No somos tan fuertes

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🐚San🐚

Pude ver esa angustia en sus ojos, ese miedo a que abriera la boca, no podía pensar en este momento con claridad, solo me di la vuelta he intente marcharme lo más rápido, camine a paso firme por el pasillo.

—Susan—Me llamo una voz femenina al momento que estaba por abandonar aquella escena.

Lo pensé antes de darme la vuelta y mirarla a los ojos, había cambiado tanto, ya no era aquella chica astuta, linda y cero patética, ahora solo era una rubia con poco cerebro.

—No diré nada—Me apresure a decir.

—Te lo agradezco—Susurró, yo solo respire hondo y me volvió a mi curso.

Camine en busca de mi madre, era una casa amplia, y con muchas habitaciones, al girar para tomar el otro pasillo escuche la voz de Karen retumbar en cada parte del lugar. La había encontrado, camine hasta la gran puerta blanca, y estaba casi decidida a tocar, pero escuché algo que me llamo la atención, algo demasiado bueno para ser interrumpido.

—¡No sé que hacer Amelía!—Grito desesperada la señora Karen.

—Tienes que tranquilizarte Karen, ¿Que es lo peor que puede pasar?—Mi madre lucia tranquila, yo pegue mi oído a la madera sigilosamente.

—Como me pides que me tranquilice cuando mi hermana me está amenazando con quitarme la fortuna, como piensas que le diré Alex que su prima es su media hermana será mi fin—Escuchaba sus tacones repicar contra la baldosa, se movía para un lado y para el otro en la habitación.

—Por que no se lo dices a Alex y te ahorras todas las mentiras Karen—Le aconsejo mi madre, aunque ella no parecía escucharla.

—Si Alex se entera me odiara toda la vida—Sollozo.
—Amelia ayúdame.

—Intento que no te metas en un lió Karen, si Alex se entera que le mentiste sobre su hermana no lo recuperaras nunca.

—No me hables de mentirle a nuestros hijos Amelía—Espeto.
—Ahora me das consejos de como ser buena madre ¿y tú que? ¿Cuando le piensas contar la verdad a San?

—No me presiones Karen, ella esta muy ilusionada con todo eso de la universidad, no quiero arruinarle el verano.

—Sabes que ella siempre ha soñado con eso Amelía, la destrozaras.

—No puedo, simplemente no puedo ¿Que será de mí? ¿A quien acudiré?—Mi madre sonaba desesperada.

Escuche unos pasos por el pasillo, entonces corrí hacia el otro extremo lo más rápido que pude, debía salir de esta casa, tantos secretos me estaban agobiando.

—¿Ya te vas cariño?—Inquiere la señora Rose.

—Tengo algunas cosas que hacer, pero te prometo que pasaré a visitarte, acaricia al gato regordete de mi parte
—Le dedique una enorme sonrisa, ella siempre había sido buena conmigo, su bondad sobrepasaba los limites.

—Te estaré esperando mi dulce niña, y te tendré unos dulces postres de mora con mucho glaciado.

—Seguro que quedarán riquísimos.—Me dio un fuerte abrazo, pude sentir ese sentimiento maternal, y recordé enseguida a mi abuela.

Me despedí con un beso en su mejilla, baje casi que corriendo por las escaleras, cuidando de no tropezar y caer, al llegar a la puerta principal le agite la mano a Robert y este me sonrió, había tanta gente buena trabajando aquí, para personas tan desagradables.

Busqué mi auto entre todas esas camionetas negras que se acumulaban, subí tan rápido como pude, el corazón amenazaba con salirse de mi pecho, deseaba irme de ese lugar lo más rápido posible, sin embargo mis deseos se esfumaron al intentar encender el motor, mi auto no encendía, y yo empezaba a desesperarme.

Nuestro PactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora