Aureliano sentía que sus pulmones iban a estallar, se encontraba en ese lugar cubierto de enormes pinos, las sombras que formaban a su alrededor no eran mejores que las que rodeaban su alma. Por un momento detuvo su alocada carrera, miró a su alrededor, había perdido el camino, ¿cómo protegería a su familia si no los encontraba, un dolor agudo penetró su corazón, pensó en su hijo, en su mujer, tenia que salvarlos, uno de sus muchos enemigos los tenia en su poder y no sabía quien era ese hombre que ahora lo amenazaba con lo único bueno que tenía.
Por un momento escuchó voces, dirigió su carrera hacia allá pero no encontró nada. Con impotencia se dejó caer de rodillas en el suelo lleno de hojas secas y tierra y por segunda, vez en su vida clamó a Dios. Luego la inconciencia lo invadió.
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Era día de descanso para Mariana y no sabía que hacia ahí, en esa solitaria habitación de terapia intensiva.Ese hombre que yacía ahí lograba conmover las fibras mas profundas de su corazón.
El verlo inmóvil, tan apacible, tan irreconocible, con la cabeza vendada y el rostro aun desfigurado le partía el corazón y mas se lo partía el darse cuenta de que en los quince días que llevaba en ese lugar jamás nadie se había acercado a preguntar por el, menos a visitarlo, parecía como si lo hubiesen abandonado, lo cual era raro porque si así hubiese sido ya no estaría ahí, lo mas probable es que lo hubieran trasladado a un hospital público, donde el gobierno se hiciese cargo de él, pero no, aún permanecía ahí en ese enorme y prestigioso hospital privado, recibiendo las mejores atenciones, aunque el no respondiera a ningún tratamiento. Su vida comenzaba a extinguirse lentamente, demasiado lentamente y ni ella ni nadie podía hacer nada por remediarlo.
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Rigoberto Salas estaba furioso, nadie en su sano juicio se atrevía , a pararse delante de el, y no era para menos, su abogado y su administrador habían salido prácticamente corriendo de ahí, ante la furia de él, y habían hecho lo correcto porque de no haber salido de ese lugar seguramente ya estarían muertos.Tan cerca... Tan cerca que había estado de tener lo que tanto había anhelado y ahora se le escapaba de las manos, no podía creerlo, ese maldito de Aureliano se la había jugado una vez más, pero ahora ya no había posibilidad de recuperar nada. El estaba muerto y todo lo que poseía y que el pensaba tomar ya no le pertenecían, nada estaba a su nombre, ni siquiera el rancho donde vivía. Todo había sido en vano. Furioso tomó su arma y salió tras del abogado y el administrador, no sabía porque los había dejado ir así como así, los iba a matar, eran unos ineptos, ¿como no se dieron cuenta antes de esa situación? ¿Cómo no le advirtieron antes de deshacerse de Aureliano?, merecían estar muertos , al igual que todos los que los rodeaban.
No supo como subió a su camioneta, no se dio cuenta de que ninguno de sus hombres apareció como siempre para servirle, todos sabía que su vida corría peligro no importaba que rango tuvieran o que tan allegados fueran a él, en este momento el solo buscaba en quién desquitar su furia.
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Mariana había mentido diciendo que Aureliano era amigo de la familia, solo así podía entrar y salir de su habitación aun cuando ella no estuviera de guardia, solo podía estar un familiar, pero a falta de éste a ella le era permitido, sobre todo en esa área del hospital tan restringida aún para el mismo personal.Esa mañana como todas las anteriores se presento ante él, seguía inmóvil, sin dar señales de vida salvo por su pecho que subía y bajaba con cada respiración que daba.
Con una opresión en el pecho era testigo de como su vida se iba extinguiendo poco a poco, ese era su día número diecisiete de que había llegado a ese lugar, su cuerpo se había ido recuperando de sus lesiones tanto internas como externas, sin embargo no despertaba y su cuerpo aunque recuperado de tanta lesión, se iba marchitando, su rostro se veía demacrado, los huesos se hacían cada vez mas visibles, ella recordó la primera vez que lo vio, su aspecto la impresionó, aunque estuviera muerta de miedo ante las amenazas de muerte que él profería, pero el ver ese cuerpo tan bien cuidado, su vestimenta impecable, su rostro atractivo era toda una contradicción, porque era un hombre con el alma enferma, lleno de amargura y de odio.
Se acercó a el y con cuidado tomó sus manos entre las suyas, de inmediato sintió esa sensación que sentía cada vez que lo tocaba y que era la misma que había experimentado cuando años atrás el tuvo el atrevimiento de rozar su mejilla donde su mujer le había dado una bofetada momentos antes.
Lo miró con detenimiento, ¿que estaría pasando en esos momentos por su cabeza?, ¿escucharía? o estaría sumido en la inconciencia.
¿Porqué nadie lo visitaba?... Claro. - pensó. ¿Quién iba a querer relacionarse con alguien como él, con alguien de su calaña como le había dicho en una ocasión ella en su propia cara.
En el hospital nadie sabía lo que había sucedido solo sabían que venía de algún punto de la sierra, que aunque había llegado golpeado y herido de bala en su expediente se manejaba como un accidente de trafico y solo un grupo muy cerrado del hospital sabia la verdad, incluida ella, seguramente estaba pagando alguna cuenta de las que debía porque había llegado sumamente golpeado y con el tiro de gracia en la nuca.
Los médicos, incluida ella no se explicaban como es que estaba con vida, estaban ante un milagro, la única herida de bala que presentaba su cuerpo debería haberlo matado de no haber existido una placa de acero en su cráneo, la cual provocó que la bala cambiara su trayectoria salvando su vida, y haciendo que esa herida fuera el menor de sus males, había recibido tantos golpes que su cerebro aun permanecía inflamado y algunos órganos internos que aunque no habían sido dañados permanentemente, aún continuaban recuperándose.
_¿Quien se atrevería a hacerte esto? - cuestionó en voz alta. En el fondo sabia, que no terminarías bien. - susurró a su lado. _y es una pena porque creo que me hubieras caído bien. - soltó con cuidado sus manos y salió de la habitación
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UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceAureliano Montero era uno de los principales jefes del crimen organizado, era un hombre atractivo, fuerte, valiente pero con el alma negra. Su vida no había sido facil y no se tentaba el corazón para actuar cuando tenia que hacerlo, gracias a ello a...