Capítulo 25

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Habían pasado tres días desde lo sucedido con Damián y Camila, ellos se siguieron llevando bien como los amigos que eran a pesar de la confesión de la chica, no fue impedimento para arruinar su relación. Yo decidí dejar de lado mi curiosidad por saber quién tenía el corazón de Damián y me disculpaba muchas veces con él por mi actitud infantil, aunque no pensaba que yo estuviera haciéndole algo malo, por lo que Damián era comprensivo conmigo.

Por más que los celos me consumían por dentro, hice todo lo posible por que no me afectaran demasiado.

Mi cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, en parte estaba emocionada por lo que podría suceder ese día, si es que mis padres me daban otro pastel, sería muy feliz con eso. Ya las vacaciones habían llegado, para ser sincera,  estaba mucho más aburrida de lo que siempre había estado, por lo menos ir a la escuela y trabajar en el huerto me mantenía entretenida.

Estaba tirada en el sofá como la perezosa que podía llegar a ser. No tenía la posibilidad de hacerles el examen que planeé para los chicos porque desgraciadamente no tenía hojas, las de los cuadernos se nos habían agotado.

Jacob me hacía compañía, estábamos los dos solos en la sala, aunque no decía ninguna palabra a pesar de tener los ojos fijos en mí ¿Tenía algo en la cara? Su atención me hacía sentir extraña porque recordé el salvajismo con el que me trató cuando nos besamos, por Dios, de solo pensarlo se me calentaba todo el cuerpo, sobre todo la mejillas y mi sangre ardía. Para echarle picante al momento, decidí entrar en su juego y clavé mis ojos en él con la intención de hacerlo incomodar. No planeaba perder la guerra.

—¿Qué tanto me miras? —me preguntó, como si yo fuera la culpable.

—¿Mm? ¿Disculpa? Te recuerdo que tú empezaste —reproché de brazos cruzados.

—Ajá. Supongamos que yo empecé, es que noto algo nuevo en ti, como si quisieras repetir lo del otro día —zanjó con una expresión de picardía y antojo.

Sus ojos se iluminaron, pero de una manera que lo hizo ver más varonil, lo que estaba insinuando en parte era un poco cierto, quería volver a sentir esas grandes y robustas manos tocando mi piel, sus carnosos labios atrapando los míos... Pero no se podía, tenía que sacar esos pensamientos impuros de mi cabeza que me iban a volver loca.

Solo me confundían más de lo que estaba. ¿Acaso le gustaba a Jacob? ¿O simplemente quería pasar un buen rato conmigo?

—Te equivocas —titubeé tragando saliva—. Creo que tú eres el que quiere repetirlo, por eso me miras tanto —añadí desafiante, apretando mis ojos.

—Sí —respondió.

Se acercó de una manera lenta, como si estuviera esperando a que yo lo empujara para indicarle que no quería, pero no lo hice. Me quedé estática en mi lugar, sentada y con mis ojos puestos en él, estaba esperando ansiosa que sucediera. Su cabello estaba más desordenado que de costumbre y pude notar que le había crecido un poco, una media sonrisa se formó en sus labios, haciéndolo ver dominante y atractivo.

Pero, tenía que controlarme. No podía volver a pasar lo del otro día o no sabía en qué terminaríamos. Jacob siempre había sido el más lanzado de todos, el que no le temía a nada, el más salvaje. Por lo que estaba segura en que si me dejaba volver a besar por él, caería en sus más dañinas garras, en donde podría hasta hacer algo de lo que me arrepentiría el resto de mi vida.

Sentí que los vellos de mi piel se erizaron por el leve contacto que tuvieron las yemas de sus dedos en mi mejilla. Carajo, los nervios no me permitían empujarlo hacia atrás, de alguna forma deseaba que sucediera, era una lucha interna entre mi razonamiento y mi corazón. Se inclinó para quedar más cerca de mi rostro, estuvo a centímetros de mis labios, pudiendo así sentir el choque de su respiración muy cerca de mi nariz.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora