Diez: No lo soportes.

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Riku estaba preocupado, no, no solo él. Todos estaban preocupados.

De la noche a la mañana, Sora había cambiado totalmente su actitud. Y eso era en extremo raro, pero por sobre todo, alarmante.

~♡~

Ese día había comenzado bien, o mejor dicho, eso parecía. Ambos niños despertaron como siempre, se levantaron, se asearon, desayunaron y fueron camino a la escuela, pero, Riku sentía algo distinto, como un mal presentimiento, y por experiencia sabía que debía hacerle caso a ese extraño sentir que aparecía justo cuando debía.

Mientras hablaban, el albino no dejaba de mirar detenidamente a su pequeño amigo, parecía estar igual que siempre, tranquilo y risueño, pero, no podía dejar de pensar que algo estaba distinto con él, o quizá era solo su imaginación. Pero...

Llegaron, entraron cada uno a su salón, y todo estuvo normal, eso hasta que llegó la hora del recreo.

Los niños salieron corriendo, pero el pequeño castaño salió caminando a paso lento, cosa que, obviamente llamó la atención de su mejor amigo quién se acercó sin dudarlo.

―¿Estás bien? Estás raro desde la mañana.―

―Estoy bien... pero, creo que voy a enfermarme, siento el cuerpo pesado... ―

Eso solo hizo que se preocupe más. Sin embargo, no sería raro que solo sea eso, y prefirió pensar que quizá había pescado un resfrío y nada más.

No, sabia que no era eso.

~♡~

Habían pasado tres días desde eso, y de alguna forma, toda la ciudad lo resentía.

¿Por qué les afectaba tanto la situación de un niño que ni siquiera formaba parte de sus vidas hace pocos años atrás?

Sí, a todos les dolía admitirlo, pero era esa la forma en la que pensaban.

Nadie sabía siquiera de la existencia de Sora hasta hacía cuatro años, sin embargo, se había vuelto importante para todos de un día a otro.

El mismo que ahora estaba acostado en su cama, removiéndose entre sus mantas mientras todos intentaban continuar con su rutina diaria.

Recalquen el "intentaban".

"Sora, ¿te encuentras bien cariño?"
"Hey, Sora, ¿estás bien?"
"¿Sucede algo pequeño?"

Esas preguntas daban vueltas en la cabeza del chico, que era observado por su abuela mientras le daba caricias en el cabello de forma delicada, ella suponía lo que le ocurría, pero si el pequeño no cooperaba, no había nada que ella pudiera hacer.

~♡~

Ya iba una semana, Sora no parecía mejor, no estaba enfermo de un resfrío ni ninguna otra condición, pero los mareos de que sufría a causa de los dolores de cabeza no podían dejar de preocupar a todos.

Ver a ese niño que siempre estaba lleno de energía, tan decaído... dolía, y mucho.

Así fue para todos, pero quizá quien más se resentía de ello era Riku.

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora