Capítulo 16

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Ya era mediodía y la señora Teresa todavía no llegaba, no sabíamos qué hacer con Camila para matar el tiempo y alejar el aburrimiento de ella, aunque por lo que pude observar, estaba llena de felicidad porque Damián hablaba junto a ella, su cercanía me irritaba un poco, me daba un leve choque en el pecho debido a que el rubio la estaba tratando como lo hacía normalmente conmigo, amable y tierno. Mordí mis labios, necesitaba calmarme, no podía estar sintiendo celos ¿O sí?

—Iré a cocinar, no podemos dejar que la niña pase hambre si su abuela tarda en llegar —informó el mayor.

Alto.

¿Jacob preocupándose por otra persona que no fuera él mismo?

Lo miré estupefacta, quería saber por qué razón había actuado de una forma amigable, no era típico de él. Se levantó en dirección a la cocina sin esperar ninguna respuesta. Al igual que yo, los otros dos se quedaron sin habla, con una forma ovalada en sus labios por la sorpresa. No dudé y volví a la realidad, hice lo mismo en levantarme porque planeaba ayudarlo, así aprovecharía en invadirlo de preguntas por su actuar.

Él no era así.

Me percaté que los demás nos siguieron, curiosos como si fueran todos unos niños, la única que sí lo era es Camila. La habitación que contenía la cocina era muy poco espaciosa, resultaba difícil moverse cinco personas al mismo tiempo.

—También queremos ayudar —inquirió Damián.

—¿Qué vas a preparar? —cuestionó Axel, dirigiéndose a la nevera.

—Quítate —masculló Jacob, apartando al castaño para comprobar él mismo lo que había—. Arroz con huevo.

—¡Me encantan los huevos revueltos! —exclamó Camila con un tono alegre.

Demasiadas personas en un lugar pequeño era incómodo, casi no teníamos dónde pisar, varias veces lastimé el pie de Axel sin querer. Noté que Jacob estaba molesto, echando humos y yo sabía la razón, era como si el lugar se volviera cada vez más pequeño de lo que era, a parte de que los demás no estaban ayudando, solo hablaban entre sí, mirando lo que hacía el cocinero.

Camila respondía cada cosa que le preguntaba Damián con mucho entusiasmo y un brillo en sus ojos que nunca antes había visto. ¿En serio le gustaba?

Me quedé absorta en mis pensamientos, tanto así que los huevos que tenía en la mano casi se me cayeron, me tropecé con un pie que no logré ver a tiempo.

—Cuidado —Jacob me sostuvo en el momento preciso.

Me sorprendieron sus reflejos, quedé entre sus fortachones brazos, obvio estaba cubriendo los huevos para que no se rompieran. Miré hacia arriba, nuestros ojos se encontraron por un instante, lo suficiente como para ponerme nerviosa y asustarlo a él porque me soltó a una velocidad extrema, como si tuviera miedo de la cercanía.

—Ahora yo digo, vaya par de tortolitos —comentó Axel en tono burlón dirigiéndose a Jacob.

Recordé que el pelinegro nos había dicho lo mismo el día del festival de cosechas. Un cosquilleo invadió mis mejillas. ¿Qué buscaban esos dos?

—No inventes, Emily no es mi tipo —defendió.

—¿Entonces cuál es tu tipo? —interrogó el castaño de brazos cruzados.

—No te importa —soltó, echando el arroz en la olla.

—Que considerados —dije entre dientes.

Inhalé hondo porque no iba a dejar que los comentarios de Jacob hacia mi atractivo me afectaran. Eso sería caer muy bajo.

Terminamos de preparar el almuerzo, la mayor parte del trabajo lo hizo Jacob porque él no quiso más ayuda. Nos sentamos en la mesa del comedor para comer, no habían suficientes sillas, así que dos tuvieron que irse al sofá, Axel era el único que hablaba para contar chistes y animar el apagado ambiente mientras comíamos. Por otra parte, noté que Damián estaba incómodo porque Camila lo veía sin apartar la mirada, no sabía disimular esa niña, por más tímida que fuera.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora