Ocho: Odio.

457 63 145
                                        

Habían terminado de comer, ayudaron a limpiar la mesa, prepararon algunas cosas en sus mochilas y luego salieron hacia el bosque para jugar un rato, estaban de vacaciones y no tenían ya que preocuparse por tareas hasta dentro de dos semanas.

Mientras hablaban de, nuevamente, temas muy importantes, o en otras palabras, de qué juegos debían jugar una vez llegaran, ambos escucharon entre los arbustos un ruido que les llamó la atención, y fueron corriendo a ver qué era.

Los ojos de ambos se iluminaron al ver un pequeño gatito de color marrón con blanco, y tras mirarse por unos instantes, no dudaron en tomarlo con cuidado en brazos, sonriendo alegremente.

No era un recién nacido, de hecho, Riku dedujo que tendría ya unos meses de vida, pero eso estaba bien, podrían cuidarlo sin necesidad de una madre sustituta.

Punto a aclarar, Riku tuvo que explicarle a Sora qué era una madre sustituta antes de continuar.

Llevaron al pequeño minino al bosque, así, sacaron un poco de comida que traían con ellos y se la dieron, una vez éste la dejó, de inmediato comenzó a jugar con ambos niños.

Así pasó un rato en el que estuvieron jugando, incluso al cabo de una hora, llegaron sus amigos e igualmente se pusieron a jugar con la bolita de pelos hasta que ésta no pudo más y se durmió en el regazo de un también adormilado castaño.

El mayor de los amigos se rió un poco enternecido con la escena, varios compararon a ambos, encontrando demasiadas similitudes, de hecho.

Decidieron dejar a ambos dormir un rato, y fueron a jugar a un lugar un poco más apartado para no despertarlos.

Mala idea.

Pero, ¿cómo iban a adivinarlo?

Mientras los otros jugaban, un duo de pre-adolescentes se acercaban al, ya profundamente dormido niño, solo para levantar con cuidado a la criaturita que dormía encima suyo y alejarse con el mayor silencio que pudiera hacer.

~♡~

Mientras el albino volvía, agotado de tanta carrera, se sentía extraño, tenía un presentimiento muy malo, y eso lo hizo apurarse, a pesar del cansancio, corrió lo más rápido que pudo a donde debería estar su amigo.

No estaba.

Sintió como su sangre se helaba poco a poco, sus cosas sí estaban, pero él no. Sora no estaba ahí.

Intentó calmarse, quizá el gatito se había despertado antes y él fue a buscarlo.

No estaba del todo equivocado, pero...

Escuchó un grito, uno muy fuerte, y que reconocería en cualquier lado.

―¡Sora!―

Se alteró y olvidando su exhausta condición, salió disparado hacia donde escuchó a su mejor amigo, rogando en silencio que no esté herido.

No era él el herido.

Cuando llegó, vio al pequeño castaño en el suelo, llorando como nunca lo había visto antes, no, definitivamente nunca lo había visto así. Tenía una mirada de rabia, no, de odio.

Miró al frente, ese chico, y otro más, ambos miraban con una sonrisa socarrona en sus rostros al pequeño. Pronto entendió porqué.

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora