CAPÍTULO 26 ENFRENTANDOLO

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Cuando se acercó a la habitación, le extrañó ver a la jovencita de cocina que repartía el desayuno esa mañana, estaba parada junto a la puerta con la charola en la mano, estaba pálida y temblorosa, sus ojos cristalizados la miraron con angustia, seguramente pensó que la obligaría a volver a entrar en la habitación de donde evidentemente acababa de salir.

_ ¿Qué sucedió? - se acercó compasiva.

_No quiso el desayuno. - dijo aún asustada. _me gritó que saliera, intentó aventar la comida, pero creo que sus manos no le respondieron.
Por favor. - suplicó. _no me obligue a regresar. - la miró aterrada.

_Descuida. - se acercó a ella. _dame la charola, yo me encargo, tú sigue repartiendo a los demás pacientes.

Ella asintió agradecida y se retiró tan rápido como pudo, antes de que la doctora se arrepintiera.

Mariana sostuvo con fuerza la charola de los alimentos, tomó aire y abrió la puerta.

_¡MIRE SEÑOR MONTERO! - se plantó frente a él quien la miró sorprendido. _NO ME IMPORTA QUIEN DIABLOS SEA USTED, PODRA SER EL LÍDER CRIMINAL MÁS IMPORTANTE DE SU TIERRA, PERO NO VA A VENIR AQUÍ A AMEDRENTAR A MI GENTE, ELLOS SON GENTE BUENA QUE LO ÚNICO QUE QUIEREN ES SU RECUPERACIÓN Y ESTÁN TRABAJANDO EN ELLO, Y NO SE QUE ES LO QUE ESTE PASANDO POR SUS RETORCIDOS PENSAMIENTOS PERO A MI GENTE LA VA A RESPETAR Y VA A COLABORAR CON ELLOS PARA QUE SE REPONGA PRONTO Y ENTONCES SI SE LARGUE DE ESTE LUGAR COMO ES SU DESEO, NO CREA QUE NOS ES MUY AGRADABLE MANTENERLO AQUÍ ENTRE NOSOTROS. -respiró por fin al decir la última palabra estaba tan nerviosa que no supo a ciencia cierta todo lo que le había gritado a ese hombre, pero se había desahogado, ahora extendía su mano con la cuchara llena de comida, esperando su reacción que no sería nada buena a juzgar por su expresión de sorpresa primero y luego de franca rivalidad después.

Un escalofrío la recorrió al ver esos ojos fríos que la observaban de una forma amenazante.

*****
Aureliano se quedó sorprendido desde el momento en que la miró cruzar esa puerta, no la esperaba, la había estado añorando todos esos días, el tiempo le había parecido eterno y estaba desesperado al no saber de ella, su humor era de perros, no soportaba a nadie cerca de él porque la quería a ella y le enojaba ver que entraba uno y otro a su habitación y ella no, le molestaba que todos luchaban por su mejoría cuando él solo quería que lo dejaran morir, odiaba que le llevaran comida y esperaran que se la terminara cuando le resultaba tan doloroso tan solo abrir la boca, el pasar la comida era un suplicio y su estómago ardía como el demonio, pero al verla ahí no le importó pasar por ese tormento, dócilmente abrió su boca y recibió el primer bocado. No podía creer que estuviera haciendo eso, siempre había sido vulnerable ante ella, y más ahora que había aparecido ahí ante él, beligerante, gritándole a él uno de los principales líderes del crimen organizado, a él ante quien casi todos se doblegaban, a él que podía decidir quien vivía o quien moría, a él a quien nunca en su vida ninguna mujer jamás le había dicho que hacer, ni siquiera su madre, pero ahí estaba ella, la única que se atrevía a sostenerle la mirada cuando estaba a punto de recibir un tiro en la cabeza, la única que se atrevía a decirle que no llenaba sus expectativas y que no merecía su atención ni su respeto y luego le robaba un beso, la única que se plantaba ante él y le gritaba en su cara sus verdades y sus miserias y la única que le provocaba tal dolor por recibir su desprecio. De haber sido cualquier otra persona fuera hombre o mujer ya estaría muerta, pero era ella, la mujer que se había robado su corazón la única ante quien no deseaba verse vulnerable, y la única que lo veía tal cual era. Así como él la veía a ella tal cual era y no sabía que faceta de su carácter le gustaba más si la que se paraba enfrente de él desafiante y beligerante enfrentándolo aunque por dentro estuviera muerta de miedo o la vulnerable y desvalida a la que podía rescatar y proteger como lo había hecho aquella noche. No importaba en cuál faceta estuviera, la amaba igual, y se debatía tratando de decidir qué hacer, si luchar para recuperarse y buscar una oportunidad con ella sabiendo que no tenía ninguna o dejarse morir sabiendo que ni en un millón de años ella lo iba a aceptar conociendo quien era él en realidad.

Mariana salió de la habitación, estaba temblorosa y asustada, se había atrevido a gritarle a Aureliano Montero y lo había obligado a comer. Se recargo en la pared, las fuerzas amenazaban con fallarle, su respiración agitada se fue normalizando, ciertamente en ese momento él estaba ahí, indefenso y desvalido, pero estaba en recuperación, no quería pensar cómo se las iba a cobrar cuando pudiera salir de ahí y volver a sus dominios y recuperar su poder. Un escalofrío recorrió de nuevo su cuerpo, aún sentía la mirada gélida que él no había apartado de ella mientras comía.

Había anhelado tanto volver a ver esos ojos despiertos, sobre todo cuando recordaba cómo había estado en sus brazos cálidos sintiendo su protección pero ahora sentía pánico ese hombre era peligroso, tenía a sus compañeros aterrorizados y aunque ella le plantara cara también se sentía amenazada.

*****
Aureliano se sentía terriblemente adolorido, o los calmantes ya no le estaban haciendo efecto o se los habían estado disminuyendo, el hecho era que se sentía terriblemente mal, aunado a que había solicitado un teléfono y después de mucho batallar se lo habían proporcionado, no tenía a nadie a quien recurrir así que había marcado el número de Adrián, pero no contestaba, había marcado a su casa y tampoco, cuando marcó a su rancho y no recibió respuesta empezó a preocuparse, ¿sería posible que él también lo hubiese traicionado?, no... No podía ser... Él no lo traicionaría, pero recordó la última vez que lo vio, cuando Adrián le preguntó que si estaba seguro de confiar en él y el respondió que sí, entonces Adrián había respondido que él no estaría tan seguro.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, si él lo traicionaba estaba perdido, Adrián era el único que podía devolverle sus posesiones, sin él no tenía nada, ni siquiera ropa que ponerse si es que lograba salir de ese hospital.

No... Él no podía traicionarlo... No se atrevería, era un buen hombre, él no era como él, ni como los que lo rodeaban a él.

Adrián era diferente, desde el principio, cuando lo tomó bajo su cargo, siempre se había mostrado agradecido, ¿y si había estado fingiendo?, ¿si esta era su venganza contra su familia por haber dado muerte a sus padres? Pero Adrián siempre había sido consciente de que él no tenía nada que ver, al contrario le había salvado la vida, cuando su padre pretendía asesinarlo también, pero... Y si no estaba traicionándolo, entonces algo malo le había sucedido.

Su desesperación aumentó, Rigoberto era una alimaña capaz de cualquier cosa y si había descubierto que Adrián era quien lo había ayudado a desaparecer sus propiedades, estaría en peligro.

Con angustia marcó elteléfono privado de Santiago Moran, después de Adrián era el único hombre en el cual confiaba, después de ellos no había nadie de quien pudiera estar seguro.

UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora