Escuché varios toques en la puerta principal, mi madre me pidió que fuera a ver quién era y qué necesitaba. Me levanté del sillón con pereza para ir directo a la entrada estando encorvada y bostezando, no había logrado dormir muy bien con tantas cosas en mi cabeza. Abrí con cuidado la enorme puerta de madera y me encontré con un rostro conocido, una habitante del pueblo, era la señora Teresa, ella estaba encargada de las gallinas, las tenía en el patio de su casa en el gallinero que construyeron hace mucho.
—Buenos días señorita Emily. ¿Está tu padre? —dijo con amabilidad en su hablar.
Su expresión era agradable, de esas que dan paz con solo verlas, era la persona más cariñosa y paciente del pueblo, todo el mundo la quería, hasta yo adoraba a esa señora. Una mujer mayor, con el cabello negro y bañado en múltiples canas que la hacían ver como si fueran mechas, sus ojos miel eran lo que más destacaba en su mirar, ese brillo que tenían siempre.
—Buenos días, mi padre salió en la mañana a la ciudad. Volverá en la tarde —contesté sin apartar la vista, devolviéndole la sonrisa.
Mi madre se acercó a nosotras en cuanto escuchó la voz de Teresa. Se ubicó a mi lado, con un trapo húmedo en una mano y en la otra el jarrón que estaba limpiando.
—¿Necesita ayuda con las gallinas? —preguntó mamá.
—¡Sí! Debo ir a buscar plantas medicinales con Leila, necesito a varias personas que se encarguen de las gallinas y recojan los huevos mientras no estoy —suplicó. Me sentí una extra en la conversación—. Además de cuidar a Camila.
Alto, ese nombre me era familiar.
¿Camila? ¿La pequeña Camila estaba en el pueblo? Oh, no podía creerlo, tenía que ser imposible, el asombro que debía tener mi rostro logró captar la atención de la señora Teresa provocando que ella me mostrara una sonrisa de lado. No veía a Camila desde hace años, recordé que se tuvo que ir del pueblo para tener una mejor vida junto a sus padres, pero la señora Teresa decidió quedarse y seguir siendo una humilde pueblerina.
Siempre traté a la pequeña como a una hermana menor, nos llevábamos super bien en el pasado, éramos mejores amigas y jugábamos en distintos lugares de la zona, recuerdos inolvidables, nostálgicos que me ablandaban el corazón. El hecho de volver a verla me emocionaba muchísimo, encendía una chispa en mí que se había apagado hace años.
—No se preocupe, mi hija irá con los chicos nuevos —alegó mamá.
Mi expresión cambió al oír a mi madre. La miré confundida, me crucé de brazos y ella solo se limitó a sacarme la lengua mostrando una mueca divertida.
No estaba en contra de ayudar, pero me ofreció sin preguntar, muy propio de ella, suspiré, no era la primera vez que lo hacía. Lo bueno era que tendría una oportunidad de reencontrarme con Camila. ¿Se acordaría de mí? ¿Estaría más grande que la última vez? También serviría de entrenamiento para los chicos, aprenderían cosas nuevas de ella, como por ejemplo a tratar con niñas, o bueno, jovencita.
—¡Muchísimas gracias Melissa! Le avisaré a Camila. Nos vemos allá, Emily —agradeció, se despidió contenta.
Me giré en dirección a mamá, mirándola con detenimiento. Ella se rascó la nuca con nerviosismo y se dió vuelta para seguir limpiando, tratando de ignorar mis ojos juzgadores como si no pasó nada.
—Sabes que es bueno ayudar a los demás —refutó sin previo aviso, sin mirarme.
—Lo sé, pero podía haber aceptado yo —resoplé sin darle muchas vueltas.
—A la próxima dejaré que decidas —de nuevo la mueca burlona de antes.
Rodé los ojos y reí. Lo dejé pasar para buscar a mis amigos, no me acostumbraba a citar esta palabra, pero eso los consideraba. Aunque a veces lograban hacer un revoltillo en mi corazón. Caminé hasta llegar a mi acogedora habitación en donde estaban todos ellos acostados, dejaron de hablar en cuanto me vieron llegar a la puerta abierta, estando afuera pero visible ante ellos, coloqué ambas manos en mi cintura y tosí para captar su atención.
ESTÁS LEYENDO
Emily y compañía [COMPLETA]
Teen FictionTres chicos mimados se enfrentan a un reto inesperado: vivir en un pueblo pobre durante un tiempo para corregir su comportamiento. Allí tendrán que aprender a valorar lo que realmente importa en la vida: la humildad, la amistad y el amor. Pero no to...