Treinta y nueve: Sean sinceros...

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Una vez más, Sora estaba en el jardín del castillo, solo que esta vez, estaba junto con Riku.

Más bien... encima de Riku.

Se había quedado profundamente dormido como se estaba haciendo costumbre, por lo que el albino se recostó y lo acomodó sobre su torso, tal como hacía desde que eran niños.

Miró hacia el cielo, pensando un rato en todo lo que estaba ocurriendo.

―Parecen cómodos.―

Una voz lo sacó de su trance, solo sonrió de forma leve.

―Mi reina...―

―Últimamente Sora duerme mucho, ¿no crees?―

Ella solo se sentó a su lado, acariciando con cuidado los cabellos de su hijo.

―Sí, tiende a dormirse en cuanto pasa la hora del almuerzo, o simplemente tras estar un rato en el jardín.―

―También veo que viene mucho aquí...―

―Quizá le recuerda al bosque donde jugábamos de niños... o quizá al jardín de la abuela.―

Hubo silencio un rato, la reina suspiró y miró detenidamente al muchacho albino.

―Riku... necesito decirte algo.―

―¿Qué sucede?― ahora estaba curioso.

―Probablemente... haya una guerra entre los reinos...―

El joven abrió los ojos, sorprendido, de no ser porque tuvo cuidado de no despertar al castaño, se hubiera levantado de golpe.

―¿Qué? ―

―La princesa Kairi dio la noticia a sus padres de que no se casaría... y ellos culparon a Sora de eso, a pesar de que ella afirmó que no era por eso.―

―Pero su casamiento no era obligatorio para cumplir el tratado de paz... solo... solo el mío...―

Volvió a sentir una punzada en el pecho, y por el movimiento del chico aún dormido, la reina notó que él también lo sufrió.

―¿Estás bien? ―

―Sí... solo que... últimamente eso pasa seguido... aunque no sé la razón.―

Su corazón se estaba quebrando...

Pero él no lo sabía, Sora no lo sabía...

―Ya... ya veo...―

―Por favor, vuelva al tema de la guerra... ―

―... La princesa Naminé también declaró que ella no quiere casarse... está dispuesta, pero prefiere no hacerlo.―

―Naminé...―

―Lo siento cariño...―

Riku agachó la mirada, pero inevitablemente dibujó una sonrisa en su rostro.

―Ninguno de los dos queríamos casarnos... Naminé no gustaba de mí, y yo no gustaba de ella.―

―Entonces... todo este tiempo...―

―Solo fingíamos.― declaró.

Una vez más, la reina quedó en silencio, pero solo dejó escapar una pequeña risa.

―Entonces... todo este tiempo hemos sido egoístas... hemos puesto una tonta profecía por encima del bien de nuestros niños...―

―Reina Hikari...―

―Riku, estoy segura de que si hay una guerra, Sora no dudaría en dar cara por todos los del reino, por ello, te ruego que lo mantengas al margen lo más que puedas, aún no es nada seguro... pero hoy, las cosas se harán claras.― sentenció.

Un corazón perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora