Un corazón perdido.

Cuarenta y tres: Llave.

La reina y el rey estaba intentando como fuera posible tranquilizar a un chico de cabellos castaños, quien sollozaba sin tener consuelo aparente.

Se agarraba con fuerza el pecho, parecía estar torturándole un dolor intenso, mismo que a pesar de ello, ni siquiera mencionaba.

Los guardias estaban de un lado a otro, y aunque en sus expresiones no se notaba, su mente estaba hecha un caos también.

Nadie quería repetir la tragedia de un príncipe perdido.

Los príncipes de otros reinos estaban bajo custodia, intentando por todos los medios posibles mantenerlos a salvo, pero ellos estaban igual de nerviosos que todos.

Kairi estaba siendo consolada por Axel, quien le repetía una y otra vez que todo se arreglaría como siempre, Roxas estaba con ellos, en silencio.

Naminé estaba con Xion, misma que desde que conoció a la princesa iba cada cierto tiempo a pasar con ella y sus amigos, pero ahora estaban las dos abrazadas, llorando en silencio.

La noticia había llegado ya a los otros reyes, quienes no dudaron en mandar guardias para ayudar en la búsqueda.

Al pueblo se le ocultó una vez más el comentario, todo para evitar un revuelo entre la gente.

Pero el aura de desesperación se sentía y era contagiable.

Sora una vez más lo estaba provocando, pero no podía hacer nada, no sabía cómo evitarlo, era algo con lo que debía cargar.

Compartir sus sentimientos a todos los demás... algo que puede ser bueno, así como también malo.

~♡~

Un chico albino estaba comenzando a despertar, atontado y mareado, aún sentía un fuerte dolor de cabeza que lo hizo volver a estamparse contra el suelo tras un fallido intento de ponerse de pie.

Sacudió la cabeza, no supo cómo pero se consiguió sentar, apoyando la espalda contra un muro frío que parecía ser de metal.

Intentó ver a los alrededores, pero solo veía negro, fue ahí cuando se dio cuenta de que tenía los ojos vendados.

Quiso quitarse la venda, pero no podía, tenía las manos atadas a la espalda, aunque no fue necesario pues ésta cayó tras unos leves movimientos más, no estaba atada como para mantenerse en su lugar con firmeza.

Ahora sí fue capaz de examinar todo.

Efectivamente, la pared donde estaba recostado era de metal, aunque las demás parecían ser de piedra al igual que el techo, el piso en cambio era de tierra, enfrente había una reja, pero que a penas permitía ver a través de ella.

Tenía unas cadenas gruesas atadas a los tobillos, razón por la que no podía pararse aunque quisiera. Su ropa estaba casi intacta, solo unos ligeros rasguños y suciedad, tampoco tenía lesiones visibles.

Intentó recordar qué hacía ahí, sin embargo... nada, no sabía cómo había llegado allí.

Solo sentía un dolor en lo que parecía ser el corazón, pero no se lo explicaba.

―Hasta que despiertas...―

El albino levantó la mirada hacia donde escuchó la voz, buscando entre los barrotes la figura de aquella persona.

―¿Quién eres tú?― gruñó, no le gustaba la situación en la que se encontraba, para nada.

―Tranquilo, pronto serás liberado, no necesitas saber quién soy para eso.―

―...―

―¿Te comió la lengua el gato?― sonrió.

―¿Por qué estoy encerrado? ¿Qué se supone que he hecho?―

―No te preocupes niño, fue un error nada más... no es a ti a quien queremos, estamos buscando a alguien más.―

―¿A quién?― cuestionó dudoso.

―A alguien que se nos escapó hace mucho tiempo atrás, sabe cosas secretas que no deben salir a la luz.―

―¿Es alguien peligroso acaso?―

―Es capaz de hacer sentir dolor a un pueblo entero.―

El albino solo se quedó callado por un par de segundos, removió sus manos incómodo antes de volver a hablar.

―¿Y por qué debo seguir encerrado si no soy yo a quien quieren?―

―Para estar seguros de que él llegue, eres la llave para obtenerlo.―

―No entiendo...―

―No tienes que hacerlo... solo tienes que estar seguro de que cuando esa persona llegue, tú serás libre de ir a donde quieras.―

―¿En verdad..?―

―Sí... solo lo queremos a él devuelta.―

~♡~

Sora fue llevado a su habitación, Cloud lo cargaba en brazos como si de un niño se tratara, esto debido a la condición débil en la que se encontraba el castaño.

Corazón perdido... esa condición puede ser realmente cruel.

Se quedó helado al ver una nota sobre la cama del muchacho.

Éste levantó la mirada al sentir que se detenía, solo para girarse hacia la misma dirección en la que miraba el rubio.

Se bajó de golpe, casi corriendo hacia su cama para recoger dicha nota, desdoblando el papel con intención de leer el contenido.

Se puso pálido y miró hacia su guardián, conteniendo las lágrimas que querían volver a salir.

¿Quieres volver a ver a tu amigo? Vuelve a donde todo inició, solo.
Única oportunidad, tú eres la llave para que esto se detenga de una vez por todas, príncipe.

Sora de estremeció de pies a cabeza, leyendo nuevamente la nota en voz alta, una y otra vez.

Solo lo estaban usando.

Si iba solo... lo dejarían en paz.

Si se entregaba, eso acabaría.

Riku sería libre.

Ellos tenían las cartas para detenerlos.

Solo necesitaba una cosa...

Ser la llave para ello.

Y tenía todo listo para serlo.