo de ojos.

el origen de los guardianes 2 la nueva guardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora