Capítulo 35

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—¡¿Es cierto que Axel se te confesó?! —me sobresalté en cuanto abrieron la puerta con tanta rapidez.

Era Damián, su expresión exasperada me preocupó, tenía las cejas alzadas por la sorpresa.

—¿Quién te dijo? —pregunté sentándome en la orilla de la cama para verlo mejor.

Sus mejillas se inflaron y tomaron un rojizo color. ¿Estaba molesto? Porque eso solo lo hacía ver tierno con su carita de ángel.

—Jacob. ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Somos mejores amigos! No puedo creer que hayan pasado días desde que sucedió y a penas me entero —exclamó con un puchero que lo hacía ver más adorable que intimidante.

Sonreí con nervios porque no me esperaba que Damián me invadiera con tantas preguntas incómodas. Pero al parecer el amargado no le contó toda la historia.

—Jacob también se Confesó ¿No te dijo? También está enamorado de mí —defendí cruzada de brazos, desvié la mirada por la vergüenza que me invadía.

—¡¿De verdad?! ¿Qué carajos? No puedo creerlo —Damián actuó de una manera que jamás había visto.
—. El cabeza dura de Jacob, el mismo que te insultaba y trataba mal. ¿Enamorado de ti?

Asentí ante su incredulidad. Hasta a mí me pareció increíble por parte de Jacob ya que pensé que su gusto hacía mí era sexual, de pasar el rato y nada más.

¿Por qué le preocupaba tanto? En serio, sus ojos estaban abiertos como platos al igual que su boca, su mandíbula casi llegaba al suelo por el asombro que cargaba, como si le afectara muchísimo el tema.

Se sentó a mi lado para luego dejar caer su cuerpo hacia atrás en forma de derrota, estiró sus brazos en la cama. Me giré para mirarlo y se encontraba observando el techo, estiró una de sus manos hacia arriba tratando de tomar algo invisible que lograba confundirme, su acción me tenía desconcertada.

Los segundos pasaron y cerró sus párpados con pesadez, su manera de respirar se profundizó, pude notarlo. Era como si se estuviese preparándose mentalmente para soltar algo. ¿Qué estaría pensando? No era normal que él se mostrara histérico. Me quedé ahí, contemplando su tranquilidad, había llegado demasiado ¿Desesperado? Sí, creo que esa era la palabra que lo definía cuando atravesó la puerta. ¿Le preocupaba tanto las dos confesiones? ¿O solo se sentía mal porque no se lo conté? ¿O tal vez sintió que se quedó atrás...?

—Emily, yo sé que debes estar confundida y con el corazón hecho un desastre porque tus dos amigos están enamorados de ti, discúlpame si no es un buen momento, pero tengo que decírtelo antes de que decidas escoger a uno. A mí también me gustas —soltó, dejándome sin aliento. Mierda, justo lo que faltaba—. No importa a quién elijas, con que seas feliz me basta, pero de alguna manera, duele saber que no podré ser yo... —llevó una mano a su rostro para cubrirlo.

No sabía qué decir, estaba completamente helada ante sus palabras. ¡A Damián también le gustaba! ¡Era justo lo que necesitaba para decirle mis sentimientos a los tres! Había una mínima posibilidad de que quisieran tener una relación de cuatro... ¿Tal vez?

Escuché un leve sollozo provenir de él ¿Estaba llorando? Me acerqué hasta colocar una de mis manos en su cabello para acariciarlo, me sentía mal por lo que les causaba, nunca quise hacerles daño y era lo que estaba haciendo con Damián...  Fui la culpable de sus lágrimas, él dejó de cubrir su rostro y me miró afligido, sus ojos estaban llorosos, no pude regalarle una sonrisa para animarlo, era difícil, me limité a baja la cabeza.

¿Cómo era posible todo esto? Digo, no entiendo por qué tres chicos estaban flechados por mí ¡Una locura! Pero, en lo más profundo de mi ser estaba feliz, dando saltitos de alegría porque era justo lo que deseaba. Gustarles como ellos me gustaba a mí. Damián se levantó para quedar sentado junto a mí.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora