Mariana respiró profundo, una vez más requerían de su ayuda para contener a su "amigo", no sabía que había pasado y le extrañaba porque hacía bastante tiempo que él no tenía uno de esos arranques, al contrario día a día se esforzaba por mejorar, aunque su ánimo variará como un sube y baja, pero aún así se esforzaba.
Cuando llegó afuera de su puerta dos enfermeras aguardaban con sus rostros pálidos y manos temblorosas, todo mundo le tenía pavor aunque no hiciera nada, tan solo por el hecho de que se había filtrado la información de que era un jefe del crimen organizado, así que cuando se ponía violento todo mundo quería desaparecer de su presencia.
Mariana abrió la puerta y se encontró con su supervisora, quien la recibió con cara de alivio, más allá se encontraba un enfermero al cual ella no conocía, era un hombre alto como de unos treinta y tantos años, con rostro adusto, estaba cerca de Aureliano quien estaba de pie amenazando con aventar y destruir uno de los caros aparatos que se encontraban ahí, el enfermero no quería desistir y seguía acercándose lentamente con la intención de aplicarle una inyección que ya tenía en la mano.
_¡Por favor haz algo! - apremió su supervisora.
Ella se acercó al enfermero.
_Yo me encargo - intentó tomar la jeringa de sus manos.
El evitó que lo hiciera y la miró con displicencia.
_Estoy acostumbrado a tratar con gente como ésta. - dijo sin inmutarse. Avanzando un paso más.
_DIJE QUE YO ME ENCARGO. - levantó la voz, deteniéndolo.
_ ¿Y TÚ QUIEN ERES PARA DECIRME QUE HACER O QUE NO HACER? -se volvió hacia ella furioso pensando que era una enfermera. _YO CUMPLO CON MI DEBER Y NO ME IMPORTA QUIÉN DIABLOS SEA ÉSTE TIPO, VA A RECIBIR SU MEDICAMENTO QUIERA O NO.
_PUES SI SABES CUAL ES TU DEBER. -lo enfrentó ella. _YA PUEDES IR SALIENDO DE AQUÍ, ÉL ES MI PACIENTE Y SOY YO LA QUE DECIDO QUE MEDICAMENTO RECIBE ÉL Y QUE NO, ASÍ QUE ENTREGA ESO Y SAL DE AQUÍ.
El miró contrariado a la supervisora que seguía a un lado de la puerta, seguro de que le daría la razón.
_Deja que ella se encargue. - dijo. _es la doctora Hernández, ella lo atenderá.
Tarde se dio cuenta de con quién se había puesto al tú por tú y un escalofrió recorrió su cuerpo.
_Discúlpeme. - dijo entregándole la inyección. _yo... Pensé...
_-Sal de aquí. - lo interrumpió molesta.
_Pero... _ ¿está segura?... Ese hombre está loco. - miró hacia donde Aureliano aún permanecía en alerta.
_Haga el favor de salir. - dijo exasperada. Sabía que Aureliano no soportaría mucho más estar de pie y mientras no salieran de ahí, no volvería a su cama.
El enfermero vio con sorpresa mientras salía, como ella se acercaba hasta donde él se encontraba y él en lugar de amenazar y gritar como lo había hecho con él se dejaba conducir dócilmente.
_De verdad ese hombre está loco. - dijo a su supervisora que salió junto con él.
_Yo diría que está enamorado. - sonrió ella.
En el interior Mariana ayudó a Aureliano a recostarse. Revisó sus signos vitales, su presión estaba por las nubes.
_ ¿En qué estabas pensando cuando hiciste todo este desastre? - interrogó mirando a su alrededor.
_Ayer no viniste y hoy tampoco. - le reprochó, _pensé que me habías abandonado y luego entró ese tipo, no lo conozco y no iba a dejarme inyectar no sé qué...
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UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceAureliano Montero era uno de los principales jefes del crimen organizado, era un hombre atractivo, fuerte, valiente pero con el alma negra. Su vida no había sido facil y no se tentaba el corazón para actuar cuando tenia que hacerlo, gracias a ello a...