Capítulo 2

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¡¿Tenía que dormir con los tres?! ¿En qué estaban pensando mis padres cuando acordaron eso? Una locura, no podía aceptarlo, pero era mi obligación, protestar no iba a servir de mucho. ¡El cuarto era demasiado pequeño para cuatro personas! Es decir; no era de más de tres metros. Respiré profundo para calmar todas las emociones que se habían desencadenado dentro de mí.

En mi cama solo cabían dos personas, mi padre, con ayuda del señor Mario, logró meter otra igual en un abrir y cerrar de ojos, ni idea de dónde la había conseguido. Por lo tanto, lo único que conformaba al cuarto eran dos camas pegadas, ocupando todo el espacio, hasta sacaron mi mesita de noche porque no cupo.

Que pesadilla.

Como pude, entré acomodando mi cuerpo en una de las camas, al abrir la puerta lo primero que te topabas era el colchón. Me invadía un escalofrío al pensar en que dormiría con tres chicos, ¿qué probabilidades había de que fueran unos pervertidos? Si notaba algún comportamiento extraño, no iba a dudar en gritar y sacarlos a patadas del lugar sin importar qué.

Mi dignidad era superior a venderme por dinero. Era de noche, estábamos preparándonos para dormir, los chicos dejaron sus maletas afuera, en el comedor, porque no tenían dónde guardarlas así que mamá solo las colocó agrupadas en una esquina.

El próximo en entrar fue Axel, su rostro parecía tener una expresión de desagrado, con la nariz arrugada y abrazándose a sí mismo, pero intentaba ocultarlo, se posicionó a mi lado. Al parece él dormiría junto a mí. ¡Sería difícil acostumbrarme! ¡Esos desgraciados eran extremadamente atractivos! Con solo verlos me causaban pánico, pero no del malo, o sea; era como un pánico a caer rendida ante ellos como una adolescente hormonal.

—No puedo... —murmuró derrotado, dejó caer su cuerpo en el colchón—. Ni siquiera hay aire.

Hizo un ademán con su mano simulando un abanico por el calor que hacía, que dramática acción, me recordaba a mí cuando era niña y era temporada de verano.

—Si hay, debo abrir la ventana para que el frío natural entre —respondí tratando de animarlo.

Abrí la ventana, provocando un chirrido debido a la madera y rodé las cortinas a un lado, haciendo un nudo con la misma tela para que no molestaran.

Damián se unió a nosotros, él se acostó en la otra cama, al lado de Axel, yo estaba pegada de la pared. El silencio inundó la habitación por unos segundos, me resultaba super incómodo porque como era un espacio pequeño, el calor abundaba y la sensación era un tanto sofocante, la ventana solo era un hueco del tamaño de lo que sería una entrada para perros en una puerta, por donde solo yo cabía.

Damián habló rompiendo la tensión que se había formado en el ambiente.

—No creo que pueda dormir cómodamente como en casa, pero por lo menos lo intentaré. Buenas noches —se acomodó en posición fetal, dándole la espalda al castaño.

—Lamento ser pobre. Buenas noches —susurré fingiendo dolor a causa de sus palabras.

Miré que Jacob entró, era el más robusto, le costó pasar por la puerta, se colocó como un perrito para poder acomodarse al lado de Damián, me pareció gracioso verlo de esa forma, él todo amargado y actuando así. Aguanté la risa para no hacerlo enojar, de por sí tenía una cara de culo increíble que lo representaba.

En cuanto todos nos acomodamos, cerré mis ojos con la esperanza de quedarme dormida rápidamente, como todas las noches anteriores. Pero al saber que no estaba sola en mi habitación, me sentí un poco insegura. No sabía si me podían tocar una nalga o algo así, era un sentimiento de incomodidad, yo estaba tiesa intentando no chocar contra Axel, no tenía sábana por el calor que solía hacer, por eso mi cuerpo estaba al descubierto, bueno; el de todos. Luego de varios minutos que me parecieron eternos, moviéndome de un lado a otro y tras recibir un sermón en fastidio por parte de Axel, logré conciliar el sueño.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora