Miro el reloj de la pared que marca las cinco de la madrugada, Liz sigue dormida en el sofá y yo estoy que los nervios y la ansiedad me matan, no sé qué hacer en esta situación, esta pálida y su cabello despeinado sin contar que desde aquí puedo sentir el olor a alcohol.
¿Qué es lo que sucedió en aquella fiesta?
Cambio mi peso de un pie a otro y comienzo a morderme las uñas, es lo que siempre hago cuando estoy nerviosa y para completar Zack aún no me ha dicho nada.
-¿Qué paso? –le repito con la inquietud a flor de piel, esto no pinta nada bien y el no aporta nada a la situación.
Se cruza de brazos y se apoya en la pared.
-Solo esta borracha –dice como si nada y con la mirada perdida en mí.
Sus ojos examinan mi cuerpo entero y siento un cosquillo que me circula por todas partes, ignoro completamente esa sensación.
Posa su vista en mis ojos y se le forma una sonrisa de lado.
-No creas que no me ha gustado como me recibiste pero creo que deberías cubrirte con algo más –lo miro perpleja sin entender a lo que se refiere.
Hace un movimiento de cabeza dirigido hacia mis piernas, y caigo en la cuenta de que no llevo nada puesto que logre cubrirme bien, solo traigo la camiseta de Zack que apenas si me cubre los muslos.
Mierda.
Bajo la vista y agarro el extremo de la camiseta tirando hacia abajo para que así logre taparme un poco más.
Me voy deprisa a las escaleras pasando alado de Zack y juro que siento su fría y potente mirada a mis espaldas lo que provoca de nuevo esa sensación de hace unos minutos.
Trato de no tropezar mientras subo los escalones que para ahora parecen no terminar más y me encierro en mi habitación.
Me cubro la cara y siento como la ansiedad es sustituida por la vergüenza y estoy segura de que mi cara está totalmente roja.
Por toda esta situación de tener a Liz tirada en mi sofá medio inconsciente, a Zack a las cinco de la mañana en mi sala como un perro vigilando que Liz no haga alguna estupidez y sin contar el hecho de que hace tan solo unos quince minutos acabo de despertarme no me he dado cuenta de que solo tengo unas bragas y esta camiseta. Por favor que Zack no haya visto más de lo que debería.
Voy hacia uno de mis cajones y saco un pantalón de chándal negro. Antes de bajar voy al armario y saco unas cuantas mantas para que Liz, supongo que dormirá aquí esta noche.
Ya abajo veo a Zack que está a un costado del sofá donde esta Liz con el celular en mano, estaba segura de que al menos la vigilaría.
Se percata de que estoy ahí y guarda su celular en el bolsillo de sus Jeans desgastados y vuelve a examinarme a cuerpo completo, odio que hagan eso, es como si te estuvieran calificando o juzgándote como si tuvieran todo el derecho del mundo o se creyeran las personas más primorosas. Una sonrisa vuele a cruzarse en su rostro, es la misma maldita sonrisa de hace un rato.
Su vista pasa de mí a las mantas que traigo en brazos.
-¿Vas a dejar que duerma en esta cosa? –dice apuntando con un dedo mi sofá.
Ignoro todo de él, desde sus palabras hasta su maldita presencia y su mirada, me concentro en Liz y le aparto unos cuantos mechones que le caían por el rostro. Esta vestida totalmente diferente a esta tarde, lleva un short negro, un top ajustado y tacones de punta, el rímel de sus ojos esta corrido y el labial rojo esparcido por el costado de su labio.
-¿Cómo es que esté así? –le pregunto irguiéndome y cruzándome de brazos, igual que él.
-Ya te he dicho que esta borracha –dice con total indiferencia, no sé qué es lo que me molesta más, su actitud o que haya traído a Liz a las cinco de la madrugada.
Caigo en la cuenta de que si Liz estaba en este estado estando en esa maldita fiesta ¿Por qué no la dejo que se quedara en su casa? O al menos pudo haberse molestado en llevarla a la de ella.
-¿Por qué no la dejaste en su casa?
