Treinta.

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AVISO.

Este capítulo será algo violento, no es nada particularmente gráfico o descriptivo, pero de todas formas creo que es necesario comentarlo antes.






~♤♡◇♧~

El chico escuchó el nombre por el que lo llamó, sintió por un instante un fuerte mareo que lo obligó a sujetar su cabeza. Se sintió adolorido por un instante, mirando detenidamente al rubio delante suyo.

―De qué...―

―¿Quién hubiera pensado que serías capaz de escaparte de nuestras manos? Un pobre niñato de tres años huyendo... y sin embargo, aquí estás, arruinando todo por lo que hemos trabajado por años.―

―¿De qué se supone que está hablando?―

―¿Todavía no lo recuerdas, Soranort? Ja, ni siquiera recuerdas tu verdadero nombre, ¿no? Aunque te doy crédito por acordarte de una parte de él, eras a penas un criajo de todas formas. ―

―¡No lo entiendo! ¡¿A qué se refiere maestro Venxen?!―

El hombre se acercó a paso firme, sonriendo cada vez más, su sonrisa se comenzó a desfigurar en una mueca desquiciada. El chico se sintió paralizado, ni siquiera supo cuándo fue que llegó a tomarlo del hombro, apretando con fuerza éste.

―Soranort Leonhart... ese es tu nombre completo... ―

―Mi... ―

―Sí... tu nombre... ¿comienzas a recordar las cosas o debo seguir hablando?―

―A..aléjese de mí.―

Intentó retroceder con torpeza, pero solo consiguió se aferre aún más a sus hombros, sonriendo con malicia.

―Tal parece que no recuerdas... bien, te daré entonces otras pistas, así que sé un buen niño y escucha, ¿sí? ― solo soltó una pequeña risa, estaba comenzando a lastimar al muchacho por la fuerza del agarre.  ―Y pensar que tú me ganaste... en fin... ―

Hace quince años el príncipe fue raptado en declaración de guerra, nadie vio nada, nadie supo cómo.

Los guardias estaban intactos por fuera, solo descubrieron una potente droga que los dejó completamente inconscientes. Al despertar no recordaban ni sus nombres.

―Fue tan difícil desarrollar esa droga... pero me acredito ese logro en un cien porciento.―

Fue hasta la noche que buscaron desesperados alguna pista donde pudiera estar el pequeño príncipe...

Finalmente encontraron algo muy interesante.

Os declaramos la guerra firmada en sangre, ¿qué mejor que la sangre real para firmar un pacto, no creen?

―Ustedes...―

―Sí... drenamos la mitad de la sangre del príncipe, la sangre pura de un niño de solo un año edad... ¿dulce, no crees?―

Manchas por todos lados, y en una pequeña botella un líquido rojizo, brillante. La sangre real de aquellos que nacieron para gobernar.

El príncipe... su sangre...

¡Están enfermos! ¡¿Acaso se dan cuenta de lo mucho que sufrieron por la pérdida de su hijo?!―

―Oh niño... eran pésimos padres... ni siquiera fueron capaces de reconocerlo...―

―¿Qué..?―

―Debo admitir que hice bien en esconder la cicatriz... no se nota nada...―

―¿De qué..?―

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora