Con el objetivo de ser buenos príncipes, la reina se encangaría personalmente de educar a los chicos con respecto a la realeza, ya que ella pensaba que no sabrían nada sobre los modales que únicamente pertenecen a los herederos.
Pero su sorpresa fue grande cuando de hecho, tanto Riku como Sora tenían conocimientos sobre estos, por supuesto, mucho más básicos, pero sus modales eran casi perfectos a pesar de la forma en la que se trataban entre ellos. Esto era así con todos en la realeza, cuando hablaban entre familia eran más informales y solo cuando debía ser una conversación diplomática usaban un lenguaje meramente formal, y estos chicos conocían ese modo de hablar y comportarse, aunque no sabía cómo.
―Muy bien chicos, lo están haciendo muy bien.― sonrió amable la reina, se acercó y acarició el cabello de ambos.
―Gracias su majestad.― Riku hizo una pequeña reverencia.
Sora no dijo nada pero hizo el mismo gesto, sonriendo luego de incorporarse.
―¿Puedo preguntarles dónde aprendieron sus modales? ― cuestionó un poco curiosa.
―Fue nuestra abuela, siempre nos enseñó a comportarnos así, aunque nos decía que era para situaciones muy específicas, no estaba de más que las aprendiéramos.― explicó el castaño, alzando los hombros.
―Ya veo, pues su abuela debía ser alguien muy amable, se ve que se tomó el tiempo de enseñarles.― ambos asintieron. ―Pueden ir a descansar, está bien por hoy.―
Los dos hicieron una reverencia una vez más, y como si hubieran estado en una obra de teatro, su actitud cambió completamente, esta vez eran más informales, reían y hablaban de trivialidades, como si volvieran a ser los chicos de un pequeño pueblo y no unos príncipes.
Y es que para ellos aún era así, les costaba creerse que eran los nuevos príncipes del reino, la única prueba que se tenían era que estaban viviendo ahora en el castillo.
~♡~
Habían pasado dos semanas desde que comenzaron a practicar cómo ser príncipes, y en teoría, o eso decía la reina, estaban avanzando muy rápido, y estaban aprendiendo en menos de un mes lo que normalmente a muchos les toma toda su vida. Ellos lógicamente no sabían interpretar la comparación, por lo que lo dejaban así.
La reina no podía dejar de verlos como un par de niños que simplemente estaban ahí por otros motivos, no es que no los quiera como príncipea, sino no hubiera hecho esa invitación hacia ellos.
Pero es que ellos conservaban intacta esa humildad de alguien que creció en un pueblo, y por lo que sabía, desde niños habían hecho muchas cosas por su cuenta, ayudaban y ya para cuando quedaron solos, ellos hacían las cosas y recibían la ayuda, lo contrario a como era antes.
Además de saber sus historias, uno quedó huérfano a temprana edad, y el otro ni siquiera recordaba el rostro de su familia, si es que alguna vez tuvo una en realidad.
Ellos eran así, sencillos y humildes, nada cercano a la realeza quienes se creían el centro del universo por nacer entre riquezas. Ellos habían trabajado por su supervivencia, habían sufrido, se habían lamentado. Todo antes de siquiera ser adultos.
―Su alteza, hemos terminado. ― explicó Riku mientras se acercaba junto a Sora.
―Muy bien, lo han hecho perfecto, pueden ir a descansar antes de continuar.―
Una vez más vio la escena de siempre, una reverencia y posteriormente volver a ser los mismos chicos de siempre.
Estaban avanzando bien, solo había una cosa que no podían conseguir aún, bueno, dos.
La primera era una de las más importantes, y se trataba de la voz.
"La voz de la realeza debe ser suave y dulce, pero también debe ser firme para no hacer dudar a nadie de su posición."
Riku estaba consciente de que él lograba el segundo punto, podía dar órdenes con voz firme, sin embargo, no conseguía interpretar lo de una voz suave. Su voz podía sonar amable, pero era distinto, y eso lo sabía.
Sora era totalmente lo opuesto, su voz naturalmente sonaba suave y dulce, pero no conseguía que sonara firme, sabía que era distinto a simplemente alzar el tono de voz y tener seguridad de lo que decía, eso más le sonaba a un grito que a un tono de firmeza.
Lo segundo se trataba del código de escritura real, una escritura que solo los miembros de la familia real conocían.
A Riku probablemente le costaba más que a Sora, no porque éste ya lo supiera, pero de alguna forma no le era tan difícil aprenderlo, quizá se debía a que ya conocía un tipo de escritura similar, es decir, los "ziran".
Aunque esto era menos importante, tendrían tiempo de aprender y avanzaban a buen ritmo, era como aprender un nuevo idioma por lo que no esperaba que lo supieran antes de por lo menos pasado tres o cuatro meses de comenzar a estudiarlo.
Así que sí, estaban yendo bien.
~♡~
Por fin había pasado un mes, los chicos habían aprendido la mayoría de sus lecciones ya para ese entonces, se notaba el esfuerzo y empeño que ponían en ellas, en especial en conseguir esos dos puntos claves que más les costaban.
Habían aprendido a leer varias notas e incluso a redactarlas con la escritura real, quizá ese era el mayor inconveniente de Riku, pero estaba progresando de una manera muy rápida e impresionante.
Por otra parte, lo de manejar el tono de voz era quizá el mayor problema de Sora.
Riku aún no daba con el tono de voz dulce, pero por lo menos iba mejorando, en cambio Sora, a la hora de dar órdenes simplemente no podía.
No solo su voz, su carácter amable le hacía casi imposible la tarea de dar órdenes sin terminar en un "por favor", cosa que si bien no estaba mal, no podía hacerlo tampoco, una orden era un orden, no había de otra.
Ambos trabajaban en mejorar cada uno en sus aspectos débiles, ayudándose lo más que podían para que ambos consiguieran ser buenos miembros de la familia real.
Pero aún quedaba lo más importante, y esa era la decisión tomada únicamente por el destino.
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Un corazón perdido.
FanfictionDos jóvenes se enfrentan a una situación que cambiará sus vidas de un momento a otro, saliendo de su rutina a las que se habían acostumbrado para llegar a una nueva que pone su mundo dando vueltas. Pareja: Riku x Sora. Los personajes no son míos, p...