-No sé dónde queda –sigue con el mismo tono, pero un poco más duro y con esa actitud que cada vez me saca más de mis papeles- Y el único lugar al que se me ocurrió traerla es aquí. Total..., ¿son buenas amigas, verdad?
-Ella dijo que estaría en la fiesta de tu casa –le contesta utilizando el mismo tono que el- Podrías haber dejado que se quedara allí.
Larga una risa sin humor alguno y luego niega con la cabeza.
-Nadie se queda a dormir en mi casa –la arrogancia se nota en cada una de sus palabras.
¿Qué nadie se queda en su casa? ¿Es una maldita broma; o solo me está tomando el pelo?
La noche anterior dejó que Chloe se quede en su casa, aun que supuestamente él no tenía ni idea que ella se había quedado, pero al menos hubiera dejado que Liz se quede, después de todo son amigos ¿Qué no?
-Creo que es mejor que ya te vayas –digo desenvolviendo la manta para ponerle a Liz, por las noches suele hacer frío en este lugar.
-No jodas ¿Enserio la dejaras en esa cosa que supuestamente tú le llamas sofá? –dice detrás de mí.
Me giro de golpe ya enojada, está bien, tal vez no tenga el mejor sofá del mundo, de excelente calidad y el más cómodo al igual que el suyo pero no puedo permitir que venga a mi casa sin mi permiso y que hable mierdas sobre mis cosas.
-Que te he dicho que te largues –aunque tengo todas las ganas del mundo de gritarle no lo haré, estoy cansada tanto física como mentalmente como para ponerme a discutir con un idiota.
Me ignora estrepitosamente y se dirige a Liz que sigue con su profundo sueño, se inclina un poco y pasa un brazo por sus piernas y el otro debajo de su cabeza y la levanta del sofá.
-¿Pero qué haces? –le pregunto gritando asustada de que podría hacerle algo, nada más lejos que la realidad.
-¿Dónde está tu habitación?
Lo miro frunciendo el ceño.
-¿Qué?
-Te conviene que duerma contigo, si se llega a despertar no se desesperará tanto si te ve con ella –se explica.
Me quedo callada pensando lo que dijo, y creo que tiene razón, si Liz se despierta en cualquier momento y está en un lugar al que no conoce se pondrá como loca.
-Arriba –digo girando sobre mis talones y caminando a las escaleras con Zack siguiéndome el paso, he de admitir que no me hace gracia tenerlo detrás de mí mientras subimos las escaleras.
Abro la puerta de mi habitación y enciendo la luz, voy a mi cama y corro las mantas y Zack la coloca en la parte izquierda, no creo poder dormir bien esta noche, siempre me ha gustado tener una cama para mi sola.
Le quito los tortuosos zapatos que con solo imaginármela bailando toda la noche con estas cosas hace que nunca quiera usar este tipo de calzado, agarro una banda elástica y le recojo el cabello húmedo en una coleta así no le estorba ni le moleste mientras duerma.
-Ahora si puedes irte –le digo.
Ya no soportaba tener su molesta presencia cerca de mí y mi casa.
-¿No puedes conseguirte un departamento mejor? –dijo examinando mi pequeña habitación sin ningún tipo de reparo.
Ahora sí que ya me ha tocado las narices.
-¿Quién te crees? ¿Piensas que puedes venir a mi casa y tratar de menos lo que tengo? ¿Quién te has creído? –le grito sin escrúpulos y noto como Liz se remueve en la cama- Largo –trato de que mi tono sea más calmado.
Levanta las manos en señal de rendición y luego sonríe, voltea dirigiéndose a la puerta.
-Por cierto –dice de espaldas mirándome sobre su hombro- Te queda de jodida maravilla mi camiseta –habla y sale de la habitación cerrando la puerta antes de que yo llegara a decir algo.
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UNIDOS. ©
Ficção AdolescenteAlly Marín una joven-adulta de 24 años después de pasar 4 años en Florida regresara a su ciudad natal para nuevas oportunidades en la vida con la esperanza de poder volver a comenzar de cero y superar las pérdidas que sufrió. Allí conocerá a Zack Co...