Capítulo 28

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Axel me estaba besando otra vez, sacándome de mis casillas con el hormigueo que me hacía sentir. Pero el contacto era diferente, esa vez sí decidió abrir la boca, movió sus labios buscando adentrarse hasta que nuestras lenguas quedaran entrelazadas, como si fueran una sola.

Deseando cada aliento que salía entre nosotros, no estaba bien que hiciéramos esa escena teniendo a Damián y Jacob durmiendo a nuestro lado, lo menos que quería era despertarlos porque todo mi teatro de niña buena, de meterme con los tres sin que se dieran cuenta, se vendría abajo.

No sabía qué hacer, para ese punto ya Axel me tenía entre sus garras, mi cabeza se estaba nublando de una forma en la que nuestro alrededor no importó, solo nosotros dos. Estando acostados de lado, él dirigió una de sus manos detrás de mi espalda, acariciando cada parte con delicadeza, como si yo fuera una frágiles muñeca, mientras que me devoraba la boca por dentro.

El intercambio de salivas lo único que lograba en mí era encender una chispa que desconocía, sentí algo nuevo, una sensación oprimiendo mi abdomen, más que todo la parte de mi vientre. La corriente que recorría mi sangre era increíble, me hacía sentir extasiada, llena de vida, anhelando más de él.

Si previo aviso, bajó con cautela y disimuladamente la mano que tenía en mi espalda hasta llegar a mi nalga, abrí los ojos por sorpresa, pero Axel estaba decidido en seguir. Enterró sus dedos en ella, estrujado la piel sensible, por dentro me estaba arrepintiendo porque no sabía en lo que me estaba metiendo.

De pronto, como un milagro, él decidió separarse, aproveché de respirar de forma entre cortada por la falta de aire, él me miraba con deseo en su expresión, con la boca semi abierta y húmeda.

—Sígueme —susurró.

Se levantó y me tomó de la mano para guiarme a través de la cama, tuvimos sumo cuidado de no alertar a los chicos que dormían con tranquilidad en el otro colchón. Salimos sin hacer ruido para tampoco alertar a mis padres, igual la habitación de ellos era la más alejada de la sala.

Axel me llevó hasta el sofá, me soltó logrando hacer que tropezara y cayera boca arriba. No podía creer que estaba viendo un lado de Axel que desconocía, uno más salvaje y atrevido, así como era Jacob, sin miedo a lo desconocido, sin titubear, decidido en lo que estaba haciendo.

¿Así de fuerte era el deseo que sentía por mí?

Lo contemplé expectante, no sabía qué planeaba, no quería llegar al clímax de la intimidad con él porque sabía lo que podía pasar si no me cuidaba. Un embarazo no deseado. Mamá siempre me daba esa charla cuando podía, explicándome que existían muchos métodos anticonceptivos, pero en el pueblo no teníamos ninguno, ni siquiera condones.

—No debemos... —le hablé, preocupada.

—Tranquila, no llegaré a extremos, solo pasaremos un buen rato ¿Vale? Tampoco soy un patán —me calmó, colocándose en cuclillas para acariciar mi mejilla.

—¿Estás seguro? —cuestioné con las cejas hundida.

Él asintió. Dejó que sus rodillas quedaran pegadas al suelo, al lado de mí, yo en cambio estaba acostada en el sofá.

—Solo voy a tocarte un poco ¿Me dejas hacerlo? —preguntó, se veía necesitado en ello.

Yo no estaba pensando con todas mis casillas, así que no pude negarme por más que lo intentara, en el fondo quería sentir el tacto de un chico en mi cuerpo.

Experimentar algo nuevo.

—¿Ya lo has hecho antes? —pregunté cabizbaja.

—No, jamás he tocado a una mujer, por eso me gustaría que fueras la primera —confesó con los ojos brillosos.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora