11. Sorpresa antes de la fiesta

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—¡Lorena! —exclamó muy emocionado Octavio abriendo la puerta—. ¡Qué placer verte!

—Hola —saludó la chica antes de entrar en la casa del hombre.

La decoración sorprendió a la joven. El recibidor seguía teniendo la misma apariencia de siempre, pero el resto de la casa tenía una decoración diferente en cada lugar. La sala lucía exactamente como debía lucir un antro fuera de las horas de trabajo. Era obvio que aún no había llegado el momento del baile.

—¿Qué te parece? —le preguntó Octavio con una gran sonrisa guiándola a través de las habitaciones.

—¡Fantástico! —le respondió Lorena viendo una pequeña habitación que parecía acondicionada para cine donde unas tres personas ya se encontraban viendo una película.

—¡Lorena! —la saludó una voz a sus espaldas.

La chica volteó a ver y se quedó sorprendida. Era Daniela y lucía simplemente espectacular. Lorena se sintió mal de solo pensar en compararse con ella. La Alejandrina llevaba un peinado muy sofisticado en la cabeza y su atuendo era sensacional sin llegar a ser demasiado formal.

—¿Qué tal, Daniela? —logró articular la joven preparatoriana.

—¿No se supone que tú y el resto de tus amigos iban a traer a Marco a la fiesta? —inquirió la otra muchacha entrecerrando los ojos.

—En realidad solo van a ser Chelis, Gabriel y Adriana —indicó Lorena—. Marco iba a ir por ellos después del inglés y de ahí se dirigirían hacia aquí.

—¡Sigo sorprendido por su creatividad! —exclamó contento Octavio—. Mira que convencer a Marco de que querían entrenar para traerlo de regreso a la casa.

—Pues aunque hoy estemos planeando en festejar será algo que deberán tomarse bastante en serio si quieren ayudarnos en la pelea contra Belial —opinó Daniela con firmeza.

—Puedes estar segura de que nos esforzaremos como nunca —le contestó Lorena—. Por cierto, ¿cómo van los preparativos para eso?

—Hoy nos pondremos de acuerdo para vernos posteriormente —respondió la muchacha de aura verde—. Es probable que se unan algunos otros Alejandrinos además de los que han sido alumnos de Marco.

—¿Cuánta gente invitaste? —le preguntó Lorena a Octavio.

—Serán unas treinta personas —contó Octavio—. Claro, suponiendo que ninguna de ellas venga acompañada.

Lorena asintió distraídamente. Le preocupaba que Marco pensara que tantas personas podían perder contra Belial. Entonces, ¿qué diferencia podían hacer ella y sus cuatro amigos? Serían apenas unos novatos, blanco fácil para los experimentados Carneros que Belial tuviera junto a él. Quizás si iban lo único que lograrían sería aumentar los poderes de Belial.

—¡Oye, Octavio! ¿Dónde tienes la pimienta?

Lorena volteó inmediatamente la cabeza ante aquella voz, la cual le era extremadamente familiar.

—¡Vaya! —exclamó el chico, el cual iba vestido con un delantal y llevaba un sartén en la mano. Evidentemente había salido de la cocina.

—¡Miguel! —exclamó sorprendida Lorena—. ¿Qué haces aquí?

—Yo...

Lorena sintió que el joven no le diría nada más. Estaba bastante sorprendido, incluso más que ella.

—¿Ustedes dos se conocen? —inquirió Octavio interesado.

—Trabajamos en... en el mis... mismo lugar —respondió Miguel con un ligero tartamudeo—. No esperaba encontrarte aquí.

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