Un corazón perdido.

Veintisiete: Destino real.

En el reino existe la magia, ¿alguna vez escuchaste sobre los cuentos de hadas? Quizá no veas criaturas de otros mundos, pero un poco de un mundo de sueños nunca está más, ¿verdad?

Tres meses estaban por cumplirse desde que ambos se volvieron en parte de aquella familia, quedaba una semana antes de saber algo muy importante. Si es que realmente iban a quedar en ella.

La coronacion, la primera magia de aquel reino en el cual el destino decide si son dignos herederos de las tierras que gobiernan los pueblos.

Una última lección sería aprendida por ellos.

Nuestras coronas son especiales y únicas, no hay dos iguales, y no hay una que tenga dos dueños distintos.

Además tenemos una marca en el dorso de nuestras manos, una que solo sale a la luz cuando la corona que ha sido hecha a tu medida es puesta en tu cabeza, ahí es cuando sabes que has nacido para dominar en estas tierras.

Aquellos que tienen la marca en la mano derecha son los que nacieron para acompañar a quien se hará cargo del reino, la mano izquierda es para el que está destinado a reinar hasta encontrar a un heredero, aquel que velará por la seguridad de su reino.

La reina sacó de sus manos los guantes blancos que las cubrían, levantó la mano izquierda, ahí es donde se encontraba su marca.

Con la derecha, tomó la corona que traía puesta, la quitó con cuidado. La marca simplemente desapareció por completo.

Solo son visibles cuando la corona está en tu cabeza, de lo contrario no eres más que un simple ser humano como todos los demás.

―Un miembro de la realeza también es un ser humano como los demás. ― Sora hizo un puchero.

―Eso es verdad, solo tienes más riquizas, pero si estás al lado de alguien de un pueblo vistiendo igual, no eres diferente.― completo Riku.

La reina rió suave, había olvidado ese detalle, a ninguno de los dos les gustaba que dijera que eran distintos, o que los pusieran en un pedestal, ellos querían seguir siendo tratados como dos chicos normales.

―Tienen razón, lo siento.― ella sonrió con dulzura, volvió a ponerse la corona y acarició el rostro de ambos muchachos.

Un miembro de la realeza no solo se determina por su sangre, han habido muchos casos en que los herederos son adoptados en realidad, uno nace destinado a ser de estos lares, su sangre se vuelve parte la categoría real cuando la corona le es puesta, de ahí vienen nuestras marcas.

Por ello incluso ustedes pueden ser nombrados príncipes, si el destino así lo decide, recibirán una marca, y así estarán listos para en un futuro tomar las riendas de este lugar.

~♡~

Al fin, una semana se cumplió. Era fecha de la coronación.

Ésta no era un espectáculo ni mucho menos como cuando un príncipe pasaba a ser rey, era un acto democrático, que nada más estaban presentes, el gobernador del lugar, sea el rey o la reina, el consejero real del mismo, además de testigo que tomaría nota de todo lo ocurrido, y claro, los jóvenes a ser coronados.

Riku y Sora estaban ahí, parados uno al lado del otro, intentando por todos los medios que su nerviosismo no sea evidente.

La reina tenía una corona en manos, la miraba con nostalgia, esa era la corona que sería destinada al príncipe que había fallecido.