Mariana despertó sobresaltada . Aureliano gritaba desesperado, su respiración era agitada y el sudor perlaba su frente, ella lo movió con cuidado de no asustarlo más, el abrió sus ojos, estaba desorientado, no sabía en dónde estaba, ni con quien.
_ Tuviste una pesadilla. - habló ella, a su lado.
El la miró desconcertado, luego recordó en donde se encontraba. Miro su rostro preocupado.
_ Aureliano. - volvió a preguntar. _ ¿Te encuentras bien?
El asintió, luego la miró con detenimiento, se veía cansada, ¿sería que se había quedado a dormir en el pequeño sofa que se encontraba en la habitación?
_ ¿Te quedaste aquí? - señaló el sofa
Ella asintió, no lo había hecho a propósito, se había sentado a esperar a que él se quedara dormido para marcharse a su habitación, pero el sueño y el cansancio la habían vencido y ahora sentía el cuello y la espalda adoloridos.
_ Ven. - señaló a un lado de él. _pronto amanecerá, quédate aquí.
Ella no lo dudo mucho, podía más el cansancio que el sentido común, como autómata se acomodó en donde él le señaló, solo sintió cuando él arropo con una manta y no supo nada más de sí.
Aureliano no pudo conciliar el sueño, sin duda la horrible pesadilla, en donde veía cómo asesinaban a su hijo había quedado atrás ante la agradable sensación de tener a Mariana junto a él, como aquella noche en que compartió su cama sin ella darse cuenta cuando la salvo de aquel depravado, sin embargo ahora ella había aceptado hacerlo y él se moría de ganas de rodearla con sus brazos pero no traicionaría su confianza, solo se conformó con aspirar su aroma y estar lo más cerca posible de ella sin llegar a tocarla.
*****
Los días, se sucedían con rapidez, Aureliano, se recuperaba satisfactoriamente.Una rutina se había establecido en su vida. Por las mañanas Jenny cuidaba de él, aunque en varias ocasiones había tenido que decirle que no era necesaria su presencia ya que Loren la enfermera del turno matutino se hacía cargo de todo lo que necesitaba, pero ella seguía estando ahí. Ella era agradable y divertida, lograba distraerlo de sus preocupaciones, pero había ocasiones en que se sentía asfixiado por su presencia, necesitaba espacio y ella lo ocupaba todo, en cambio anhelaba que llegara la tarde, porque anhelaba perderse en esa preciosa mirada, anhelaba aspirar su aroma, anhelaba ver su hermosa sonrisa, esa que iluminaba todo a su alrededor, con ella era libre y deseaba que no se fuera nunca, cuando ella estaba todo se esfumaba a su alrededor, no importaba quien anduviera por ahí, si la enfermera en turno o algún escolta o su fisioterapeuta, para él solo existían ellos dos. Mariana era su vida y se había convertido en algo escencial para poder continuar con su vida, era su motor y sin ella no funcionaba. En ocasiones Jenny llegaba por las tardes y eso lo molestaba, sentía que invadía su intimidad y le quitaba tiempo precioso que compartir con Mariana, en otras ocasiones tardaba más de lo normal en retirarse después de haber entregado su reporte a, Mariana y él se contenía porque no quería ser grosero con ella.
*****
Esa tarde Mariana llegó agotada de su turno en el hospital, pero al pararse frente a la puerta de aquel departamento, su cuerpo se llenó de energía, era increíble cómo con solo pensar en él, su mundo se volvía más luminoso, sus problemas se quedaban atrás, su estrés desaparecía, él estar con él le daba nuevas fuerzas.Al entrar él ya la esperaba con una sonrisa en sus labios. Generalmente era así, a menos que se sintiera mal, su estado de salud había mejorado considerablemente.
_ ¿Cómo fue tu día? - preguntó.
_Nada fuera de lo común, sólo mucho trabajo. - contestó acercándose para revisar su expediente, aún antes de que apareciera Jenny para darle el informe de su turno.
_ ¿No me vas a felicitar? - preguntó con orgullo. Había decidido esperarla de pie y no en su cama como hacía siempre, se había propuesto pasar menos tiempo recostado y reintegrarse poco a poco a otras actividades, aún le era doloroso, pero era algo que podía soportar y quería esforzarse.
