Mariana respiró profundamente. La tensión en sus hombros no disminuyó en lo mas mínimo con la ducha que acababa de tomar, estaba cansada y angustiada en la misma medida.
Esa mañana al levantarse nunca imaginó lo que ese día iba a deparar para ella.
Solo bastaron unas cuantas horas para que su mundo se pusiera de cabeza, sus recuerdos, sus sentimientos y sobre todo sus convicciones se removieron desde lo mas profundo de su ser, tras la llegada de un paciente, que nunca se imaginó volver a ver y menos en ese lugar, ni en esas circunstancias.
No podía entender esa angustia que aprisionaba su corazón, sabiendo que en esos momentos ese hombre luchaba por su vida, solo, en la habitación de un hospital, sin muchas posibilidades de poder sobrevivir, sobre todo cuando lo único que había provocado en ella en el pasado había sido desprecio.
*****
En la habitación solo se escuchaba el zumbido de las máquinas conectadas al cuerpo de Aureliano Montero, que lo ayudaban a subsistir, mientras que su maltrecho cuerpo luchaba por recuperar sus funciones.Mariana lo observaba con detenimiento, sin poder creer que ese hombre tan grande, tan fuerte, tan arrogante y tan atractivo estuviera en esas condiciones, nunca pensó que podría verse tan tremendamente inofensivo y desvalido, si ella llegara a comentar que el era uno de los mas importantes jefes del crimen organizado de la región de donde ella era originaria, nadie se lo hubiera creído, si ella misma no estuviera segura tampoco lo creería.
A su mente acudieron los recuerdos de la primera vez que lo vio, el paseaba por el pueblo con su esposa, los acompañaban dos mujeres mas que después supo, eran amigas de ella, ella ya, se encontraba en el restaurante del hotel del pueblo esperando a su amiga Lorena, cuando ellos entraron, de inmediato fueron recibidos por un camarero que los ubicó en una elegante mesa no muy lejos de donde ella se encontraba.
Desde el momento en que entraron él no le quitó la vista de encima, ella trató de ignorarlo, pero era perturbador sentir su mirada sobre si y no se diga la de sus acompañantes, incluso los hombres que vigilaban sus espaldas parecían muy interesados en la actitud de su jefe, a la vista se hallaban cuatro de ellos, dos al interior ubicados en diferentes puntos con sus armas a la vista y dos mas a la entrada del lugar.
Mariana se llevó su café a los labios, Lorena ya se estaba tardando y ella no iba a esperar demasiado, esa gente la ponía nerviosa, sabía quien era él, su reputación lo precedía y ella había tenido la desgracia de ser parte de su lista de victimas, cuando había estado a punto de ser asesinada a, sangre fría por él mismo en la boda de su mejor amiga Elizabeth y de Santiago Moran, con quien ese hombre había mantenido una larga y furiosa rivalidad, hasta ese dia en que gracias a Dios había terminado para fortuna de todos, de no haber sido así, en ese momento ella no estaría con vida.
Iba a tomar su segundo trago cuando la taza voló por los aires y una pequeña parte del líquido cayó en su regazo.
_¿QUIERES DEJAR YA DE MIRAR A MI MARIDO? - escuchó la voz furiosa de aquella mujer. No se había dado cuenta en que momento se puso de pie y se dirigió hacia su mesa, pero estaba ahí enfrente de ella, hecha una furia, gritando y amenazando.
También a ella había tenido la desgracia de conocerla de antes, era reconocida por su orgullo y su prepotencia, Mariana siempre sentía lastima por aquellas personas en quienes desquitaba su enojo y ahora le había tocado a ella. Sin inmutarse la miró a los ojos y con la mayor calma que pudo habló.
_¿Y tu puedes decirle a tu marido que deje de mirarme él a mi.
_EL NO NECESITA DE NINGUNA ZORRA COMO TÚ, YO SOY SU ESPOSA Y CONMIGO TIENE SUFICIENTE. - vociferó.
_Pues díselo a él, porque parece que no lo sabe.
_MALDITA. - gritó tratando de darle una bofetada, pero ella fue mas rápida al ponerse de pie y colocarse del otro lado de la mesa, en donde no la alcanzara.
_Si tanto temor tienes de que te lo quite. - contraatacó. _deberías mantenerlo encerrado.
_YA QUISIERAS QUE EL SE FIJARA EN TI.- la miró con desprecio. _EL ES MUCHO HOMBRE PARA TI JAMÁS SE FIJARÍA EN UNA MUJERZUELA COMO TÚ.
_Puedes estar tranquila. - sonrió con desdén. Tu marido no me interesa, nunca llenaría mis expectativas, la gente de su calaña no merece mi atención ni mi respeto. - miró hacia donde él se encontraba segura de que alcanzaba a escuchar la discusión. El la miraba con sorna, parecía que le divertía la situación, sin embargo cuando escucho sus palabras su mirada, cambió, se tornó fría, desafiante, enigmática.
_TE VOY A ENSEÑAR CON QUIEN ESTAS TRATANDO ESTÚPIDA. - trató de acortar la distancia que las separaba. _YA QUISIERAS TENERLO POR UN RATITO, NO NIEGUES QUE TE LO COMIAS CON LOS OJOS. - se abalanzó sobre ella dispuesta a todo.
Mariana recibió el golpe de lleno en su mejilla, pero no se iba a dejar, esa mujer no tenia fundamento para acusarla de querer quitarle a su marido cuando era él quien no dejaba de mirarla y ella intentaba ignorarlo.
Antes de poder reaccionar por completo, miró como ella que ya tenía ventaja iba a asestar otro golpe, pero este nunca llegó, sintió como un cuerpo pesado la cubría y la aprisionaba contra la pared.
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UNA OPORTUNIDAD. No.3️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceAureliano Montero era uno de los principales jefes del crimen organizado, era un hombre atractivo, fuerte, valiente pero con el alma negra. Su vida no había sido facil y no se tentaba el corazón para actuar cuando tenia que hacerlo, gracias a ello a...