Epílogo

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La preparatoria lucía inusualmente vacía. Los patios y los jardines contenían apenas a unas cuantas decenas de jóvenes que se encontraban en el recinto esperando a que algún profesor les diera las calificaciones finales del semestre.

Entre esos jóvenes se encontraban cuatro de nuestros protagonistas. Marco aún no llegaba a la escuela, mientas que Vanya había decidido no asistir aquel día. La chica les había dicho a sus amigos que quería ahorrarse lo de los pasajes porque no creía que tuviera necesidad de discutir su calificación con la profesora Jazmín, pero los demás muchachos sabían que existía una razón más poderosa para que su amiga decidiera quedarse en casa.

—¿Creen que algún día se recupere? —preguntó preocupada Adriana.

—Es difícil saberlo —le contestó José Luis con la mirada perdida en la lejanía—. No puedo imaginarme lo duro que debe ser que la persona que te gusta resulte ser tu enemigo.

Lorena estuvo a punto de añadir algo, pero decidió guardárselo para sí misma. Se daba cuenta de que sus amigos ya se sentían lo suficientemente mal con la situación como para decirles que lo que Vanya sentía por Sebastián iba más allá de un simple "gustar". La chica Oranday sabía, gracias a su don, que lo que su amiga de aura rosa sentía por Sebastián era realmente amor.

—Solo nos queda apoyarla y estar ahí cuando nos necesite —opinó Gabriel con la vista clavada en el suelo.

—Pero no se deja apoyar —protestó Adriana con un poco de desesperación en la voz.

—Ya lo hará —afirmó Lorena intentando confiar ella misma en sus palabras—. Solo necesita algo de tiempo. Es normal que de momento quiera estar sola.

—¿Por qué esas caras largas, chicos? —preguntó Paulina acercándose a ellos junto con Xóchitl y Azucena.

—No se me agüiten —les dijo Azucena—. ¿A poco creen que les va ir mal con Jazmín?

—Pues... —comenzó Adriana, aunque en realidad no sabía qué más decir. No había forma de explicarle a sus compañeros la verdadera razón por la que se encontraban así.

—El único que corre riesgo de salir mal en este curso es este pasmarote por su falta de cerebro —expresó Xóchitl señalando a José Luis.

—¿Ah, sí? Conque me falta cerebro —contestó el joven sin poder disimular una sonrisa—. Ahorita vas a ver.

José Luis sabía perfectamente que el punto débil de su compañera eran las cosquillas, así que se lanzó a ello. Xóchitl intentó evitarlo, pero no pudo hacerlo, por lo que en poco tiempo se estaba riendo con fuerza mientras le pedía piedad al muchacho.

—Después de eso Xóchitl va a requerir ir al baño —comentó Paulina sonriendo.

—Pues con lo que se está tardando Jazmín en dar las calificaciones va a tener tiempo de sobra —anotó Azucena tranquilamente—. Cualquiera pensaría que pasando a la gente en parejas debería ir más rápido.

—Ahora que lo dicen yo si tengo ganas de ir al baño —anunció Adriana—. ¿Alguien me acompaña?

Resultó que todas las mujeres presentes, con excepción de Lorena, también tenían ganas de ir al baño. Xóchitl especialmente lo necesitaba después del ataque de cosquillas que le hizo Chelis. De esa manera, Adriana se retiró del lugar acompañada por sus tres compañeras.

—Ahí viene Marco —señaló José Luis después de un rato—. ¿Por qué vendrá todo de negro?

Los otros dos chicos que quedaban en el lugar voltearon la cabeza hacia el camino de entrada de la preparatoria. Efectivamente, por aquel camino se acercaba su maestro Alejandrino, el cual iba vestido con un pantalón de vestir y una camisa de manga larga que le daba un aspecto muy formal.

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