Ella lo había notado, pero no pensó que esperara que lo felicitara, y se lo merecía porque estaba haciendo un gran esfuerzo, ella cada día lo animaba a que lo hiciera y al fin lo hacía. Así que se acercó y le dio un tierno abrazo. _Si, mereces que te felicite. - susurro en su oído.
Su corazón dio un brinco, no esperaba un abrazo, pero correspondió complacido, era su sueño diario, tenerla lo más cerca posible y muy, pero muy pocas veces podía darse el lujo de tenerla entre sus brazos.
_ Interrumpo algo. - se escuchó la voz seria de Jenny que entraba en esos momentos a la habitación.
Ellos se separaron, no dieron ninguna explicación, él se alejó y se sentó en su cama mientras Mariana recibía el informe de parte de Jenny que se sentía molesta por la familiaridad con la que se trataban, cuando con ella era tan formal y distante.
Una vez que Jenny se hubo marchado casi a la fuerza Mariana se dedicó a revisar a Aureliano y a suministrarle el medicamento que necesitaba, ese era trabajo de la enfermera pero ya sabía que mientras Mariana estuviera ahí ella era relevada de sus obligaciones y podía tomarse un descanso, Así que generalmente se quedaban solos.
_Estaba recordando. - dijo él. _ que no has cumplido tu promesa de presentarme a tu amiguito que se quedó sin padres.
_ Lo siento. - dejó lo que estaba haciendo para prestarle atención. _no sabía que las personas que lo están cuidando se lo llevarían.
_ ¿A dónde lo llevaron? - se sentó en el borde de la cama.
_La verdad no lo sé, todo es tan confidencial, que no puedo preguntar en dónde está. _ pero te prometo que si tengo noticias de ellos, les pediré que lo traigan para que lo conozcas, te va a robar el corazón.
_ Espero que no haya robado el tuyo. - se puso de pie. _ porque ese lo quiero robar yo. - dijo serio.
Ella se quedó estática, no esperaba escuchar esa declaración.
_ No te enojes. - se apresuró a decir. _ creerás que es mucho mi atrevimiento pero siempre te lo he dicho, eres una mujer muy especial, desde que te vi por primera vez, siempre fuiste un reto para mí, ahora me avergüenzo de mis actos pero aquella primera vez que estuvimos frente a frente, en lugar de ponerte a llorar como cualquier mujer hubiera hecho ante la muerte, tú me sostuviste la mirada, luego la segunda vez te atreviste a insultarme y luego me robaste un beso casi delante de mi mujer, en esa ocasión lamenté tanto estar comprometido, pero ahora ella ya no está y tú eres libre también y sé que no tengo derecho a pedírtelo pero quiero que estés conmigo. Necesito una oportunidad.
Se acercó tomando su rostro entre sus manos, su contacto provocó un escalofrío en ambos. Él la miró esperando ver rechazo en su mirada, pero no lo vio y sin pensarlo tomó sus labios, ella correspondió con timidez, se sentía perdida en la calidez de esos brazos, en la dulzura de ese beso que le robaba la respiración, éste no era cualquier beso, no como los anteriores tiernos y fugaces, éste era de verdad, exigente, apasionado, lleno de promesas.
Cuando se separaron ella estaba aturdida, había sido mil veces mejor de lo que ella recordaba y si aquel beso de años atrás la había dejado marcada, este era su perdición, dudaba que alguna vez alguien lo superará, sabía que estaba perdida.
_ Por favor. - susurro a su oído. _ quédate, te necesito... No como mi doctora... Como mi mujer.
Ella se encogió entre sus brazos, deseaba con toda su alma no separarse de él, deseaba seguirlo hasta el fin del mundo, pero... ¿qué le, estaba ofreciendo?
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UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceAureliano Montero era uno de los principales jefes del crimen organizado, era un hombre atractivo, fuerte, valiente pero con el alma negra. Su vida no había sido facil y no se tentaba el corazón para actuar cuando tenia que hacerlo, gracias a ello a...