Capítulo 30

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Guardé mis cosas a toda velocidad en la única mochila que poseía, la misma que usaba para ir a clases, no podía creer que mis padres me dejaran ir a la ciudad con lo protectores que llegaban a ser. Supuse que hablaron con los padres de Axel y llegaron a un acuerdo.

Todos me estaban esperando, primera vez que era la retardada, la que guardó sus cosas tarde, es que no había podido dormir bien por culpa del beso de Axel, después de haberlo hecho, dijo que sería nuestro secreto, como una relación a escondidas de los demás... Mis pensamientos estaban desbordándose cada día más, al igual que mi cordura, no sabía por cuánto tiempo aguantaría la verdad.

O sea ¿Axel solo me quería para pasar el rato? No lo entendía bien, me confundía, ya sé que yo no era nadie especial para pedir una relación con los tres... Sonaba loco hasta siquiera pensarlo.

Mis padres nos llevarían hasta la autopista, por primera vez iría a la mansión Kress, el hogar de uno de mis grandes amigos, o más que amigo... Terminé de alistarme y salí con suficiente prisa en cuanto me coloqué un listón blanco en el cabello, asegurándome en el camino de no haber olvidado nada. Todos estaban en la entrada de la casa esperándome, sonreí con nerviosismo por lo que dirían.

—Lenta. En serio, vamos tarde por tu culpa —Jacob fue el primero en hablar, trataba de molestarme como siempre.

—Mis padres son pacientes, no la molestes —zanjó Axel a la defensiva.

—Tranquilos chicos, no es momento de discutir —interrumpió mamá antes de que esos dos se comieran a palabras.

—Debemos caminar hasta llegar a la autopista en donde tus padres estarán esperando. No será un trayecto muy largo —comentó papá animándonos.

—¡Vamos! —expresó Damián alzando un brazo, entusiasmado.

Logramos salir del pueblo hacia un amplio y solitario terreno, por suerte el sol aún no llegaba a su punto fuerte, nunca antes había tenido que tomar el camino de tierra que llevaba a la autopista porque no tenía necesidad. En parte estaba emocionada por conocer mejor a los padres de Axel y el lugar en donde vivía en realidad, el punto era que sería mi primera vez en una enorme mansión porque eso es lo que debía ser. Un hogar amplio y lleno de lujos. A lo lejos se podía divisar carretera en donde muchos autos pasaban a gran velocidad, todos sonreímos al observar una gran limusina de color negro estacionada en una esquina, estaba segura que eran los padres de Axel por la reacción que tuvo al verla.

Sus ojos se iluminaron, hasta podía jurar que se cristalización de la nostalgia, su boca se curveó en una ligera sonrisa y empezó a saludar con la mano.

La única en salir de la parte del copiloto fue la señora Alicia, Axel no dudó en correr hacia ella hasta proporcionarle un fuerte abrazo que lo hizo soltar unas cuantas lágrimas.

—Nuestra hija queda en sus manos, señora Alicia —habló mamá en cuanto llegamos a su ubicación.

—La cuidaré tan bien como usted lo ha hecho con mi hijo, estaré al pendiente de ella, confíe en mí —respondió la mujer.

Mi madre se llevó una mano al pecho aliviada. Sabía que le costaba dejarme ir, siempre habíamos estado juntas, la casa sin mí le parecería vacía.

—Nos vemos, Emy, no olvides que te queremos mucho, recuerda comer tus tres comidas si te las ofrecen, bañarte, dormir las horas necesarias, no te estés acostando tarde eh —me señaló mamá, con una expresión preocupada.

Le sonreí.

—Estaré bien, los voy a extrañar —dije lanzándome entre los brazos de ambos.

—Cuídate mucho —agregó papá, su voz se oía desgarrada, estaba conteniendo las ganas de llorar.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora