16. Malas noticias

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Aunque debía estar poniendo atención mientras sus compañeras Jimena, Sara y Roberta exponían el tema de aquella clase; Lorena en realidad recordaba su entrenamiento de aquella mañana. Las cosas habían salido bastante bien. La muchacha había logrado finalmente conjurar un escudo que había dejado satisfecho a Marco, además de que habían comenzado a realizar otras cosas aparte de practicar las defensas. Vanya había tenido problemas para aplicar el conjuro de piernas de gelatina, pero Lorena y José Luis lo habían logrado sin grandes problemas. Marco había caído al suelo debido a la poca consistencia de sus piernas antes de que formulara un contrahechizo. Gabriel opinaba que aquello era porque sus amigos habían querido vengarse de Marco y Lorena tenía que admitir que ciertamente eso había influido en su concentración para realizar el encantamiento.

Un celular sonó, con lo cual Roberta interrumpió inmediatamente su exposición.

—Lo siento —se disculpó Marco poniéndose de pie para salir del salón.

—Tú, continúa —le indicó la profesora a Roberta.

—¡Eh, sí! —respondió la chica—. ¿En dónde iba?

Hubo una ligera risa por parte de los compañeros. Lorena era parte de los que reían hasta que algo llamó poderosamente su atención. Justamente fuera del salón alguien se encontraba sumamente preocupado.

—¿Qué sucede? —le susurró Gabriel, quien inmediatamente se había percatado del cambio de humor de su amiga.

—Creo que a Marco le sucede algo —contestó la joven.

Después de todo ¿quién más podría estar allá fuera con ese sentimiento? El salón era el último del pasillo, por lo que normalmente no había nada de gente frente a él excepto cuando estaba por comenzar una clase.

—¿Qué? —inquirió Gabriel preocupado.

Que bien que Lorena no podía sentir las emociones de Gabriel. Aquello habría sido una preocupación excesiva.

—No estoy segura —le respondió en tanto se abría la puerta.

Marco entró por la puerta y buscó inmediatamente con la vista a Lorena. El chico sonrió levemente, aunque las emociones que sentía la muchacha provenientes de él no cambiaron en lo absoluto. Ella supuso que era la manera de su amigo para decir "tú no te preocupes de momento".

El joven volvió a sentarse en su lugar junto a Gabriel.

—¿Qué sucede? —inquirió inmediatamente este.

—Te cuento al rato —le respondió Marco.

—Pero... —comenzó Gabriel.

—¿Alguna duda, Gabriel? —preguntó la maestra interrumpiendo la exposición de Roberta.

Todo mundo volteó a ver al chico.

—No, ninguna, profesora —respondió Gabriel intentando sonreír y no parecer abochornado.

—Entonces tal vez sea un comentario que la clase entera quiera oír —expresó la docente.

El muchacho se abochornó completamente. Obviamente lo único que quería hacer la profesora era ponerlo en evidencia.

—Gabriel me comentaba algunos parecidos de esto con la teoría de Piaget, profesora —dijo Marco mirando de reojo a Gabriel—. Yo estoy de acuerdo con él, porque verá...

Marco comenzó a hacer una explicación detallada de lo que a él le parecían las semejanzas del tema expuesto con Piaget mientras Gabriel lo miraba agradecido en silencio. Aquello provocó una pequeña discusión entre compañeros, especialmente aquellos que más participaban. La discusión se extendió hasta que la profesora tuvo que cortarla porque la clase estaba a punto de terminar.

Libro RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora