Extraño

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Camila

Llevaba dos horas tratando de entender que tenía esa chica para llamar tanto mi atención.
Ahora mismo podría haber terminado en la habitación de otra persona, teniendo sexo y bebiendo demasiado.
Pero ahí estaba, admirando a la mujer con piel blanca, hombros fuertes, labios rozados y carnosos y esa mirada verde que me alertaba un poco.
La había visto a la distancia, solo mirando las olas, cuando debía estar disfrutando de una fiesta a su alrededor.
Lauren me hizo ir hasta ella.

-¿Vives sola entonces?
Asintió levemente y volvió a acomodar ese pequeño mechón de cabello detrás de su oreja. Aproveche para mirar su perfil y estudiar la timidez que me encantaba.
Me encantaba, extrañamente una mujer como ella me parecía tan interesante.

-Es algo así, en realidad mis padres me vigilan a todas horas y hoy estoy aquí por un milagro, confían en mi, mi padre es muy estricto en cuanto a la disciplina, no apoyaba a cien por cierto mi decisión por la medicina, muy alejado del negocio familiar.
Carraspeo un poco y se movió incómoda. Estaba hablando mucho y hasta ella misma lo notaba. Me hizo sonreír y casi contenerme de llevarla a la cama ahora.
Por dios, estaba poniéndome, y ella no caía en cuenta de que eso lo podría provocar.
-Pero al final lo aceptó y ahora me exige demasiada concentración, soy su hija mayor.
Sonreí, la había escuchado pero aún así me concentraba más en mirar sus labios y desear robarle un beso. Había muchas posibilidades de que fuera heterosexual ¿Pero quién rechazaría a Camila Cabello?
Mordí mi labio y su nerviosismo me convencía de internarlo al menos. Me gustaban los retos y si no ocurría ahora, iba a terminar lográndolo aunque tuviera que ser su amiga en un principio, por el tiempo que fuera necesario.

-Entiendo, debes sentir mucha presión, yo soy hija única y aunque vivo con mi abuela, mi madre va muy seguido desde Colombia a Miami.
Toque mi cabello de forma coqueta y me acerqué lentamente a su rostro. Debía intentarlo. Y estaba mintiendo en pocas cosas.
Ella quiso alejarse pero sujeté su mano con precisión.

-Me gustan tus ojos, tienen un color particular.
Sonreí con malicia en mi mente. Estaba sonrojada. La chica había caído.

-Yo...tú...tus ojos son lindos también.

-Son ordinarios, en cambio los tuyos. Toque su barbilla y casi a punto de darle un pico en los labios, la voz de su estupido amigo Brennan, nos interrumpió.

-Lau ¿Que haces hablando con Camila?
Rodé los ojos y me puse de pie junto a ese amigo suyo. Me miró desafiante, como buscando una forma de alejarme de su inocente amiga. Iba a irme por supuesto pero antes debía dejar en claro un mensaje.

-Me voy, nos vemos mañana Lauren. Asintió nerviosa y siguió los pasos de su amigo.
Yo busqué de inmediato a Vanessa, mi mejor amiga. Estudiaba también con nosotros, ella podría llevarse más que bien con Brennan.

Vanessa bailaba animada con dos chicos. Necesitaba dormir un poco antes de abordar un avión mañana, directo a Miami.
Entre tropezones logre llevarla conmigo hasta nuestra habitación del hotel, recorrí todo el camino pensando en esa chica de piel pálida, había llamado mi atención desde una mañana que la vi hablar con Brennan, desde luego que fuera su amigo, era un obstáculo entre mis manos y esa dulce chica.

Lauren

No hablamos sobre Camila.
Brennan parecía estar molesto por la presencia de ella, pero desde luego me iba a negar a tocar el tema.
Simplemente me dejé caer en la cama y escuche como mi amigo se ponía a roncar.
¿Ella iba a besarme? Por que eso había sentido, una clase de magnetismo entre nosotras y un beso que había terminado frustrado. Lo más extraño de todo era que yo iba a hacerlo. Quería besarla, quería seguir charlando con Camila Cabello en la playa, esperaba poder encontrármela apenas amaneciera. Aprovechar las últimas horas de mi libertad, conociéndola un poco más. Sonreí como una tonta y cerré mi ojos.
El sueño profundo en que había caído pudo haberme alertado de algo, de ella precisamente.
Algo así cómo un mensaje de advertencia.
Que iba a entrar en mi vida para cambiarla para siempre, que iba a lograr enamorarme, que iba a luchar contra todo aquel que quisiera alejarme, incluso si debía sacrificar muchas cosas y que iba a terminar sola, con nadie más importante que Camila.
Que su luz iba a iluminar mis días de oscuridad, pero solo ella iba arrojarme de nuevo.

Desperté por la mañana con la sensación de haber tenido una vida en ese mismo sueño.
Pude ver a Camila rondar por el, con esa sonrisa coqueta y su cuerpo perfecto. Necesitaba hablar con ella al menos una sola vez antes de volver a Miami, sabía que después de esos días de concentración y fiestas que ni si quiera disfrute era muy poco probable volver a estar tan cerca.
Intenté sentarme en la cama pero un dolor suave hasta mi espina dorsal me invadió.
Con sorpresa miré a la parte de mi cuerpo que hasta entonces conocía y entendía tan poco.
Mi corazón se aceleró asustado.
¿Que había pasado?
Era una erección, eso lo sabía.
Lo que no podía comprender es por que estaba ahí, había luchado enormemente contra ese complejo toda mi vida.
Pensé que estaba ahí solo para completar mi cuerpo y mis necesidades fisiológicas. Pero no.
Cerré los ojos para relajarme, para que desapareciera.
Era culpa de Camila Cabello. Esa chica había despertado algo en mi, una necesidad enorme por complacerme y tocarla a ella. La deseaba.
Respiré profundo y miré hacía el lado del dormitorio donde mi amigo dormía como un tronco. El tampoco lo sabía, nadie, solo mi familia ¿Como podría explicarle algo tan complejo?
Con cuidado para no hacerme daño, caminé al baño para una ducha fría, debía funcionar, siempre lo decían.
Aún con el corazón acelerado miré como desaparecía de a poco y mi cuerpo volvía a su estado de relajación.

CamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora