5° CAPÍTULO

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-- Y por decisión de la misma, se ha aceptado la petición, .... Es por ello, que el Rey Yaten, desde ahora ya no será más nuestro Emperador y Gobernante, .... Desde este momento, todo ese peso, recaerá a su único hijo, El Príncipe Heredo Taiki _ El mensajero seguía con su labor.

Y mientras todos escuchaban, el Rey Yaten comenzó a regalar todas sus alhajas, y también les indico a las jóvenes sirvientas que estaban atrás de él, que se acercaran, para que también pueda regalar lo que estaban encima de las fuentes.

Las jóvenes hicieron caso, y tras una leve reverencia, pusieron delante de ellas las fuentes, a lo que el Rey Yaten, comenzó a agarrar sus joyas de oro, y las regalo entre la gente de su pueblo, que estaban postrados delante de él; y por si fuera poco también comenzó a regalar los anillos y las alhajas que tenía puesto.

Las personas, que se encontraban aun arrodilladas, extendían sus manos por sobre sus cabezas y agradecían el buen gesto de su Rey saliente.

En uno de los palcos, se encontraba sentado el nuevo Rey Taiki, que estaba vestido para la ocasión, sus trajes eran de color azul, con adornos dorados, llevaba sobre su cabeza la corona que una vez fue de su padre, en su cuello, estaba un collar de oro, en sus dedos se podía apreciar anillos, como también unas muñequeras de oro lisas, y sus sandalias de oro.

Al lado derecho de Taiki, se encontraba una soberbia y sonriente Reyna Esmeralda, que para la ocasión se había puesto un vestido verde, con algunas figuras bordadas con hilos de oro; estaba muy bien arreglada para la ocasión, en sus manos estaban su inseparable abanico, regalo de su difunta abuela materna. Estaba cubierta de muchas alhajas de oro, como también estaba muy bien maquillada; pero había algo que le quitaba el protagonismo del día, y esa era su corona. Ya que estaba con una corona de Princesa, y no con el de Reyna.

Sus hijos por su parte se encontraban en otro lugar, estaban al lado de la Corte Real, junto con los consejeros y el Primer Ministro de Kinmoku.

Amy, que también se encontraba ahí, estaba sentada al lado del Primer Ministro, junto con su hijo, ella estaba vestida con un sencillo vestido de color blanco, con adornos azules, también estaba con algunas alhajas sencillas y maquillada naturalmente; pero lo que más resaltaba en ella, era la corona que traía, ya que estaba con una de las coronas que la difunta Reyna Mina le había dejado.

Seiya por su parte traía entre sus manos lo que había sacado de la habitación de su abuelo, y lo estaba resguardando celosamente ante la vista de sus hermanos y madre.

Pero no contaba con que Diamante y Helios, descubrieran lo que tenía en su poder, así que sin mucha gracia se fueron hacia él, a reclamarle por que se hacía de cosas que le pertenecían al futuro Príncipe Heredo de Kinmoku.

Seiya, sin hacerles caso, se aferró más a su tesoro, y les grito a todo pulmón que eso, solo le pertenecía a él, y solamente a él. A lo que Diamante en compañía de sus hermanos Helios y Zafiro, se fueron hacia donde se encontraba su abuelo.

-- Abuelo, abuelo, .... ¡Seiya ha cogido tu espada!, .... ¡Dice que es suya! _ En tono acusatorio Diamante se acercó a su abuelo y llamo su atención, al mencionar a su hermano señalo con su dedo índice donde se encontraba.

Atrás de Diamante se encontraban sus hermanos, esperaban que con esa acusación Seiya reciba una fuerte llamada de atención por parte del Rey saliente. Por su parte Yaten solo dirigió una mirada preocupada hacia donde se encontraba su nieto favorito, mientras se dirigía hacia él.

Seiya al ver las intenciones de su abuelo mientras se acercaba a él, aferro la espada con más fuerza hacia su pecho y lo abrazo con ambas manos.

-- Vas a dejarme, es verdad, .... Pero la espada desde ahora me pertenece, .... ¡Black Dragón, es mía! _ Con la mirada suplicante y sus ojos fijos en el rostro de su abuelo, Seiya le imploro a su abuelo, que no le quitara su tesoro.

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