Capítulo 18

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Desperté al sentir que estremecían mi cuerpo y escuché a alguien decir mi nombre, sacándome del sueño profundo en el que estaba. Abrí lentamente los ojos restregando cada uno para ver mejor de quién se trataba. Era mamá, nos estaba despertando uno a uno porque al parecer nos habíamos quedado dormidos. Una luz se encendió en mi cabeza recordando que ese día teníamos que ir de campamento como parte de clases. Me levanté a toda prisa para evitar llegar tarde.

—¿Qué hora es? —le pregunté a mi madre.

—Casi las ocho, van a llegar tarde si no se alistan rápido —comentó con ambas manos en la cintura, desde afuera de la puerta.

—Que pereza —bostezó Jacob estirando sus brazos.

—Tenemos que apresurarnos —les informé saltando de la cama hacia el suelo.

Fue por instinto, solo quería hacer todo rápido y estar lista. Ni tiempo nos dio de bañarnos por lo que tuvimos que cambiarnos de ropa y ya, Axel y Damián se estaban quejando por eso, no querían oler mal.

—¡Me siento sucio! —exclamó el rubio, haciendo una cara dramática.

—No es para tanto —inquirí negando con la cabeza.

Me estaba colocando los zapatos sentada en el sillón, los mismos de siempre con las suelas desgastadas.

—Ni siquiera sabemos si hay baños en el bosque o tendremos que esperar a volver para poder ducharnos —proclamó Axel, con una mano en la cadera—. ¿Se imaginan tres días sin bañarnos?

Los tres arrugaron la nariz e hicieron un leve sonido de asco. Suspiré porque con ellos no se podía, ni que fuera la gran cosa, no les pasaría nada si no se bañaban durante varios días, lo único que saldría de ellos sería un mal olor. Pero como eran unos sifrinos sin remedio, de alguna forma intenté comprenderlos.

—Podemos buscar un río en cuanto lleguemos a la zona para tomar un baño —informé para tranquilizarlos.

—No suena mal, digo, peor es nada —respondió Axel decepcionado, encogiéndose de hombros.

Caminamos a la entrada, ya con las mochilas listas y todo lo que necesitaríamos para estar bien en el campamento.

—Hasta pronto —se despidió mi madre con un beso en la mejilla en cuanto estábamos en la puerta.

—Nos vemos señora Melissa —saludó Damián con un tono simpático.

—¿Llevan todo? ¿Guardaron los sándwiches que les preparé? —cuestionó mamá viéndonos a cada uno.

A lo que asentimos. Si nos quedábamos más tiempo nos iba a bombardear de preguntas por lo preocupada que se solía poner en ocasiones.

Salimos de nuestro hogar para ir al colegio, estaba segura de que habíamos llegado más temprano que los demás porque la única que estaba en la entrada era la profesora Fiona, con una sonrisa de oreja a oreja y un bolso enorme detrás de su espalda.

—Fueron los más responsables al llegar temprano —comentó con un tono amable, entre cerrando los ojos.

—¿Y los demás? —pregunté.

—Vienen en camino, esperemos unos minutos más —dictaminó de forma comprensiva.

Nos sentamos en el frente a esperar por los que faltaban, la primera que vi venir fue a Brisa, su corto cabello estaba adornado con un cintillo de tela e iba vestida con un short corto color marrón, más una camiseta pegada a su cuerpo, simple igual que yo. Tenía esa aura que la hacía ver "interesante" según ella.

—¡Hola chicos! —expresó lo más risueña que pudo.

Se acercó a nosotros y saludó a mis compañeros con un beso en la mejilla como era de costumbre, mis ojos recorrieron todo el lugar mientras esperaba a ver si me saludaba, cuando me observó hizo una expresión de disgusto y se dirigió a donde se encontraba la profesora Fiona para saludarla con un abrazo, me pareció un gesto hipócrita de su parte, sin dudas me seguía odiando.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora