CAPÍTULO 48 EXTRAÑANDOLA

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Aureliano estaba absorto contemplando el amanecer, hacía un mes que había regresado a su rancho, y aunque estaba de regreso eran muy pocos los que sabían que estaba de vuelta, su situación aunque mejor aún era delicada y estaba cumpliendo al pie de la letra todas las indicaciones de los médicos, así que por lo pronto estaba prácticamente recluido en  la enorme casa que formaba parte del rancho, a tal grado que la mayoría de sus trabajadores no se habían dado cuenta de que él seguía con vida y estaba ahí, y aunque empezaba a aventurarse a dar pequeños paseos por los alrededores, tenía que ser cuidadoso, no tanto por su salud, si no por su seguridad, si Rigoberto llegaba a enterarse de que estaba con vida y en ese lugar, seguro atacaría de nuevo y el aún no se encontraba en condiciones de presentarle batalla.

*****
Mariana lloró cuando tuvo que firmar el alta de Aureliano, sabía que al entregársela lo perdería para siempre, él se marcharía a seguir su vida y ella se quedaría, nunca volvió a hacerle la petición de estar con él, aunque en esas pocas semanas que permaneció ahí después de su discusión, las cosas mejoraron y ambos disfrutaron la presencia uno del otro, él se mostraba tierno y considerado con ella, y ella disfrutaba cada momento, cada detalle y los atesoraba porque sabía que el tiempo se le acortaba considerablemente y no podría retenerlo más, y así fue, llegó el día, cuando él se marchó, ella pensó que al menos su despedida iba a ser con un último beso que le permitiera recordarlo por siempre, pero al final no lo hizo, solo le dirigió una sonrisa y una mirada cargada de tristeza que ella no comprendió, al fin tenía lo que quería ¿porque no se iba feliz?.

Nunca lo comprendería.

*****
Aureliano miro con tristeza el hermoso atardecer, estaba fresco, pero no se comparaba con la frialdad de su corazón, con la tristeza que embargaba su ser.

Era irónico, estaba donde quería, con la gente que lo quería, pero se sentía vacío, la desesperanzada inundaba su ser, y no sabía qué hacer, no hallaba placer en nada, nada lo satisfacía y sabía porqué, le faltaba lo más importante, ella Mariana.... Su Mariana, se moría por volverla a ver, anhelaba estar a su lado, verla cada mañana, sentirla cerca de él, moviéndose a su lado buscando el mejor ángulo para revisarlo y darle sus medicamentos. Él ya se encontraba en perfectas condiciones, ahora era libre de ir y venir por su propiedad, todos sus trabajadores sabían ya de su presencia, y nadie había dicho nada fuera de ahí, así que para el mundo el seguía estando muerto, sin embargo a pesar de saberse en libertad al menos en ese lugar, no era libre, su corazón se había quedado prisionero en otro lugar.

Recordaba la última vez que estuvo con Mariana, recordó la tristeza de sus ojos y la desilusión dibujada en su rostro, realmente parecía que no quería dejarlo ir, pero no lo detuvo y él no fue capaz de quedarse. Ahora debería lamentarlo por cómo se sentía, pero no lo hacía porque ella no sería feliz a su lado, su lugar estaba allá, en el hospital, haciendo lo que le apasionaba, salvando vidas, no aquí, viendo morir gente por la lucha entre los grupos delictivos de la región. Ella no merecía esta vida y no se la daría por mucho que anhelar su presencia.

*****
_ ¡MALDITO SANTIAGO MORAN! - gritó Rigoberto furioso, estaba harto de que todos sus planes se vinieran abajo por causa de él, desde que se había convertido en el protector de las propiedades de Aureliano todo le iba mal, maldita la hora en que ese entrometido se había apoderado de sus posesiones, él había hecho todo el trabajo sucio y Santiago solo se presentaba y tomaba lo que ahora le pertenecía a él y él tenía que hacerse a un lado y mirar de fuera porque no podía ponerse al tú por tú con Santiago Morán, era demasiado poderoso, como para ponerse a las patadas con él, así que no le quedaba de otra más que ver de lejos como el disfrutaba del trabajo que él había hecho, pero eso no se quedaría así, ya buscaría la forma de arrebatarle todo y cobrarse lo que le había hecho.

*****
Aureliano iba sumido en sus propios pensamientos, mientras miraba el paisaje desde su avión privado, se había hecho el fuerte, pero no había aguantado, le era imposible vivir sin Mariana, su vida transcurría sin sentido sin su presencia y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por retenerla a su lado, incluso había tenido la descabellada idea de secuestrarla, aunque sabía que nunca lo haría, jamás la tendría con él por la fuerza, no era un cobarde para hacer eso, pero si haría hasta lo imposible por conquistar su corazón y conseguir un si por parte de ella.

El hecho de ir en camino, sin sus guardias de seguridad, ya era una hazaña en sí, porque sabía que Santiago le había aconsejado no hacer ningún movimiento por el momento, no podía moverse del rancho hasta que el dijera que podía hacerlo, pero ahora estaba ahí desobedeciendo, en camino a encontrarse con la mujer que amaba

*****
_ ¡SANTIAGO! -escuchó la voz de uno de sus hombres de confianza, que tenía en el rancho de Aureliano. Se escuchaba alterado. _No sé cómo sucedió, pero Aureliano salió del rancho. Dejó a sus escoltas, al parecer se dirige hacia el departamento de la doctora Mariana.

_ ¿Sabes a qué hora salió? ¿A qué hora llegará?

_No, pero en estos momentos te lo investigo.

_No... Déjalo... No hay tiempo.

Colgó la llamada e inmediatamente marcó otro número.

_ ¡Adrián! - dijo en cuanto descolgaron al otro lado de la línea. _¡tienen que irse!

_ ¿Sucede algo? - pregunto intrigado.

_SI. - grito Santiago desesperado. _ SALGAN YA, yo estoy a cinco minutos de su ubicación, llego en un momento, LOS QUIERO FUERA AHORA - ordenó. _ ¡Aureliano se dirige hacia allá!

Adrián estaba aturdido con la noticia, esa mañana habían llegado a la ciudad aprovechando el viaje de Santiago, Saúl tenía revisión médica cada mes y esa mañana lo habían llevado, ahora aprovechaban el tiempo libre visitando a Mariana, mientras Santiago terminaba sus asuntos, para regresar al rancho.

_ ¿Sucede algo? - interrogó Berenice al verlo palidecer, Mariana también lo miró con curiosidad.

_Tenemos que marcharnos. - dijo saliendo de su estupor.

_Pero... - iba a protestar Berenice. No entendía.

_ ¡AHORA! -gritó con desesperación.

_ Déjame recojo nuestras cosas. - se volvió para buscar los juguetes de Saúl y su bolso.

_¡NO! -la detuvo tomando a Saúl en sus brazos y pasándoselo a Berenice. _¡VÁMOS!... ¡YA!

Ella seguía en shock por lo que él la tomó del brazo para dirigirse hacia la salida.

_ Pero ¿qué sucede? -trato de detenerlos Mariana. Que no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

_ Luego te explico. - abrió la puerta para salir, pero no pudo dar un paso más.

_ ¡AURELIANO! -retrocedió al encontrarse con él y abrazando instintivamente a Berenice al verlo.

UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora