Es un día de celebración en el reino de Corazones y todos sus habitantes.
No, todos los reinos se consideran de fiesta en esa fecha.
Una fecha que marca un final, pero también el inicio de algo hermoso.
Hoy se comprometen, se unen en matrimonio los dos príncipes del reino, hoy se unen en un destino que fue trazado desde sus inicios.
Príncipe Riku, diecinueve años.
Príncipe Sora, dieciocho años.Los dos son jóvenes aún, pero ninguno duda de su decisión.
Pasaron una vida juntos, se vieron en sus peores y mejores momentos, y tras éste compromiso, las promesas que se hicieron en la infancia solo se reforzarían para ser imposibles de romper.
Cuántas lágrimas vieron, cuántas risas oyeron... todo eso, se consumaría en un acto de unión ante los ojos de todos los presentes.
El cielo y la tierra estuvieron siempre hechos el uno para el otro, eso dicen algunos.
Vivieron juntos desde hace años, se vieron cambiar y lo seguirán haciendo.
Riku estaba de un elegante traje color negro, en su cabeza, aquella corona que lo distinguía como el príncipe del reino, y bajo sus perfectos guantes blancos, la marca que lo confirmaba como miembro de la realeza.
Suspiró pesadamente, jugando un poco con el borde de sus mangas, podría decir fácilmente que se sentía más nervioso que cuando fue secuestrado.
Bueno, quizá exageraba, pero, sí estaba nervioso.
La música que comenzó a sonar lo sacó de sus pensamientos, levantó la mirada y la sostuvo en un punto al azar por un par de segundos.
Cualquier pensamiento, cualquier temor o duda desapareció.
Todo desapareció cuando lo vio.
Sora, junto a su padre, el rey, se acercaban lentamente al lugar, el cual estaba completamente adornado con una preciosas flores, flores cuyos colores recordaban a los ojos de ambos muchachos.
Todo era más que hermoso, digno de una boda real, pero no era eso lo que a ellos les importaba en realidad.
El pequeño sentía su corazón latir fuertemente en su pecho, se reñaba dentro de su mente por tener las lágrimas al borde de querer salir aunque aún ni siquiera era de capaz de levantar la vista.
¿Pero quién podría culparlo por sentirse así?
Vestido con un traje completamente blanco, contrastando así, y a la vez encajando perfectamente con la de su pareja, quien parecía estar intentando contener una sonrisa tonta que quería salir de sus labios, igual que él, traía su propia corona, y bajo los guantes, aquella marca en la mano izquierda.
No mencionen que un par de amigas intentaron hacer que se ponga un vestido blanco, aunque sí lo hicieron.
Ambos por fin cruzaron miradas, sus mejillas se tornaron de un ligero color de rosa, que no podía más que enternecer a todas las personas que los observaban.
Mismas personas que para ellos dos, en ese momento no existían.
Eran solo ellos dos, su momento.
Finalmente llegaron a estar uno frente al otro, Sora intentó decir algo, pero las palabras simplemente se ahogaron antes de alcanzar siquiera sus labios, soltó una risilla nerviosa y agachó la cabeza, casi cubriéndose con ayuda del ramo de flores que traía en manos.
Riku rió, la imagen se le hacía demasiado adorable, podría ser que ambos eran mayores ahora, pero su novio, próximo esposo, aún le parecía un niño, más por culpa de aquellos.
Se acercó y besó su frente, poniendo sus manos por encima de las suyas, las tomó con cuidado, sonriendo.
―¿Listo..?― murmuró, sin separarse.
El chiquillo, soltó un suspiro, alzó la mirada, completamente ruborizado, pero más que eso, una brillante sonrisa adornaba su rostro.
―Listo.―
Así, la ceremonia por fin dio inicio.
Se escuchaban leves sollozos de la gente que no podía contener la alegría, mucha gente que los conocía desde niños los miraba detenidamente, sin creerse que estaban allí mismo, delante suyo, a punto de volverse una pareja hecha y derecha, y no solo eso, sino que legítimos herederos de un reino entero.
Esos mismos niños que alguna vez jugaban a subirse a los árboles, que disfrutaban cuando la gente los saludaba por la calle, aquellos que lloraban por rasparse las rodillas, que se enojaban cuando les decían que eran muy pequeños para algo.
Esos niños que alguna vez sufrieron cosas que ni a un adulto le resulta fácil superar, que aguantaron más lo que muchas personas podrían...
Ellos estaban ahí, dos jóvenes, dos príncipes.
Una pareja que por fin, obtenían lo que tanto habían luchado por conseguir.
No era un final feliz, era un comienzo de algo que nadie deseaba tenga fin.
Todos miraban atentos como un joven albino tomaba la temblorosa mano de su novio, quien se notaba a leguas luchaba para no quebrar en llanto por culpa de la emoción.
Retiró su guante con cuidado, mostrando un precioso anillo plateado antes de, con sumo cuidado y tras recitar unos votos, colocó en el dedo del más pequeño.
Él hizo lo mismo, aunque como si todo dejara de importar, sus temblores desaparecieron, tomó entre sus dedos un anillo de color dorado, y sin esperar, removió el guante de su pareja, tras decir sus propios votos, la ubicó en su dedo, sonriendo dulcemente.
Juntaron sus manos lentamente, observando, sin sorpresa alguna, como en ellas las marcas cambiaban de forma leve, para ahora mostrar aquel símbolo de unión.
Finalmente, fueron declarados como maridos.
El más joven no contuvo más sus lágrimas, ni siquiera su, ahora esposo, lo hizo.
Unieron suavemente sus labios a la vista de todos, quienes sonreían con ternura y no dejaban de aplaudir y soltar gritos al aire para felicitarlos.
Se separaron un instante, Riku miró atentamente el rostro de Sora, lo abrazó de la cintura y sin dudarlo un segundo, lo levantó en un abrazo, en el que dieron un par de giros mientras soltaban risas que llenaban de alegría el corazón de su gente.
Una vez más unieron sus frentes, se miraron un par de segundos y volvieron a besarle con dulzura, como solo ellos podían hacerlo en ese momento.
♡ ~Fin~ ♡
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Un corazón perdido.
FanfictionDos jóvenes se enfrentan a una situación que cambiará sus vidas de un momento a otro, saliendo de su rutina a las que se habían acostumbrado para llegar a una nueva que pone su mundo dando vueltas. Pareja: Riku x Sora. Los personajes no son míos, p...