Cuarenta y dos: Amenazas.

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No vienen tras Riku... tampoco buscan a los otros príncipes de otros reinos... te buscan a ti.

Sora leía una y otra vez la carta que apareció sobre su cama cuando despertó, comenzando a temblar.

No estaba escrita en cualquier lengua, estaba usando los ziran, había sido alguien de los mercenarios.

¿Cómo era posible? Juraba que quería responder, pero no podía, no sabía cómo.

Esos días había estado durmiendo más profundo de lo habitual, estaba en calma, no tenía compromisos a los cuales ser forzado, y tal como cuando había estado practicando antes de ser coronado, pasaba tiempo jugando con la reina, el rey, y Riku.

Algunos príncipes habían vuelto a sus reinos ya, en el castillo seguían Naminé, Kairi, Axel, y Roxas; Ventus había vuelto junto a Aqua y Terra al reino de Picas, mientras que Vanitas había vuelto al de Diamantes, los reyes por su parte ya estaba cada uno de vuelta en su hogar, haciendo pública también las declaraciones de paz firmadas.

Esos días había estado ayudando a Ienzo y a el científico en jefe, Ansem, estaba intentando enseñarles más acerca de aquella escritura.

También solía jugar con Cloud cuando sus padres o Riku estaban ocupados con cualquier cosa, aunque éste más se la pasaba cuidando que no se lesionara... sí, sentía que era su hermano mayor.

Pero en ese momento... él no quería contar sobre esa nota a nadie.

Tenía miedo, no sabía qué hacer con ella, ¿tirarla? ¿quemarla? ¿guardarla quizá? No tenía idea.

¿Que irían tras él? ¿Por qué ahora? ¿Acaso se habían enterado que estaba ayudando con el código? ¿Era eso acaso? Lo dudaba.

Quiso pensar que esa nota era de Luxord, después de todo fue él quien le dijo esas palabras tiempo atrás, pero... sabía que no era posible.

Sora... lo lamento, pero ésta será la última nota que pueda darte... hoy me encontrarán por fin, estoy seguro de eso.
Quizá nos veamos en otra vida, seguro seguirás siendo un buen niño como ahora, espero que ahí nos encontremos en mejores situaciones... ya sabes, quizá seamos amigos, o eso me gustaría, sería un honor, tal como lo fue hablar contigo y recibir tu perdón, aún cuando no lo merecía.
Gracias por todo.
-Luxord.

Luxord fue condenado a pena de muerte en cuanto lo encontraron.

~♡~

Sora seguía nervioso, tenía la nota en uno de sus bolsillos, por algún motivo no se podía separarse de ella, ni física, ni psicológicamente.

No se concentraba cuando estaba con los científicos, se puso notoriamente tenso cuando los reyes le dijeron que estarían ocupados ese día, y Riku estaba en el pueblo porque quería comprar a saber qué.

Fue una suerte para él que Cloud aceptara pasar el día con él, incluso si estaba fuera de su turno de guardia.

―Sora, te vas a caer.―

El rubio miraba como un chico caminaba por una barandilla, haciendo equilibrio con sus brazos.

―Hum... no, no lo haré.― respondió, sacando la lengua como reflejo a su concentración en lo que hacía.

El rubio dejó escapar un suspiro, acercándose al chico, y sin su consentimiento, tomarlo de la cintura para bajarlo de allí.

―¡Te dije que no iba a caerme!― chilló, aunque sin moverse tampoco.

―Mejor prevenir, hoy estás raro.― replicó, bajando al muchacho al césped con cuidado.

―No estoy raro.―

―Lo estás.―

―Que no.―

―Lo estás.―

―Te digo que no.―

―Sí.―

―No.―

―Sí.―

―No.―

―¿En serio vamos a pelear así?―

―... No.―

El más alto volvió a suspirar, el castaño por primera vez en todo el día soltó una pequeña risa, tirándose al suelo para recostarse.

―Cloud...―

―¿Hmm?― se sentó a un lado suyo.

―¿Te molesta tener que cuidarme?― cuestionó dudoso.

―¿A qué se debe esa pregunta?― lo miró algo curioso.

―Solo responde, por favor...―

El rubio se quedó en silencio un par de segundos, intentando adivinar las intenciones del chico.

Se rindió.

―No, no me molesta para nada.―

―¿Y si eso significara... tener que recibir un ataque directo..?―

―Sora.―

―Digo... si alguien me amenazara o algo así...―

―Sora, ¿qué sucede? Todo el día estás raro, y ahora estás haciendo planteamientos demasiado específicos, incluso para esa imaginación tuya.―

El castaño se removió nervioso, dudando de si proseguir o no, pero finalmente, sacudiendo la cabeza un poco, sacó la nota.

―No sé si es una amenaza o una advertencia... pero... me recordaron que vienes tras de mí... y... me está asustando.―

El rubio abrió un poco más los ojos, sin creer completamente lo que estaba oyendo.

Tragó saliva y le pidió al niño que tradujera la nota, sintiendo un mal augurio al respecto.

―¿Por qué no lo dijiste de inmediato, Sora?― intentaba sonar tranquilo, lo que menos quería era alterarlo más.

―Tenía miedo... hace poco casi se armó un conflicto, aún no se soluciona de todo... no quería preocupar a nadie sobre esto.―

―Sora, esto es importante, y es algo que merece sobrada atención y preocupación.―

―Yo... lo siento... lo entiendo.―

El rubio solo asintió, ayudó al chico a ponerse de pie y le dedicó una leve sonrisa para poder tranquilizarlo.

―Acabaremos con esto de una vez, lo prome...―

Antes de acabar la oración, Sora sintió un fuerte punzón en el pecho, cosa que alertó a su guardían y lo ayudó a no caer al suelo.

―Qué- ―

―¡Príncipe Sora!―

Sora a penas levantó la mirada.

―¡El príncipe Riku fue...―

Sintió como si su corazón fuera a detenerse, su sangre se heló.

Riku fue secuestrado.

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora