Despertó de nuevo cuando sintió que de nuevo lo levantaban con brusquedad del mismo lugar de donde lo habían sacado, seguramente lo habían aventado ahí cuando perdió el conocimiento, a su alrededor se escuchaba un gran revuelo, hombres moviéndose con rapidez, vehículos poniendose en marcha, gritos y maldiciones ordenando que hacer.
_¡Dense prisa! - escuchó una voz molesta. _¡el jefe lo quiere ya! ¡muevanse! - apremió.
_¿Y a éste qué? - gritó otro apuntando su arma a Ricardo _¿lo matamos?
_¡Subelo¡ - ordenó el hombre que los dirigía. _no hemos terminado con él, el jefe le tiene algo especial. - rió seguido por los demás que estaban a su alrededor.
_No creo que llegue. - dijo el hombre que se había acercado a él.
Y era cierto pensó Adrián ya arriba de la camioneta en donde lo habían aventado como un bulto sin consideración, cuando sintió que junto a él caía pesadamente el cuerpo de Ricardo y de éste salía un débil quejido, hubiera querido ayudarlo, y acomodarlo, pero no podía hacerlo ni él mismo.
De inmediato sintió como varios hombres subían también en la parte trasera de la camioneta y esta arrancaba seguida de otras mientras esta seguía a otras, lo sabía porque había escuchado como se iban poniendo en marcha una tras otra.
_A estos tipos mas les valdría haber muerto. - escucho Adrián que hablaban entre ellos.
_Esto no es nada para lo que les espera cuando estén en las manos de Rigoberto. - rió otro seguido por los demás.
Adrián calculaba que cuando menos eran cuatro hombres los que los custodiaban en esa camioneta mas dos que fueran en la cabina, y estaba seguro de que cuando menos iban otras cuatro camionetas, dos adelante y dos atrás, aunque podía jurar que eran más que esas, entonces como mínimo los custodiaban unos treinta hombres, todos armados y dispuestos a matar. Si en algún momento se hizo iluciones de que un rescate se produjera, éstas acababan de morir, además ¿quién de no ser por Santiago se atrevería a enfrentar a estos hombres por rescatarlo a él, sobre todo después de haber ignorado su recomendación de no acercarse al rancho?, además, eso en caso de que supieran de su situación algo que nadie sabía.
Lo único que lamentaba era dejar desamparada a Berenice porque sabía que de Saul, Santiago se haría cargo, ¿pero ella? quedaría desamparada, a menos que Santiago fuera sensible a su situación y le ofreciera una alternativa, nunca deseó tanto algo como eso, deseaba que ella estuvieta a salvo y que fuera feliz.
Un salto de la camioneta lo volvió a la realidad, su adolorido cuerpo resintió la sacudida, había momentos en que deseaba mejor estar muerto con tal de no seguir sintiendo tan tremendo dolor.
Sintió otra sacudida, escuchó el chirriar de llantas, de nuevo un gran alboroto, maldiciones y gritos, los hombres que los custodiaban bajaron de la camioneta para averiguar que sucedía, Adrián no podía hacer nada mas que escuchar y pedir que no fuera nada malo.
De pronto empezó a escuchar disparos, su cuerpo se puso alerta, aunque no podía hacer nada, el cúmulo de voces y maldiciones no le permitían entender lo que decian, supuso que eran atacados, aunque para ellos era igual de malo, caer de manos de un grupo delictivo a otro, aunque si ganaba el que los estaba atacando al menos morirían de forma inmediata y eso era una espectativa mucho mejor que la que les esperaba con Rigoberto Salas.
Los disparos se intensificaron, en varias ocaciones Adrián sintió que las balas pasaban practicamente junto a él, solo era cuestión de tiempo para que una diera en el blanco y terminara con su vida de una vez.
Escuchó como armas eran disparadas desde muy cerca de ellos.
_Aqui está. - escucho una voz alterada. _cubreme.
Sintió como entre dos hombres lo tomaban y lo sacaban de la camioneta.
_Aquí hay otro. - escuchó la voz de otro hombre. _está muerto.
Adrian escuchó como las balas empezaban a pasar rozando de nuevo.
_¡Vamos! - ordenó uno de los hombres que lo cargaba y sintió como era casi arrastrado por un corto trecho y era introducido a otra camioneta, tirandolo de nuevo al piso.
_¡Vámonos! - escuchó la orden y la camioneta arrancó.
Atrás quedaba un hombre valiente que había dado su vida por una chica que jamás se enteraría de lo que él pasó por ella.
Adrián no había llorado desde que era un niño, cuando sus padres fueron asesinados por el padre de Aureliano, pero ahora, sentía unas inmensas ganas de hacerlo, no concebía como alguien podía perder la vida de una forma tan inhumana y tan sin sentido, estaba furioso y ansioso en la misma medida, no sabía en las manos de quién había caído, o si los mismos hombres que lo llevaban, lo habían rescatado de la trifulca para hacerlo llegar con su jefe a como diera lugar,
Apenas habian avanzado un poco cuando se volvieron a escuchar disparos, siguieron avanzando cuando la camioneta paró abruptamente, de nuevo sintió que lo tomaban sin cuidado lo bajaban y lo hacían subir a otro vehículo, esta vez era uno cerrado, lo supo porque el ruido de afuera fue atenuado al cerrarse las puertas y el frio aire del exterior dejó de lastimar su cuerpo. Inmediatamente el vehículo arrancó a toda marcha.
_Quitale la venda y desatalo. - escuchó una voz conocida.
No lo podía creer, era Santiago Moran, el mismísimo Santiago Moran arriesgandose por salvarlo, un profundo sentimiento se apoderó de él, tanto que se le hacía difícil respirar, la camioneta seguía su curso a toda velocidad, los disparos se seguían escuchando a la distancia. El fue desatado, pero igual siguió en la misma postura, el dolor no le permitía moverse con libertad , su cuerpo estaba demaciado lastimado y los brincos y el vaivén del vehículo lo mantenían ocupado.
_¡Maldición! escuchó la voz de Santiago que iba al volante. _le dieron a Bruno.
_¿Nos regresamos? - interrogó otra voz
Santiago guardó silencio solo veía por el retrovisor, la camioneta en donde venía Bruno también al volante había avanzado varios metros en zigzag, luego había sido controlada, las luces largas se encendieron y apagaron varias veces indicando a Santiago que siguiera adelante.
El pisó de nuevo el acelerador.
_Bruno no me hagas ésto, no me dejes solo. Lo escuchó Adrián murmurar. _te espero en casa amigo.
Santiago sabía que Bruno estaba herido, había visto como volvía a tomar el control de la camioneta que manejaba pero no sabía si estaba dando su último esfuerzo para darle confianza a él y que siguiera adelante o si de verdad estaba fuera de peligro, pero no le quedaba nada mas que confiar en él como lo había hecho durante todos éstos años.
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UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceAureliano Montero era uno de los principales jefes del crimen organizado, era un hombre atractivo, fuerte, valiente pero con el alma negra. Su vida no había sido facil y no se tentaba el corazón para actuar cuando tenia que hacerlo, gracias a ello a...